Virginia, positivo en COVID: "¿Rastreadores? No han llamado. Rastreadora yo, que avisé a mis contactos"


Una castellano-manchega denuncia que no le han hecho PCR ni han rastreado a sus contactos
La consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha reconoce que puede haber "algún caso individual donde el sistema pueda haber tenido algún error de transmisión de datos"
Virginia está indignada: "Me siento totalmente abandonada", dice con un resto de rabia en la voz. "No me extraña que haya rebrotes y de todo", añade. Se queja así porque es positivo en COVID y asegura que nadie de Salud Pública la ha llamado, ni han llamados a sus contactos. "¿Rastreadores? Rastreadora yo, que soy la que ha contactado con mis seres cercanos para advertirles de que tengo coronavirus", zanja.
Cuando pidió cita médica porque tenía síntomas de Covid-19, el centro de salud respondió ofreciéndole una cita telefónica cuatro días después. Optó entonces por hacerse una PCR en un centro privado y pagándosela de su bolsillo.
MÁS
Asegura que nadie de Salud Pública le ha llamado para rastrear sus contactos -hace seis días que el laboratorio privado notificó su positivo y cinco desde que habló por teléfono con su médico público- y que a éstos nadie les ha hecho PCR.
Ésta es la historia de Virginia, que se convirtió en rastreadora forzosa:
Primeros síntomas: 9 de agosto
El 9 de agosto Virginia, treintañera residente en Toledo, se fue de vacaciones a Cantabria con una amiga. Fueron cuatro días en los que se sintió inusualmente cansada. "Al día siguiente de llegar estaba agotada, pero pensé que era porque al recobrar actividad tras muchos meses de inactividad me cansaba, o de conducir tanto".
A la hora de comer empecé a mosquearme. No me sabía nada, así que me puse a oler cosas por la casa. Y nada. Había perdido radicalmente el olfato de la noche a la mañana
Virginia asegura que en todo momento llevó la mascarilla, excepto en las terrazas en las que comió y cenó esos cuatro días. Tampoco, claro, en la habitación de hotel que compartía con su amiga. El día 12 llovió mucho, no llevaban paraguas y tanto ella como su amiga tuvieron que caminar bastante rato bajo la lluvia. Y por eso, cuando a los pocos días, ya en su casa, empezó con mucosidad y escalofríos lo achacó a "que había cogido frío".
Pérdida de olfato: 16 de agosto
El domingo 16 de agosto, al desayunar, Virginia no notó ningún sabor en los sobaos que se había traído de Cantabria: "Me dio rabia, pensé que se me habían puesto malos" Pero ya no estaba cansada, tenía menos mocos, así que ese fin de semana había hecho vida normal:
- Fue a comer con sus abuelos, su madre, su hermana y el novio de ésta, al aire libre y quitándose la mascarilla sólo para comer. Una precaución que dice haber tomado desde que retomaron las relaciones familiares, y que ahora agradece: "mis abuelos son mayores, viven en un pueblo en una casa con jardín de la que casi no salen, así que nos hemos cuidado mucho siempre de usar mascarilla con ellos".
- Hizo yoga con unas amigas en un parque de Toledo.
Pero el domingo empezó a sospechar: "A la hora de comer empecé a mosquearme. No me sabía nada, así que me puse a oler cosas por la casa. Y nada. Había perdido radicalmente el olfato de la noche a la mañana, eso fue lo que me hizo pensar que tenía coronavirus, porque hasta entonces los síntomas eran los de un resfriado común".
El periplo para que le hagan la PCR
"A partir de ahí comenzó mi periplo", cuenta Virginia. Porque le resultó muy difícil confirmar sus sospechas: tuvo que pagarse la PCR de su bolsillo porque la sanidad pública tardaba hasta cuatro días en hacérsela. Lo primero que hizo Virginia fue ir a Urgencias de su hospital de referencia, el lunes por la tarde. La remitieron al teléfono del coronavirus, donde a su vez le dijeron que llamara a su centro de salud. Y nunca consiguió que le cogieran el teléfono "y eso que llamé 20 o 25 veces", dice. "Me puse nerviosa, llevaba con síntomas desde ocho días antes, me parecía urgente que me hicieran la prueba cuanto antes y la sanidad pública me citaba otros cuatro días después de llamarles", se desespera Virginia.
Me puse nerviosa, llevaba con síntomas desde ocho días antes, me parecía urgente que me hicieran la prueba cuanto antes, y la sanidad pública me citaba otros cuatro días después de llamarles", se desespera Virginia
En un laboratorio privado tuvo los resultados en menos de 24 horas: como sospechaba, era positivo. Así que a la mañana siguiente de saberlo pudo por fin hablar con su centro de salud. Habían pasado, efectivamente, cuatro días desde que acudió a Urgencias. "Cuatro días en los que me auto-aislé porque quise, nadie me lo dijo. Lo hice yo por precaución, por responsabilidad", se queja.
La atendió una médica que sustituye al suyo habitual, que esta de vacaciones. La doctora le contó, además, que lleva las consultas de dos médicos a la vez, y que no da abasto. La médica le informó del procedimiento, aunque le advirtió que alguien de Salud Pública contactaría con ella:
- Quedarse en casa 10 días de confinamiento.
- A partir de ahí esperar a pasar tres días sin síntomas.
- El cuarto día ya podría.
Y ahí llegó su sorpresa: "Le pregunté si no me harían una PCR para confirmar que no tengo ya COVID. Y me dijo que no. Es decir, que me tengo que dar el alta yo misma cuando no note síntomas. Es responsabilidad absoluta del paciente que no se vea síntomas y salir", dice esta toledana sin salir de su asombro.
Desde que pedí la PCR hasta que la sanidad pública me llamó por teléfono pasaron cuatro días en los que yo me auto-aislé porque quise, nadie me lo dijo. Lo hice yo por precaución, por responsabilidad"
Nadie contacta con sus contactos
Pero para Virginia lo peor es la falta de control de sus contactos: "Me dijo mi médico que nos llamarían, a mí y a ellos. Pero nada. Nadie les ha llamado. ¿Rastreadores? Nosotros. Yo he sido la rastreadora que desde que tuve síntomas empecé a decírselo a la gente para que se vigilaran y les confirmé cuando tuve el resultado. Y nadie más". Así han actuado la gente con la que tuvo contacto:
- La amiga con la que viajó de vacaciones llamó a su centro de salud el viernes 21 de agosto. La han citado para hacerse la PCR este miércoles 26 de agosto. "Es decir, seis días después de confirmarse mi positivo y catorce días después de estar en contacto conmigo. Lo mismo hasta ya lo ha pasado". La chica está aislada en su casa por precaución.
- La madre, con la que ha estado en la misma vivienda mucho tiempo, tiene cita para realizarse la PCR el jueves 27. También se ha autoaislado.
- Los abuelos están en su casa, pero no han solicitado atención.
- La hermana no ha podido aislarse, porque trabaja haciendo una sustitución. Hasta el jueves 27 no le dan cita en su centro de salud para solicitar una baja que justifique su ausencia laboral. "Mi hermana no quiere perder el trabajo", cuenta Virginia, "y estos días que tardan en atenderla en el centro de salud está yendo a trabajar a pesar de ser contacto estrecho de un positivo".
Por eso Virginia, volviendo al inicio de esta historia, se siente abandonada: "Los únicos que nos responsabilizamos somos nosotros, las personas. Nadie más. Es terrible", se lamenta.
"Mi hermana no quiere perder el trabajo", cuenta Virginia, "y estos días que tardan en atenderla en el centro de salud está yendo a trabajar a pesar de ser contacto estrecho de un positivo"
Castilla-La Mancha reconoce que "puede haber fallos"
La consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha, a preguntas de NIUS, reconoce que "puede haber algún caso individual donde el sistema pueda haber tenido algún error de transmisión de datos, como parece ser el caso individualizado sobre el que preguntáis", y también admite que el volumen de llamadas a los centros de salud se ha incrementado mucho en las últimas semanas y "se está haciendo un gran esfuerzo para atender dichas llamadas".
Los servicios de información de Sanidad de Castilla-La Mancha afirman que los protocolos de rastreo son los especificados por el Ministerio de Sanidad, y que "para las tareas de rastreo Castilla-La Mancha cuenta con un total de 427 profesionales de Enfermería". La Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos elaboró un estudio en el que afirmaba que para controlar la epidemia en una zona concreta hacen falta 30 rastreadores por cada 100.000 habitantes, lo que en el caso de Castilla-La Mancha implica que necesitaría 600. Pero no es la única comunidad que no llega al límite recomendado, porque por ejemplo en la limítrofe Madrid harían falta unos 1.900 y hay 560, según las últimas cifras facilitadas.
La consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha reconoce que ""puede haber algún caso individual donde el sistema pueda haber tenido algún error de transmisión de datos" y que "el volumen de llamadas a los centros de salud se ha incrementado mucho y se está haciendo un gran esfuerzo para atenderlas"
"El tiempo de rastreo viene en función de varios aspectos como puede ser el número de contactos por cada persona diagnosticada con COVID-19, y se depende mucho de la información que pueda llegar a proporcionar el individuo durante la entrevista epidemiológica", añaden las mismas fuentes de la Consejería. Pero Virginia afirma que nunca nadie ha contactado con ella para preguntarle por sus contactos.
En sus notas de prensa para actualizar la incidencia de la COVID-19 en la región la Consejería informa de lo siguiente:
- Castilla-La Mancha continúa por debajo de la media nacional en casos diagnosticados por COVID por 100.000 habitantes en los últimos 7 días.
- La media nacional es 85,97 y el índice de Castilla-La Mancha es 57,06, según los datos publicados por el Ministerio de Sanidad.
Así mismo, en su página web recomienda:
- Quedarse en casa.
- Solicitar cita telefónica con su médico.
- Vigilar su estado de salud.
- Medirse la temperatura.
- Tomar antitérmicos habituales.
- Extremar las medidas de higiene.
- Evitar el contacto con las personas con las que se convive para evitar el contagio.
Según Virginia, ella y sus contactos han hecho todo eso, pero no porque nadie se lo haya dicho, sino por responsabilidad ciudadana.