Por qué la gente lleva mascarillas por la calle, si el virus no está en el aire

Desde el punto de vista científico no tiene sentido llevar mascarilla en espacios abiertos pero, tras el confinamiento, habrá que estar pendiente del mayor o menor riesgo de contagio entre asintomáticos
Explican los expertos que, si nos dirigimos a un lugar cerrado y concurrido, es mejor llevarla puesta desde casa para evitar su contaminación al manipularla
Las recomendaciones por parte del gobierno y los organismos internacionales han variado mucho, pero actualmente se recomienda llevarlas en lugares públicos
¿Tiene sentido llevar mascarilla por la calle? La vemos en casi todo el mundo, cuando salimos. Suponemos que la llevan porque van a la compra o a trabajar a sitios cerrados. Pero sabemos que el virus no viaja por el aire y no supone un riesgo en espacios abiertos, así que realmente sólo haría falta usarla al llegar al destino, un sitio cerrado y concurrido. ¿Por qué la llevamos entonces? ¿Por precaución?¿Por miedo? ¿Por tener la sensación de que vamos más protegidos? Probablemente por una mezcla de todo ello. Pero desde el punto de vista científico, ¿tiene sentido hacerlo?
Guillermo Quindós, catedrático de Microbiología Médica en la Universidad del País Vasco, no se lo ve. “En la calle, yo no soy muy partidario, tiene sentido en sitios cerrados pero por la calle no tiene mucho sentido. No hay ningún dato científico que avale el uso de la mascarilla en sitios abiertos. No si tú estás bien, sano, en ese caso no tiene lógica. Pero todo depende de lo que nos digan, de lo que legislen, porque si nos dice el gobierno que hay que ponérsela, habrá que ponérsela”.
Quindós vive en Getxo, y confiesa: “Yo todavía no me la he puesto ningún día”. Explica que “en el País Vasco, el gobierno está en contra de su uso masivo por la calle porque dice que no hay datos claros a favor de que se deba utilizar en espacios abiertos, y no la recomienda. Aquí, a la mayoría de la gente que ves por la calle, la ves sin mascarilla, y en las tiendas no veías a nadie con ella hasta hace unos días”. Lo contrario de lo que ocurre en Madrid, donde ya empieza a ser habitual ver a la gente con mascarilla por la calle.
“Pero hay que tener en cuenta un factor: los asintomáticos”, matiza este microbiólogo. Y lo explica. “Los que apoyan que se lleve mascarilla por la calle se basan en que, como no sabemos cuántos infectados asintomáticos hay, aunque no tenga lógica científica vamos a llevarla, por si acaso”.
La viróloga de la Universidad de Santiago de Compostela Isabel Bandín es de la misma opinión. “El virus no tiene patitas, no se desplaza libremente por donde quiere, yo lo explico todo el rato… que el virus va en las micro gotitas de los infectados. Sin mascarilla, ahora mismo, vas seguro por la calle y sin problema, pero hasta que nos diga el gobierno si hay que llevarla o no. Porque estamos pendientes de datos que todavía no tenemos, de las pruebas de seroprevalencia que se están haciendo para saber cuántos asintomáticos puede haber. El mayor peligro es la gente infectada que no lo sabe”, explica.
Pendientes de los asintomáticos
Se refiere Bandín al estudio de seroprevalencia que realizará Sanidad para poder estimar el alcance del COVID-19 en la población y qué porcentaje puede haber pasado o estar pasando la enfermedad de forma asintomática. "Es cuando se verá si tiene o no sentido llevarlas por la calle”, asegura esta viróloga.
Porque hay que tener en cuenta que, aunque se trate de un caso asintomático y la persona no tosa ni estornude, los virus se pueden liberar con un acto tan sencillo y aparentemente inofensivo como hablar. En este punto, Quindós apunta una pregunta importante. “Si estoy asintomático, y no toso ni nada, ¿hasta dónde llegan mis virus?
Pues depende. Y lo explica. "Si no hablo, no hay problema. Pero cuando hablo, puedo mandar esas gotitas a medio metro, o incluso a un metro. Si voy solo por la calle, no hablo con nadie y no hay problema. Pero ¿y si me encuentro con alguien? Entonces es mejor llevar mascarilla”. Por eso, y ante la duda, la mejor opción (aunque no la más científica) puede ser usarla.
Pero también matiza. "Los virus los liberas cuando estás hablando, no si estás paseando, caminando o paseando al perro tú solo tranquilamente, ahí no veo necesaria la mascarilla”. Y asegura que está muy pendiente también de los resultados del estudio de seroprevalencia que realiza estos días el gobierno, porque “cuantas más personas tengan anticuerpos, más protegida estará la población”, explica Quindós.
Todo depende del escenario. Una cosa es utilizarlas ahora, con el confinamiento y las calles vacías, y otra muy distinta será utilizarlas cuando volvamos a una cierta normalidad, cuando las calles vuelvan a estar concurridas. Actualmente, en la calle hay muy poco riesgo de contagio porque apenas hay gente. Pero Bandín advierte: “Lo más seguro es que después del confinamiento, si hablas con alguien, no mantengas tanto como ahora esa distancia de seguridad de dos metros, vas a estar pegado a la persona, y por el mero hecho de hablar ya hay riesgo de contagio. Sería mejor llevar mascarilla. Y si después del confinamiento, volvemos a darnos besos y abrazos, con mucha más razón”.
Pero llevarla y no por ello bajar la guardia. Porque la mascarilla también puede darnos una falsa sensación de seguridad. “Por eso, hay que insistir mucho en mantener las mismas medidas de distanciamiento cuando acabe el confinamiento”.
Si la llevamos, mejor desde casa
El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades, que hasta hace diez días no recomendaba las mascarillas más que a sanitarios y enfermos, avala ahora el uso de mascarillas en la calle y por parte de toda la población, tanto en personas con síntomas como en asintomáticos. En su informe del pasado 8 de abril se refiere a lugares públicos en general pero hace hincapié, sobre todo, en su uso en espacios cerrados y concurridos, como tiendas, centros comerciales o transporte público.
“Si vas a uno de esos sitios, es mejor que la lleves puesta ya de casa. Si te la pones después, al llegar, puede que entonces ya hayas tocado alguna superficie contaminada y contamines la mascarilla, al manipularla. Y si, por casualidad, alguien te para por la calle y te habla, es mejor llevarla ya puesta. Si andas poniéndotela y quitándotela, puede ser contraproducente”, advierte Isabel Bandín.
Quindós coincide en esta recomendación. “Siempre hay que salir desde casa ya con ella. Si vas a un sitio cerrado, llévala ya puesta, o si quieres tener una conversación con los vecinos en el portal, llévala ya puesta”. ¿Y si vas caminando por la calle porque vas a la compra? “También. Porque para ponértela te la tienes que poner con las manos limpias, y para cuando vas a entrar en la tienda, ya habrás tocado cosas. Si te la pones allí, vas a contaminar la propia mascarilla. Es importante que te la pongas desde casa y con las manos limpias”, insiste este científico.
Cambio en las recomendaciones de Sanidad
El gobierno lo apunta, desde hace días: cuando termine el confinamiento, tendremos que salir a la calle con mascarillas. "Seguramente, la idea es que los asintomáticos no contagien sin saberlo. Lo que se intenta evitar es que personas que están infectadas y no lo saben, porque no tienen síntomas, puedan transmitir el virus”, asegura Bandín. Pero esto, que ahora parece evidente, no ha estado tan claro todo el tiempo.
De hecho, es lo contrario de lo que recomendaba el propio gobierno al comienzo de la crisis. A principios de marzo, se desaconsejaba el uso de mascarillas para la población en general, si no eran casos de riesgo. Y hace 15 días, María José Sierra, del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, todavía aseguraba que “la mascarilla quirúrgica es una barrera para que las personas infectadas no transmitan el virus… para caminar por la calle no es necesario, no hay riesgo de transmisión”.
A día de hoy, sin embargo, Sanidad ya recomienda utilizarlas. El 3 de abril, Fernando Simón advertía que, tras el confinamiento, tendremos que aprender “a comportarnos como hacen otras sociedades, como la japonesa”. El carácter mediterráneo no casa bien con la protección de la población en una pandemia.
En relación con este cambio en las recomendaciones, Bandín sugiere otra explicación. “Yo creo que ahora dicen lo de llevarla porque, como parece que va a ser necesaria en el futuro, también es bueno que nos vayamos acostumbrando ya, el tipo de hábitos y de contacto social va a cambiar totalmente cuando salgamos del confinamiento”.
No hay virus en el aire
Según los expertos, por tanto, no hay motivos científicos que avalen llevar la mascarilla por la calle ahora mismo, ya que apenas hay riesgo de contagio, pero sí tendría sentido si el destino es un sitio cerrado, para no andar manipulándola después, o por el riesgo de contagio entre asintomáticos tras el confinamiento.
La lleven o no, recuerden siempre una cosa:el virus no está en el aire, no es un bicho que vuela libremente por todas partes, como apuntaba Bandín y como explica también Quindós. “Un virus solo está vivo cuando está dentro de una célula, en el aire nunca. Lo único que hace en el aire es perder capacidad vírica, mermar, solo se multiplica si está dentro de nuestras células. No se multiplica en el aire, al contrario de lo que ocurre con las bacterias”.
De hecho, en el aire contaminado hay bacterias, que podrían -estas sí- multiplicarse en determinadas circunstancias. No es el caso de este coronavirus. En la calle, con o sin mascarilla, sepan que pueden respirar tranquilos, que no hay riesgo de contagio a través del aire.