Aislados en habitaciones de cuatro estrellas: el hotel medicalizado de Madrid, por dentro


NIUS entra al único hotel medicalizado que no ha cerrado desde marzo
En la primera ola hubo hasta 155 huéspedes ingresados, y ahora hay 80
Cuando a Cristina le dijeron que tenía covid entró en pánico. Pero no por la enfermedad, sino por la posibilidad de contagiárselo a su familia. "Mi madre es de riesgo, no quería volver a mi casa, un piso en el que compartimos baño. Se lo dije a mi doctora y me ofreció venirme al hotel", cuanta. Venirse a un hotel de cuatro estrellas en Madrid: el Ayre Colón. Desde la última semana de marzo funciona como una extensión del hospital Gregorio Marañón: con sus controles de enfermería, su centralita para monitorizar a los pacientes...
En Madrid llegó a haber 13 como éste, aunque el único que se ha mantenido abierto ininterrumpidamente es el Colón. En julio se planteó cerrarlo, pero la llegada de la segunda ola -en Madrid empezaron a remontar los casos en julio- obligó a mantenerlo, y este viernes por la mañana tenía de nuevo 70 pacientes ingresados, "y acabaremos el día con 90", asegura José Luis Escalante, coordinador de trasplantes del hospital Gregorio Marañón y director de este hotel medicalizado.
Un hotel que parece un hospital y viceversa
Lo primero que llama la atención de este hotel reconvertido en hospital es que parece precisamente eso. Si no fuera por el color de las paredes, las alfombras que silencian los pasos -ahora tapadas con plásticos- y las manijas de las puertas, con su ranura para tarjeta magnética, podríamos perfectamente creer que estamos en un hospital.
Pero dentro de las habitaciones la percepción es justamente la contraria: el hospital vuelve a ser un hotel. De las seis plantas, la octava y la novena están dedicadas a contactos estrechos de positivos que no pueden hacer el aislamiento en casa. De la segunda a la octava, están los positivos. Y en cada planta una de las habitaciones, "la suite junior", por ejemplo en la quinta, se ha convertido en un control de enfermería. Se ha quitado la cama y se han colocado las medicaciones en la consola, los aparatos de reanimación cardiopulmonar y las botellas de oxígeno en el portamaletas, y dos mesas pegadas a la ventana hacen las veces de soporte de ordenador.
Enfrente, dos vestuarios para ponerse los equipos de protección. Son necesarios cuando se entra a las habitaciones. Bata, guantes, gorro, doble mascarilla, calzas para los pies... Solamente las enfermeras y auxiliares pasan a lo que llaman zona sucia. Los médicos habitualmente no pasan del sótano, donde en una sala de conferencias se pasan el turno colgados del teléfono. Llaman cada día varias veces a los pacientes para ver cómo están, pautarles medicación o darles el alta cuando acaban su período de aislamiento (10 días). La monitorización se la hacen a sí mismos los propios huéspedes.
"Les enseñamos a usar el pulsioxímetro, que mide la saturación de oxígeno en sangre, y se ponen el termómetro. Y apuntamos sus constantes en su historial médico", explica Cristina Arias, supervisora de enfermería del hotel medicalizado Colón del Gregorio Marañón. El contacto con los pacientes es el menor posible, pero hay sanitarios en el centro las veinticuatro horas del día.
En su habitación "con cama de hotel para mi sola", sonríe la huésped Cristina, lleva la chica tres días. Se siente agradecida de no exponer a su familia a un posible contagio, y le ha bajado la fiebre. Aún le duele la cabeza, pero le cuenta a la enfermera que está mejor.
10 ingresos al día
El hotel Colón es el único de los 14 hoteles medicalizados que hubo en Madrid durante la primera ola que no ha cerrado desde que se abrió, la última semana de marzo. En junio, cuando apenas había casos de covid en la región, se planteó cerrarlo, pero los positivos empezaron a crecer muy pronto, y se decidió mantenerlo abierto. Y menos mal. Porque este viernes, según el doctor Escalante "terminaremos con 90 pacientes, porque tenemos 80 a las 11 de la mañana e ingresamos 10 al día". Un volumen de ingresos que refleja una situación similar a la vivida en la primera ola de la pandemia.
Actualmente tiene seis plantas funcionando para dar asistencia a pacientes con covid-19, aproximadamente el 75% de los casos, y a otros pacientes que no pueden realizar el aislamiento en su domicilio, que suponen alrededor del 25%. La gestión de este hotel se realiza como si fuera una planta propia del Hospital Gregorio Marañón, centro que lo dota de personal y recursos.