Un nuevo estudio refuerza la teoría de la ‘inmunidad celular’: desde personas sanas hasta casos graves muestran indicios de células T


Una investigación con pacientes suecos detecta señales de ‘inmunidad celular’ en el 28% de las personas sanas que donaron sangre antes a la pandemia
También detecta respuestas de células T CD4+ and CD8+ en el 41% de los pacientes sin anticuerpos que sufrieron la COVID-19
Estos descubrimientos reforzarían la sospecha de que hay individuos que poseen cierto grado de inmunidad por el contacto con otros coronavirus y que los estudios de seroprevalencia subestiman la población real con inmunidad
La comunidad científica lleva un tiempo recalcando la importancia que la 'inmunidad celular' puede tener para hacer frente al SARS-CoV-2, el virus causante de la COVID-19. Varios estudios apuntan a que el contacto con éste y otros coronavirus podría generar células T, que crean la "memoria" para combatir el virus a largo plazo.
Una nueva investigación, resultado del análisis del plasma de pacientes suecos, reafirmaría esa sospecha. El estudio ha encontrado indicios de 'inmunidad celular' tanto en personas sanas que donaron su sangre antes de la pandemia (en el 28% de las muestras analizadas) como en casos graves de COVID-19 (100%). Esto sugeriría que hay personas que cuentan con cierto grado de inmunidad sin haber tenido contacto con el virus. También podría explicar por qué la mayoría de los casos son asintomáticos o presentan cuadros clínicos leves.
Asimismo, los científicos descubrieron que el 41% de personas que habían contraído la COVID-19 pero no habían generado anticuerpos tenían 'inmunidad celular'. Lo que sugiere que podría haber una proporción mayor de personas "protegidas" que la identificada en los estudios de seroprevalencia.
Inmunidad humoral y celular
El estudio, publicado en la revista 'Cell', ha investigado la presencia de células T en pacientes con diferentes niveles de gravedad de COVID-19, tanto en la fase aguda de la enfermedad como en la convaleciente. También se ha analizado la respuesta inmunológica de familiares expuestos al virus y de voluntarios que no han sufrido la enfermedad y que donaron su sangre antes y durante la pandemia.
Hasta hace poco, la mayoría de análisis se centraban en el estudio de los anticuerpos, que son producidos por las células B, ligadas a la 'inmunidad humoral'. Sin embargo, algunos estudios apuntan que la respuesta de los anticuerpos no es detectable en todos los pacientes, especialmente en aquellos con casos menos graves de COVID-19. Asimismo, la literatura científica disponible señala que la "memoria" de los anticuerpos es de corta duración. Lo que implicaría la posibilidad de volver a contagiarse una vez pasada la enfermedad.
Los anticuerpos no se detectan siempre y su presencia no asegura una protección a largo plazo
En cambio, la 'inmunidad celular', asociada a las células T, puede durar meses e incluso años. Éstas se generan tras el contacto con un patógeno, que queda "grabado" en la 'memoria inmunológica' del cuerpo. Esto permite activar una respuesta frente a futuros contactos con ese virus u otros similares. Por lo tanto, es probable que la presencia o no de células T específicas del SARS-CoV-2 resulten críticas para la protección inmunitaria a largo plazo contra la COVID-19. Especialmente, hasta que se produzca una vacuna y se distribuya a escala masiva.
Un 28% de personas sanas con respuesta inmunológica
Así, esta investigación ha estudiado la respuesta frente al virus de dos subtipos de células T: las T CD4 + y T CD8 +. Las primeras son cooperadoras; su labor es "arrancar" la respuesta frente al patógeno y son claves para la "memoria inmunológica". Los segundas, son citotóxicas; es decir, neutralizan las células infectadas por el virus, destruyéndolas.
Entre los colectivos estudiados, se identificaron diferentes porcentajes de personas con células T específicas contra el SARS-CoV-2:
- Un 28% de las personas sana que no padecieron la COVID-19 y donaron su sangre antes de la pandemia. Esto porcentaje es similar al de otros estudios de la materia.
- Un 46% de las personas sanas que donaron su sangre durante la pandemia.
- Un 67% en familiares de personas con COVID-19, expuestos al virus.
- Un 87% entre pacientes convalecientes de la enfermedad, con cuadros leves.
- Un 100% en pacientes con casos graves de COVID-19.
La presencia de células T en personas que no han tenido contacto con el virus reforzaría la sospecha de la comunidad científica de que algunos individuos cuenta con inmunidad previa. La teoría dominante es que se debe al contacto con otros coronavirus endémicos, que son algunos de los patógenos que causan el resfriado. Esto es lo que se denomina 'inmunidad cruzada'.
Esto también podría explicar por qué algunas personas son asintomáticas o presentan cuadros menos graves, aunque los datos disponibles no son suficientes para confirmar esta hipótesis. Asimismo, apuntaría a que en un nuevo contacto con el SARS-CoV-2, se podría evitar la reinfección o, en caso de contagio, desarrollar síntomas más leves.
La generación de células T podría implicar no contagiarse de nuevo o desarrollar cuadros más leves
Asimismo, se ha detectado la presencia de células T en el 41% de convalecientes que habían dado negativo en los test de anticuerpos. El porcentaje sube hasta el 99% en las personas a las que sí se les han detectado anticuerpos. Esto sugeriría que la proporción de la población con inmunidad frente a la COVID sería superior a la estimada por los estudios de seroprevalencia.
Cabe destacar, que la mayoría de los participantes en el estudio que habían sufrido casos leves de COVID-19 fueron rastreados después de regresar a Suecia desde áreas endémicas (principalmente el norte de Italia). Según el texto, estos donantes exhibieron respuestas "robustas" de sus células T meses después de la infección. Incluso sin habérseles detectado anticuerpos específicos contra el SARS-CoV-2.
Las células T dominantes en cada fase de la enfermedad
Asimismo, en el estudio se descubrió que, dependiendo de la fase de la enfermedad, el fenotipo o subtipo de las células T predominante varía.
En la fase aguda, se activarían las células T CD8 +. Cómo hemos señalado, éstas son citotóxicas y se encargan de destruir las células infectadas. Además, la aparición de estas células se correlaciona con la presencia de síntomas graves de la enfermedad.
En cambio, en la fase de convalecencia, se ha hallado que la respuesta de las células T es más amplia y polifuncional. Específicamente, cobraría peso la capacidad de éstas de generar 'memoria inmunológica'. En estos pacientes, se han hallado tanto células T CD4 + como T CD8 +. De hecho, estas últimas se "transformarían", ya que en esta fase muestran marcadores asociados a las 'células de memoria'.
Puntos clave del estudio
- Desde personas sanas hasta pacientes graves muestran indicios de 'inmunidad celular'
- La presencia de respuesta T en el 28% de los sanos apunta a una 'inmunidad cruzada' derivada del contacto con otros coronavirus
- En el 41% de convalecientes sin anticuerpos se hallaron células T, lo que sugiere que más personas tendrían cierto grado de inmunidad
- La infección por coronavirus estimula la formación de células T con subtipo de memoria
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