Laura, 33 años: “Estuve 17 días dormida y con un tubo en la garganta. Estoy viva de milagro”

Ella es el ejemplo de que el coronavirus también ataca gravemente a personas jóvenes: “Ayer pude ducharme después de mes y medio”, cuenta a NIUS
Lleva 37 días ingresada en el Complejo Hospitalario Universitario de Ourense y trata de recuperar la movilidad con la ayuda de una fisioterapeuta
No sabe donde se contagió, aunque intuye que fue en el supermercado: “Pensé que tenía un catarro de primavera. Nunca pensé que fuese coronavirus”
Laura es el ejemplo de que las personas jóvenes y sanas también son muy vulnerables ante el coronavirus. Ella tiene 33 años. En su historial no consta ninguna patología. Pero el virus que la atacó por sorpresa la puso contra las cuerdas. Tanto, que casi no lo cuenta. “Estuve 17 días dormida y con un tubo en la garganta. Estoy viva de milagro”, comenta Laura Martínez a NIUS.
Nos lo explica por teléfono desde una habitación del Complejo Hospitalario Universitario de Ourense. Tras 37 días de ingreso, ahora empieza a ver la luz al final del túnel. Sigue conectada al oxígeno. Pero poco a poco se siente menos fatigada y cada paso que consigue dar es una victoria. “Ayer pude ducharme después de mes y medio. ¿Tú sabes lo que fue para mí poder levantarme de la cama y asearme?”, comenta. Porque su paso por la UCI la dejó sin masa muscular. Sin fuerza para valerse por sí misma. “De estar tanto tiempo encamada, no movía nada. Ahora ya me ayuda a hacer todo el movimiento”, cuenta la fisioterapeuta que la asiste en su recuperación.
Laura no para de darle vueltas a la cabeza. Piensa en cómo el virus pudo llegar a ella. En la localidad ourensana de O Barco de Valdeorras, donde vive, no se conocían casos cuando ella se contagió. “Se sabe que hubo uno a 40 minutos de donde yo vivo”, comenta. “Tuvo que ser en el supermercado. Tuve que tocar alguna superficie que había tocado antes algún asintomático”, insiste. Porque ella, teleoperadora de profesión, llevaba días teletrabajando desde su casa. “Pensaba que lo que tenía era un catarro de primavera. Nunca creí que fuera coronavirus”, comenta.
Tuvo que ser en el supermercado. Tuve que tocar alguna superficie que había tocado antes algún asintomático
Tiene todas las fechas de su pesadilla grabadas a fuego en la mente. El día 21 de marzo, sábado, ingresó en el hospital comarcal de Valdeorras. El lunes le confirmaron que el test había dado positivo. A los cuatro días se la llevaron a Ourense. “Me puse fatal y tuvieron que trasladarme a este hospital. Solo estuve en planta un día”, explica. Porque su estado empeoró tan rápido que tuvieron que llevársela a la UCI, donde estuvo 21 días. “Me costaba muchísimo respirar. Tenía neumonía en los dos pulmones”, comenta.
Pocos recuerdos tiene del tiempo que permaneció allí. “Yo no era consciente, pero mi familia temió por mi vida. Tenía todas las papeletas para no contarlo”, explica. Solo estuvo tres días despierta. Suficientes para darse cuenta del horror de esta enfermedad y del enorme valor humano del personal sanitario. “Ellos son aquí, en el hospital, mi familia. Nunca podré agradecerles todo lo que están haciendo por mí”, comenta. Una de las cosas que jamás olvidará será la videollamada que una sanitaria le ofreció hacer a sus padres y a su pareja cuando todavía estaba en la UCI. “Yo solo podía responder con la cabeza. No podía hablar. Pero me dio una fuerza enorme y mucha tranquilidad el poder verlos y que ellos me viesen a mí”, asegura.
Da gracias por estar viva, pero no puede evitar pensar en los que no han tenido la suerte que tuvo ella. Por eso, le reconcome ver en las redes sociales como algunos se saltan el confinamiento, pensando que el virus no va con ellos. “La gente tiene que saber que esto no es ninguna broma. Que es algo muy grave y ataca a mayores, pero también a jóvenes”, comenta.
La gente tiene que saber que esto no es ninguna broma. Que es algo muy grave y que ataca a mayores, pero también a jóvenes
Dice que el coronavirus la ha cambiado para mejor. Ha variando su forma de ver el mundo y, también, su escala de valores. “Solo pienso en el día que pueda ver a mi familia, en abrazarlos”, comenta. Calcula que le quedan, como mínimo, quince días más de ingreso. Dos semanas para salir al mundo y celebrar la vida.