Patricia y sus cinco días en la UCI con 35 años: “Mi mente me decía que no iba a salir de allí”


Esta joven sin patologías previas relata el horror que sufrió por culpa del coronavirus durante su estadía en el hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo
Hace diez días que recibió el alta, pero los recuerdos le sobrevienen a la mente: “Tengo pesadillas. Me despierto pensando que estoy rodeada de cables”
La cabeza de Patricia no para de dar vueltas. A su mente llegan constantemente imágenes de lo que vivió durante el tiempo que pasó en la UCI por culpa del coronavirus. Piensa en los cables que estaban conectados a su cuerpo. En la sonda. En el oxígeno que le ayudaba a respirar. En las veces que lloró pensando que no volvería a ver a su familia. No tiene recuerdos muy nítidos de aquellos cinco días. Buena parte del tiempo estuvo sedada. Pero lo que vio fue suficiente para, ahora, levantarse sobresaltada en medio de la noche. “A veces tengo como pesadillas. Me despierto pensando que estoy rodeada de cables”, explica a NIUS.
Hace diez días que le dieron el alta. Pero relata con angustia todo lo que sintió cuando los médicos decidieron trasladarla a la Unidad de Cuidados Intensivos. “Llevaba dos días ingresada en el hospital, por precaución, ya que me habían visto una mancha en el pulmón. Pero el oxígeno empezó a bajarme. Cada vez tenía menos. Cuando me dijeron que me iban a subir a la UCI pensé: ¡madre mía! Es que yo nunca pensé que a mi me pudiese pasar eso”, reconoce Patricia.
Lo que pasó a partir del momento en el que cruzó la puerta de aquella unidad no se le va a olvidar en la vida. “Ver a tantos médicos a tu alrededor. En una pierna, en la otra, en la cabeza, cogiéndote el brazo… Es algo que impacta. Me dormían. Pero sí que era consciente de lo que estaba pasando. Lloraba pensando en que no iba a volver a ver a mi familia. Lloraba porque no podía respirar. Bueno, a veces no sabía ni siquiera si respiraba o no. Mi mente me decía: tú no sales de aquí”, relata la joven.
Pero lo que también recuerda es el cariño con la que los sanitarios la trataron durante esos días. “La mayor parte del tiempo estaba durmiendo, pero cuando me despertaban, llamaban a mi familia. Poder oírlos y sentir que estaban ahí me hacía sentir bien”, explica. En total, Patricia estuvo quince días ingresada en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo (Pontevedra).
Sin patologías previas
Patricia no se contagió en una fiesta. Tampoco por reunirse con sus amigas. Está casada, tiene tres niños y asegura que desde que comenzó la pandemia se lo tomó muy en serio. “Yo no ando en grupo y te aseguro que tomo todas las precauciones. No sé dónde pude contagiarme. Todas las personas con las que tuve contacto dieron negativo. Ni siquiera mi marido dio positivo, durmiendo con él todos los días. Yo no sé ya cómo funciona este virus”, comenta Patricia contrariada. “Es que lo tuve que coger en el supermercado o en el autobús, y eso que el autobús ya intentaba no cogerlo”, explica.
No tenía patologías previas. Pero es el ejemplo de lo cruel que esta enfermedad también puede ser con las personas jóvenes. “Hay que cuidarse mucho. No llega con la mascarilla. Ni siquiera con la higiene de manos. Yo era de las que desinfectaba el carrito de la compra con un papel y el hidrogel antes de utilizarlo. Y mira lo que me pasó”, relata. Por eso lanza un mensaje a los jóvenes. “Esta enfermedad no solo ataca a las personas mayores. Los jóvenes también se mueren. Yo me vi muerta”, confiesa.
Patricia se recupera en casa de su madre. Lleva diez días cumpliendo un riguroso aislamiento, alejada de sus hijos, y todavía nota bastante fatiga. Pero hoy está ilusionada. “Me han dicho que, por fin, ya podré salir a la calle”, dice. La vida le ha dado una segunda oportunidad.