De médico del Dépor a voluntario contra el coronavirus: “Es pasar de Los mundos de Yupi a la guerra”

Carlos Lariño, jefe de los servicios médicos del club coruñés, puso sus conocimientos como doctor al servicio de la sanidad pública cuando estalló la crisis
Su función es recorrer las residencias de mayores de A Coruña para cuidar a los ancianos infectados por coronavirus: “ver el sufrimiento humano, duele”
“Yo normalmente vivo en Disney. El mayor sufrimiento es que alguien se tuerza un tobillo o se rompa el cruzado”, cuenta el doctor a NUIS
Cuando hablamos con él, acaba de salir de una residencia de ancianos de A Coruña. Ha ido a comprobar cómo está la situación. A preocuparse por si tienen los medios materiales y humanos suficientes para hacer frente a la pandemia por coronavirus. “El choque de realidad es pasar de estar con veinticinco chicos guapos, vestidos a la moda, peinados, engominados... A ver situaciones durísimas”, comenta a NIUS el doctor Carlos Lariño. Él es el jefe de los servicios médicos del Deportivo de La Coruña. Pero desde hace unos días ha decidido situarse en la primera línea de batalla contra el coronavirus. Con la competición parada y sin un rival en el campo al que batir, su único propósito ahora es ganar al virus.
Puso sus conocimientos al servicio de la sanidad pública el mismo día en el que se declaró el estado de alarma. Aquel sábado, Lariño llamó a la dirección del Hospital de A Coruña. “Si hace falta que os eche una mano, yo estoy en casa sin hacer nada”, le comentó a la gerencia. “Y al poco ya me dijeron: mañana a las nueve estate aquí”, añade. Y así fue como volvió al hospital en el que había trabajado como residente y como médico de urgencias durante ocho años, justo antes de ser el médico de los futbolistas.
13 años como médico de los jugadores del Depor
Lariño Lleva 13 años preocupándose por la salud de los futbolistas del Deportivo de La Coruña, un trabajo que nada tiene que ver con lo que está haciendo las últimas tres semanas. “Es pasar de Los mundos de Yupi a la guerra”, reconoce.
Su función es la de visitar una a una las setenta residencias de mayores ubicadas en el área hospitalaria de A Coruña. “Cuando te metes en el mundo de las residencias viniendo de un mundo totalmente distinto, el choque con la realidad es tremendo. Ves a personas que están encamadas, demenciadas, que no se valen por sí mismas, a las que tienen que ayudar a asear, a cambiar el pañal, a darles de comer... Es brutal la entrega de esos sanitarios que les ayudan, que lo hacen por vocación y sabiendo que la situación de muchos no va a mejorar”, comenta.
Este médico acostumbrado a tratar con futbolistas, se encarga ahora de cuidar a ancianos que han contraído el virus en las residencias. Vive horrorizado viendo cómo la pandemia se lleva por delante muchas vidas humanas en los centros de mayores. “Te toca dentro. Ver el sufrimiento humano duele. Yo normalmente vivo en Disney. El mayor sufrimiento es que alguien se tuerza un tobillo o se rompa el cruzado. Eso es ya la hecatombe mundial. Pero lo operan en el mejor hospital del mundo, el mejor cirujano del mundo y en ocho meses vuelve a estar jugando al fútbol”, explica.
Le ha impactado mucho ver cómo trabaja el personal sanitario de las residencias. “El mérito que tienen es infinito. Tú en la medicina deportiva, y más en el fútbol profesional, si necesitas algo lo pides y lo tienes al día siguiente. Si necesitas visitar a un especialista en traumatología en Barcelona, coges un avión y al día siguiente ya lo tienes. Los recursos son infinitos porque el material es muy preciado, los futbolistas son muy caros, y entonces se les aporta todo”.
Tú en la medicina deportiva, y más en el fútbol profesional, si necesitas algo lo pides y lo tienes al día siguiente
El doctor Lariño estará al pie del cañón hasta que no se retome la Liga. “El fútbol es lo más importante dentro de las cosas menos importantes. Pero la salud está por delante de todo”, explica. Cuando vuelva la competición, regresará a sus obligaciones como médico del Deportivo. Lo hará con la enorme satisfacción de haber salvado vidas durante la emergencia sanitaria. También con la certeza de que ya habrá pasado lo peor.