¿Por qué es importante vacunar a los niños?

Las vacunas son uno de los progresos médicos más trascendentales de la historia porque ayudan a la erradicación y prevención de enfermedades
Unicef estima que una mejora de la cobertura de vacunas a nivel mundial podría evitar la muerte de 1,5 millones de niños
Los sistemas de salud autonómicos españoles cubren las vacunaciones de 13 enfermedades
En plena investigación para el hallazgo de vacunas que combatan el coronavirus y con la campaña de vacunación contra la gripe a la vuelta de la esquina, en NIUS repasamos la importancia de vacunarse para prevenir enfermedades infecciosas y, en algunos casos, letales.
La mayoría de ellas se administran desde los 0 hasta los 14 años, ya que de esta manera se garantiza que se generan anticuerpos contra determinadas afecciones a una edad temprana y, así, el niño está protegido de estas enfermedades y tampoco las puede transmitir. Los niños, pero especialmente los bebés, son especialmente vulnerables a algunas de estas enfermedades, dado que sus sistemas respiratorios e inmunológicos son más débiles y están menos desarrollados.
Según Unicef, se calcula que una mejora de la cobertura de vacunas a nivel mundial podría evitar 1,5 millones de muertes en la población infantil al año.
En España, las distintas comunidades autónomas, a través de sus servicios de Salud, fijan un calendario vacunal para prevenir enfermedades como la difteria, el tétanos, la tosferina, la poliomielitis, la meningitis (tipo B y C), el sarampión, la rubéola, la parotiditis, la hepatitis A, la hepatitis B, el papiloma humano, el rotavirus y la varicela. La vacunación no es obligatoria, pero es altamente recomendable y la prevención contra la mayoría de estas infecciones están cubiertas por los sistemas de salud autonómicos.
Uno de los principales argumentos que esgrime el Ministerio de Sanidad para defender la importancia de las vacunas y su eficacia es que salva vidas. En 1960, murieron 208 personas por poliomielitis. La mayoría de ellos, concretamente 196, eran menores de 15 años. El inicio de la vacunación contra esta enfermedad empezó en 1963. En 2008, no se registró ningún caso y, por tanto, no hubo ningún fallecido.
Vacunarse no salva únicamente vidas de aquellas personas vacunadas, sino también de aquellas que no disponen de esta cobertura, dado que si la población está vacunada masivamente, la circulación de los virus y bacterias es prácticamente inexistente, de modo que se evitan brotes. De hecho, la Organización Mundial de la Salud declaró en 2002 que la Región Europea de la OMS estaba libre de poliomielitis.
Por otro lado, bajar la cobertura de vacunación puede suponer un riesgo porque puede dar pie a un brote o epidemia. Hace una década, en Bulgaria, se registraron más de 24.000 casos de sarampión.
Antes de su aprobación y distribución de dosis para la vacunación, se elaboran exhaustivos protocolos que deben ser sometidos a un examen por parte de los organismos científicos y sanitarios competentes y que dan luz verde en el caso de cumplir con todos los requisitos de seguridad y eficiencia.
En esta línea, se hacen pruebas piloto y fases de ensayo clínico para evitar efectos secundarios. El suministro de alguna vacuna puede causar enrojecimiento, molestias en la zona donde un enfermero ha pinchado o un mareo, pero los efectos adversos graves ocurren muy raramente. Este mensaje lo trasladó el Ministerio de Sanidad en una de las campañas que se hicieron en la Semana Europea de Vacunación.
En España, se empieza a vacunar a los niños a los dos meses de vida. De hecho, antes de nacer, la gestante se puede vacunar contra la difteria, el tétanos y la tosferina (a partir de la semana 27 de embarazo) y contra la gripe en cualquier momento de la gestación. Estos anticuerpos se transmiten a través de la placenta. En casi la totalidad de las comunidades autónomas, los niños quedan protegidos de 13 enfermedades con vacunas hasta los 14 años, el último de atención pediátrica.