¿Es mejor la inmunidad de la vacuna o la natural? Los expertos creen que vacunarse siempre será más seguro

Los expertos coinciden en señalar que aún no se dispone de suficientes datos para determinar qué confiere una mayor protección frente al virus
La infección natural induce "una buena respuesta inmune" y en la mayoría de personas contagiadas se detectan anticuerpos y producción de células T
Las vacunas indican que la reacción, al menos a nivel de anticuerpos, es tan buena o incluso mejor que la detectada en los pacientes que han pasado la infección
Las vacunas contra la COVID-19, que se encuentran en una fase de investigación más avanzada, comienzan a dar sus últimos pasos hacia la comercialización. En los resultados sobre sus ensayos en fase III, que se han ido conociendo en las últimas semanas, un aspecto ha destacado por encima del resto: la eficacia. Pero, ¿qué sabemos sobre la efectividad de una infección previa y la protección que brindan las nuevas vacunas? ¿Confiere mayor inmunidad contagiarse que vacunarse? Los expertos advierten que aún son muchas las dudas por resolver.
"Contagiarte puede significar la muerte, vacunarte no", apunta Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología, sin dudar ni un segundo en su respuesta al debate planteado. Dadas las incógnitas que aún suscita la enfermedad para la comunidad científica, predecir quién sobrevivirá ileso a la infección resulta prácticamente imposible.
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"Si se llega a demostrar que las vacunas son seguras y suficientemente eficaces, será sin duda preferible vacunarse que tener la enfermedad. Infectarnos es una ruleta rusa, una lotería", sostiene Carlos Rodrigo, miembro de la Asociación Española de Vacunología y jefe de pediatría en el Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona (Barcelona).
Para Adelaida Sarukhan, doctora en inmunología y redactora científica en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), la pregunta constituye una de las grandes incógnitas aún por resolver: "Por el momento, no tenemos suficientes datos para saber qué confiere mayor protección". Lo que sí parece estar claro a estas alturas, según confirma, es que la infección natural induce una buena respuesta inmune y en la mayoría de personas se detectan anticuerpos y reacción celular.
"Si el nivel de inmunidad será mayor o menor que el de la vacuna, todavía no lo sabemos. Los datos que tenemos de las vacunas indican que la respuesta, al menos a nivel de anticuerpos, es tan buena o incluso mejor que la detectada en los pacientes que han pasado la infección", explica Sarukhan.
Hasta el momento, la Unión Europea ha formalizado contratos de compra con farmacéuticas como Moderna, Astrazeneca/Universidad de Oxford y Pfizer/BioNTech. Todas ellas han trasladado resultados preliminares de sus ensayos en los que destaca una eficacia de entre el 70% y el 95%. Moderna ha asegurado que su vacuna presenta una eficacia del 94,1%, Pfizer un 95% y Astrazeneca un 70% (90 % en un subgrupo con media dosis inicial).
Sin embargo, desde la publicación de los primeros datos sobre las investigaciones más avanzadas en la lucha contra el SARS-CoV-2, los expertos vienen señalando que la muestra aún es escasa. "Estamos ante estudios que han contado con alrededor de 30.000 mil y 40.000 personas, entre los que solo han resultado positivos por coronavirus en torno a un centenar. A nivel científico, esos valores no permiten alcanzar conclusiones firmes", argumenta Carlos Rodrigo.
Pero las incógnitas no solo se refieren a la eficacia de las vacunas en desarrollo. Ante la evidencia de que ambos métodos pueden funcionar para alcanzar la inmunidad, la duda es conocer durante cuánto tiempo estaremos protegidos. Desde la primera ola de contagios, las investigaciones se afanan en tratar de precisar la memoria inmune de aquellos que han pasado la infección.
Predecible y segura
Sobre la mesa, los expertos coinciden en señalar la principal ventaja de una vacuna: es predecible y segura. "Cuando la ciencia dedica sus esfuerzos a buscar una vacuna para una enfermedad es porque es más seguro vacunarse que hacer frente al contagio. No nos molestamos en buscar una vacuna para una patología leve", indica Rodrigo.
Mientras que los niveles de inmunidad de cada persona después de un contagio pueden variar, unas diferencias que podrían deberse a la cantidad de virus a la que estuvo expuesta, la vacuna permite suministrar la misma dosis. "En lugar de tener una respuesta inmune tan diversa, la vacunación posibilita alcanzar una homogenización entre la población porque a todos les estamos dando la misma dosis, garantizando unos niveles de protección", expone la doctora en inmunología.
Riesgo inasumible
A pesar de las diferentes manifestaciones del SARS-CoV-2 en cada uno de los pacientes, ya son más de 1,53 millones de vidas las que se ha cobrado la pandemia. No obstante, aún hay quien considera que la infección se presenta con menor virulencia en las personas jóvenes. Una confianza que puede llevar a este sector poblacional a pensar en la eficacia de la inmunidad por contagio.
Si bien es cierto que las manifestaciones más graves del virus se dan en mayor medida en personas de edad avanzada, los expertos advierten de los riesgos que entraña para la población de entre 20 y 50 años. "Una de las cosas que más nos preocupa en estos momentos es la cantidad de personas jóvenes que tienen secuelas de la infección, aunque esta fuera leve. Nos encontramos con consecuencias a medio plazo que se mantienen en el tiempo como fatiga, problemas cognitivos, dolores de cabeza...", advierte Carlos Rodrigo.
En este sentido, el presidente de la Asociación Española de Vacunología añade que, además de que la enfermedad pueda agravarse independientemente de la edad, los jóvenes pueden transmitir a la población más sensible el virus y estarían contribuyendo a tensionar aún más la asistencia hospitalaria del país, por lo que "de ninguna manera se puede pensar en el contagio como alternativa".
Desde el Instituto de Salud Global de Barcelona, Adelaida Sarukhan reconoce que hay enfermedades donde la infección natural "induce mejor inmunidad en cuanto a duración", como puede ser el caso de las paperas o el sarampión. Sin embargo, alerta de que el riesgo asociado a la infección, como en muchas enfermedades, "es mucho mayor".