Irene tiene 14 años y covid persistente: “Intento hacer vida normal, pero el dolor me lo impide”

Irene tiene 14 años y desde que contrajo la Covid-19 a finales de septiembre sufre fatiga, cefaleas y dolores musculares que la han obligado a dejar el instituto y el ballet
Los expertos advierten que la Covid persistente no está relacionada con la virulencia de la enfermedad y que aparece también en menores que fueron asintomáticos
Irene se contagió de la Covid-19 a finales de septiembre junto a su madre. Después de dos semanas con síntomas leves, la enfermedad comenzó a remitir en la madre, pero Irene seguía sufriendo fatiga y dolores de cabeza, además de continuar dando positivo en las PCR. “No podía hacer vida normal, estaba siempre muy cansada y dejé de ir al instituto”, explica Irene.
Con 14 años de edad, esta adolescente de Requena (Valencia) lleva meses arrastrando las secuelas que le ha dejado la Covid-19. “En clase me cuesta concentrarme y he tenido que dejar de hacer ballet porque me canso y me duele bastante”, explica.
Unos síntomas que la joven describe que llegan a “oleadas”. Pero, en las continuas visitas al hospital, los médicos no detectan nada y al principio señalaban que podía ser una respuesta psicológica a la enfermedad. “La gente no lo entiende, ella está mal, no es que somatice los dolores”, asegura Mercedes, madre de Irene.
Su caso fue uno de los primeros entre adolescentes. “No se sabía nada. Pero empezaron a aparecer más afectados entre adultos, también entre gente de su edad y ya entonces le diagnosticaron Covid persistente”, explica Mercedes.
Con un diagnóstico, pero sin un tratamiento eficaz Irene trata de recuperar su vida, aunque en los últimos días han aparecido por primera vez los calambres musculares. “No saben lo que te pasa y no pueden hacer nada. Solo me dan unos compuestos de medicina natural para mejorar mi sistema inmunitario”, lamenta.
Covid persistente entre los 12 y los 16 años
No hay cifras, pero los pediatras reconocen que cada vez se detectan más casos de Covid persistente en menores de entre 12 y 16 años. “A pesar de haber pasado semanas o meses, persisten en el tiempo síntomas como cefaleas, dolores musculares, problemas de sueño o irritabilidad”, señala Fernando García, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria.
Una enfermedad que requiere de un tratamiento multidisciplinar que, además de analgésicos, requiere en muchos pacientes de atención psicológica y fisioterapéutica. “Afecta al rendimiento escolar y a las relaciones con sus compañeros, generando problemas en el colegio. También tienen que acudir al fisioterapeuta para mitigar los dolores musculares”, asegura el pediatra.
Unas secuelas que según los expertos no están relacionadas directamente con la virulencia de la Covid-19, ya que hay jóvenes que las sufren a pesar de haber sido asintomáticos o haber pasado la enfermedad con molestias muy leves. “Afortunadamente no hay tantos casos como en adultos, pero tenemos el mismo problema, no podemos tratarla como querríamos. Al final, es el tiempo el que lo cura”, señala Fernando García.
Por su parte, los afectados, que comienzan a unirse en asociaciones, reclaman la creación de unidades de seguimiento pediátrico. “Entendemos que es una enfermedad nueva, que no hay cura, pero pedimos que haya empatía y un acompañamiento a los pacientes”, reclama Mercedes.