Sergio Moreno-Ríos alerta del efecto llamada de la desobediencia: "Si otros salen a la calle, yo también"

Sergio Moreno-Ríos, catedrático en Psicología Evolutiva de la UGR, alerta en un estudio que la población puede verse motivada a saltarse el confinamiento al ver que determinadas personas lo hacen
Desde que se decretó el estado de alarma, los cuerpos de seguridad han detenido a más de cinco mil personas y denunciado a más de seiscientas mil, por quebrantar el confinamiento. Son las cifras de una realidad social que el experto en comportamientos y catedrático del departamento de Psicología Evolutiva de la Universidad de Granada, Sergio Moreno-Ríos, ha analizado. El paso de las semanas y ver que otras personas rompen el confinamiento incita a desobedecer el estado de alarma, asegura este experto.
Pregunta: ¿Por qué ocurre esto?
Respuesta: En condiciones de gran incertidumbre, como la que vivimos, la sociedad tiende a guiarse por lo que hace su grupo de referencia o sus líderes, ya sea en términos ideológicos, políticos o deportivos. Copiamos el comportamiento de aquellos que son más afines y coherentes con nosotros. Por ejemplo, si alguien ve a Rajoy saltarse el confinamiento y ha votado a su partido, probablemente, pensará que este persona tiene una información que no él sabe y será más fácil que lo copie. De la misma forma, si vemos una conducta deshonesta por parte de un grupo contrario, la rechazamos. Por ejemplo, el seguidor del Real Madrid verá como deshonesto al del Barça que salga a pasear y reforzará su confinamiento. Pensará: 'Yo no soy como él'.
P: Por naturaleza, ¿cumplimos las normas o tendemos a burlarlas?
R: En general, tenemos la idea de que somos seres honestos. Queremos vernos a nosotros mismos así y que los demás también lo vean. Nuestro comportamiento siempre se va a definir a partir de ese equilibrio: obtener el máximo beneficio que podamos, pero moviéndonos siempre en el filo de la deshonestidad. Por eso, la mayoría siempre estamos dispuestos a hacer un poco de trampa: salir a comprar más veces de las necesarias, tirar la basura en el contenedor que está mas lejos o pasear al perro cuatro veces y no tres. Pequeñas acciones que no exigen modificar el autoconcepto por el que todos nos creemos honestos.
P: ¿Y qué pasa cuando nuestras 'trampas' perjudican a otros?
R: Según los estudios de comportamiento, nuestro umbral de ser `buena gente' fluctúa y se hace más fuerte si pensamos que perjudicamos a un conocido, un amigo o a un familiar. Cuando realizamos acciones buenas, nos sentimos bien con nosotros mismos, ese umbral se eleva y es más difícil saltarlo. El hashtag #yomequedoencasa, que ha inundado las redes sociales, es un claro ejemplo de ello. Con él, reforzamos públicamente nuestra idea de honestidad. De la misma forma, a la inversa, cuando cometemos un pequeño desliz, la probabilidad de que cometamos otro, es mayor y eso, progresivamente, puede llevarnos a conductas deshonestas mayores.
P: Cuando vemos la normas injustas o inútiles, ¿tendemos a romperlas?
R: Es más probable que las incumplamos si consideramos que no son justas o útiles porque no atentan contra nuestra idea de 'ser moral'. Según los estudios de comportamiento, hay una gran parte de la sociedad que tiene una moral convencional. La que viene de una organización social y su aceptación. En este caso, si la ley o la norma dice algo, lo aceptan aunque esté en contra de sus principios. Otra gran parte de la sociedad, sin embargo, tiene una moral de principios. No les vale con aceptar algo porque la sociedad lo diga, tienen que tener una justificación.
P: Baja el número de fallecidos y llevamos mucho tiempo confinados, ¿esto hace que nos bajemos la guardia en el cumplimiento del confinamiento?
R: Esa combinación de datos positivos y las semanas de confinamiento, hace que aumente la predisposición a saltarse la norma. Llevamos más tiempo y estamos por tanto más cansados, necesitamos más lo de salir y vemos una oportunidad, si existe un grupo que justifica y refuerza la acción.
P: Hace ya tiempo que superamos la barrera de los veintiún días de confinamiento, ¿hemos creado un hábito?
R: Pese a la consigna de que veintiún días bastan para crear un hábito, aquí no funciona porque se han dejado de hacer muchas cosas, no solo una. No es dejar de fumar, es dejar de salir y de relacionarse con gente que es una motivación básica del ser humano. Al final, la costumbre permite llevar mejor el confinamiento, pero no son condiciones naturales que convertir en hábito. Salir a la calle implica muchas actividades, acomodarse a no tenerlas y, sobre todo, a no tener la libertad de hacerlas, no es sencillo.