Salvar la Navidad, misión imposible: errores que han llevado del optimismo al miedo a la tercera ola


A solo unos días de Nochebuena y con una incidencia de casos en aumento, el plan para salvar la Navidad se ha quedado en una quimera
El Gobierno permitirá a las comunidades con más contagios endurecer las medidas del plan de Navidad
A mediados de octubre, en plena segunda ola, el objetivo era salvar la Navidad a toda costa. Entonces se pensaba que era posible llegar a estas fechas con menos contagios y celebrar unas fiestas navideñas parecidas a las de otros años, con limitaciones suaves, y con cenas y hostelería y comercios abiertos. Pero la experiencia es tozuda y se empeña en demostrar que a poco que se levante la mano, el virus vuelve a expandirse sin remedio. A solo unos días de Nochebuena, con una incidencia acumulada de los últimos 14 días en aumento, por encima de 200 por cada 100.000 habitantes, el plan para salvar la Navidad se ha quedado en una quimera.
Fue el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado (Ciudadanos), al que primero que se le oyó decirlo. La idea era lograr ese ansiada incidencia acumulada de 25 casos. "Si lo conseguimos, nos garantizamos unas Navidades como todos queremos, con una mesa de Navidad como Dios manda", afirmaba. En plena batalla con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, partidaria solo de medidas quirúrgicas, Aguado apostaba por hacer "bien los deberes y buscar todas las medios para reducir los contagios al máximo".
También, el presidente del Gobierno de Aragón, el socialista Javier Lambán, habló de salvar la Navidad: "Es fundamental llegar a diciembre en unas buenas circunstancias para que el comercio no se resienta". Hasta el presidente del PP, Pablo Casado, pidió no alargar el estado de alarma más de ocho semanas para "salvar la campaña navideña".
Fuera de España también se estableció como meta. El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, se refería a mantener la curva de contagios bajo control para afrontar un diciembre y unas fiestas navideñas con "más serenidad". Por su parte, su homólogo francés, Emmanuel Macron, planeaba poder abrir algunos comercios "en este período tan especial de las Navidades".
Pero aquellas afirmaciones de "salvar la Navidad" fueron enseguida puestas en jaque por los epidemiólogos. "Todo el planteamiento de salvar la Navidad no tuvo ningún fundamento epidemiológico", señala el médico de Salud Pública y ex directivo de la OMS, Daniel López Acuña. "El virus no hace paréntesis durante las fechas navideñas. Lo que hay que plantearse es que hay que emprender medidas restrictivas, de detección precoz y rastreo exhaustivo para doblegar la curva lo antes posible, pero se ha optado por no hacerlo. A cambio se ha elegido levantar restricciones para reactivar la economía, dejar correr una especie de actitud de mayor popularidad por ser sensible a la Navidad y una venta de falsas esperanzas", añade.
Los expertos coinciden: no se trata de salvar la Navidad sino de doblegar la curva y reducir la incidencia. En opinión del catedrático de Salud Pública Ildefonso Hernández, se confundió la prioridad: "El objetivo no era salvar la Navidad sino llegar a enero con la tasa más baja posible reforzando los servicios de salud pública de rastreo e identificación de casos. El objetivo era comprometer a la sociedad cuanto antes para conseguir la mínima incidencia posible".
Desde el hospital Marques de Valdecilla de Santander, el inmunólogo y presidente de la Sociedad Española de Inmunología, Marcos López Hoyos, insiste: "El peligro de relajarse es que ocurra como en verano. Entonces en Cantabria había una incidencia de cero o uno de casos nuevos al día y de repente se disparó, porque el virus está por ahí. Y en Navidades, juntándonos, en sitios cerrados a comer y con la alegría, el champán… pues imagínate".
Efectivamente, todavía está cerca la experiencia de lo ocurrido en julio cuando, tras la desescalada, el virus comenzó de nuevo a campar a sus anchas por todo el país. De ahí que los epidemiólogos adviertan que romper las burbujas habituales de convivencia entraña riesgos y que estas Navidades lo mejor es quedarse en casa. "Lo adecuado sería que las reuniones solo fueran con la familia nuclear hasta que tengamos una incidencia de menos de 25 por cada 100.000 habitantes en 14 días para intentar poder hacer algo. El riesgo lo tenemos ahí", asegura López Hoyos.
Un plan de Navidad tibio
Con todo, el Ejecutivo pactó con las comunidades un plan de Navidad tibio. En él se recogía no sobrepasar las reuniones familiares de más de 10 comensales de no más de dos núcleos de convivencia; cierres perimetrales de las comunidades desde el 23 de diciembre al 6 de enero (salvo para visitar a familiares y allegados) y toque de queda hasta la 1.30 en Nochebuena y Nochevieja. La decisión se tomó el pasado 2 de diciembre cuando todavía había una constante caída de casos y de incidencia que se rompió el pasado viernes. Era un plan que suavizaba las restricciones aprobadas para frenar la segunda ola.
"Acabamos teniendo demasiada permisividad y laxitud en estas medidas como si fuera un tema donde podíamos regatear o hacer concesiones. Y eso es no entender la dinámica epidemiológica que tenemos", asevera López Acuña. "Pensar que se puede tener una actitud de resistencia es entrar en un negacionismo y en una conducta que directamente atenta contra la salud de las personas", subraya.
Este miércoles, el Ejecutivo y las autonomías han tenido que recular. Tras las aglomeraciones y el frenesí de las compras durante los fines de semana del Black Friday y del puente de la Constitución, el panorama ha empeorado. Según Fernando Simón, el problema empezó incluso antes, cuando algunas comunidades empezaron a relajar sus restricciones al empezar a ver bajo control la segunda ola. Con una ralentización generalizada en el descenso del número de contagios e, incluso, una ligera tendencia ascendente en algunos territorios, sumado a la preocupante situación que se está viviendo en el resto de Europa, el último Consejo Interterritorial ha decido dejar en manos de las comunidades con peor evolución de la pandemia restringir aún más las medidas que se acordaron para controlar los contagios en Navidad.
"A mí me hubiera gustado que hubiera habido una posición unificada de todas las comunidades autónomas y el Gobierno central. No entiendo esto de seguir con este juego de lavarse las manos para que sean las comunidades autónomas las que decidan, no querer cambiar los términos del estado de alarma o aparentar que se respeta las competencias autonómicas. De lo que se trata ahora es de tener medidas comunes en un momento de gran trasiego entre comunidades como en Navidad", explica el ex directivo de la OMS.
Ildefonso Hernández también es partidario de que se hubieran tomado algunas medidas iguales para todos. "Entiendo que hay que contextualizar las medidas, pero a mí me hubieran gustado algunas medidas homogéneas que dieran a la población una percepción de riesgo alta, como adelantar el toque de queda", señala.
Las autonomías han comenzado ya a mover ficha. Canarias anunció nada más terminar la reunión de los consejeros de Sanidad con el ministro Salvador Illa que cerraba Tenerife durante 15 días, que las reuniones no podrían ser de más de seis personas y que el toque de queda se adelantaba a las 10 de la noche. Un día después, la Comunidad Valenciana informó que cerrará la región para todas aquellas personas que no tengan allí su residencia habitual. Cataluña no permitirá abrir los restaurantes salvo para desayunos y comidas, Madrid limitará las reuniones a seis personas también en los días festivos y Castilla y León prohibirá los reagrupamientos en el caso de allegados.
En unos sitios se prohíbe que la gente reciba visitas de sus familiares, el límite de las reuniones es un golpe para cualquier celebración, la hostelería ve revertidas las reaperturas parciales de hace semanas. Nada que ver con el discurso de "salvar la Navidad", una idea que ha fracasado. Por relajarse antes de tiempo, porque quizá nunca fue realista. Con una amenazante tercera ola cada vez más próxima, ya nadie piensa en salvar la Navidad. Lo importante aquí es salvar vidas.
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