Prima la difusión sobre la veracidad: las personas inteligentes no están a salvo de los bulos

Las teorías conspiratorias, las pseudociencias o los remedios alternativos se difunden de forma masiva desde que empezó la pandemia, también entre personas inteligentes
Los consejos de los expertos: poner en cuarentena la información, no reenviarla, pararse y razonar
En las redes sociales, cuenta más la difusión de un contenido impactante que su veracidad
“Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. La cita se atribuye a Joseph Goebbels, que fue ministro de propaganda de Adolf Hitler. Y hoy en día, con la desinformación campando a sus anchas por las redes sociales, vuelve a estar de actualidad. Hoy podríamos actualizarla así: “Un mensaje falso reenviado mil veces –por whatsapp, Twitter o Facebook- se acaba convirtiendo en verdadero”.
Porque seguro que le ha pasado, con alguno de esos mensajes que llegan reenviados una y otra vez. Puede que dude de la veracidad de su contenido, que suele incluir consejos de todo tipo para luchar contra el coronavirus o datos alarmistas sobre la pandemia –como si los reales no fueran suficientes- pero sin pensarlo mucho, de forma casi automática a veces, lo habrá reenviado a otras personas o grupos como “información interesante o útil”. Que puede ser o no cierta, quizá dude, pero “qué más da si no lo es”. Ése es el peligro, precisamente, que no lo sea.
Porque una información falsa en medio de una pandemia, en la que está en juego la salud de millones de personas, puede incluso costar vidas. Lo advertía, hace unos días, la propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, a través de Twitter: “Los mitos sobre el coronavirus y las noticias falsas que circulan en las redes sociales pueden costar vidas”.
#Coronavirus myths and fake news circulating on social media can cost lives. We're working with online platforms to stop those seeking to profit from or exploit the crisis. Check your sources, trust health professionals. Together, let's set the record straight. pic.twitter.com/TJK21rKLTL
— Ursula von der Leyen (@vonderleyen) March 31, 2020
La incertidumbre, terreno abonado para los bulos
¿Pero por qué se reenvía esa información a pesar de tener dudas sobre su veracidad? ¿Cuánto influye el miedo o la incertidumbre en la propagación de los bulos? “No se piensa antes de compartir. Yo mismo he tenido que desmontar bulos con familiares. La gente busca certidumbres, y por eso se traga todo tipo de bulos”. Quien habla es Vicente Prieto, biólogo y presidente del Círculo Escéptico, una asociación que aglutina a científicos, médicos, divulgadores, historiadores… todos, con un único objetivo: promocionar el pensamiento crítico.
El objetivo es "que la gente piense por sí misma”, explica Prieto. Él tiene un lema, que repite y aplica mucho estos días: “Yo no quiero que pienses como yo, sólo quiero que pienses. No me creas, compruébalo”.
Y son muchos quienes, como él, alertan de que a la pandemia real, la del COVID-19, acompaña otra: la pandemia de la desinformación. Porque hay mucha incertidumbre todavía en torno a este nuevo coronavirus, y la incertidumbre es el caldo de cultivo perfecto para que bulos y pseudociencias se hagan fuertes.
Prieto lo explica así. “La ciencia no puede dar todas las respuestas. Y nosotros no soportamos la incertidumbre, siempre buscamos el control de todo. De pronto, ahora nos encontramos con que hay cosas en las que nadie sabe, faltan respuestas, y esto es campo abonado para que aparezcan oportunistas”.
Oportunistas que ofrecen soluciones fáciles y rápidas, nada que ver con los ritmos de la evidencia científica. En la ciencia, la certeza nunca es inmediata. “La gente tiene miedo, y quiere que le digan algo ya. Es como cuando vas al médico y te dice que no puede hacer nada; vas a un charlatán y te dice que sí puede y además, te cobra por ello”. El miedo y la incertidumbre ganan al pensamiento crítico. Reenviamos el mensaje.
De bulo a estafa: vuelve el MMS
"Cada vez que hay un problema sanitario grave, surge gente que quiere sacar beneficio. Y las teorías conspiranoicas: que si es un castigo de dios, que si el virus lo ha creado un laboratorio chino, o los norteamericanos para atacar a China... cada uno con su paranoia particular. El problema es cuando empiezan a venderte remedios milagrosos", advierte Prieto. Cuando detrás de ese mensaje hay, además, una estafa.
Preocupan especialmente los bulos médicos con supuestos remedios contra el coronavirus, que estos días corren de móvil en móvil como la pólvora. Este científico advierte contra uno que está circulando mucho y que además, es recurrente. Nada nuevo, pero sigue colando. El conocido como MMS (Miracle Mineral Solution), que se vende como “solución mineral milagrosa, compuesta de clorito de sodio mezclado con zumo de limón”.
Advierte este científico de que ya se vendió con el sida o con el ébola, y ahora, con la crisis del coronavirus, ha resurgido. “Se está vendiendo muchísimo por internet, si entras en Google y lo buscas te asustas. Y está poniendo en riesgo vidas humanas, porque tiene efectos muy graves. Pero la gente lo compra. Hay casos documentados de daños severos. ¡Si es que es un desinfectante industrial para piscinas, no un medicamento!”. Prieto se indigna cuando habla de ello.
Detrás del MMS está el norteamericano Jim Humble, conocido gurú de las pseudociencias. Y en España la promociona mucho Josep Pámies, agricultor catalán que se ha hecho famoso por ser un firme defensor de las terapias alternativas. Pámies lleva años vendiendo los supuestos milagros del MMS y ya ha sido denunciado varias veces. La última, por los Colegios de Médicos de Cataluña, hace sólo unos días. Actualmente está siendo investigado por un delito contra la salud pública y publicidad engañosa.
El MMS es sólo un ejemplo, pero hay muchos más. “En Inglaterra han quemado antenas de telefonía porque ha corrido el bulo de que el coronavirus se transmitía a través de las ondas del 5G. Es algo que está ocurriendo estos días. Es delirante”, cuenta Prieto. Y lo peor es que detrás de estas informaciones falsas, muchas veces hay caras conocidas que sirven de reclamo. Así funciona la cosa. En este caso, la del actor Woody Harrelson, que ayudó a difundir este bulo. “No tiene nada que ver ser famoso con ser inteligente”, advierte Prieto.
La gente inteligente no está a salvo
Desde Círculo Escéptico y muchas otras asociaciones científicas se está difundiendo estos días una carta abierta a las plataformas online que nutren las redes sociales para “que se actúe con más rotundidad contra quienes aprovechan la pandemia para la promoción de pseudoterapias” o informaciones falsas.
Prieto nos explica por qué. “Pedimos que la información que se difunda sea fiable. Ahora, más que nunca, hay que acudir a fuentes fiables médicas y científicas. Porque ahora, además, hay sobrecarga de información”. Y la saturación de contenidos relacionados con el coronavirus, el bombardeo constante de información, anula de nuevo el pensamiento crítico. Gana la inmediatez, el impulso de compartirlo cuanto antes es más fuerte que las dudas racionales que podamos tener al respecto. La inteligencia queda en un segundo plano.
Los psicólogos ya estudian por qué ocurre esto, y explican que ante la sobrecarga de información a la que estamos expuestos, confiamos más en nuestra intuición que en nuestra razón para decidir si algo es correcto. Guiados por nuestra intuición, reenviamos esa información falsa, y entramos así en un círculo vicioso. Porque cuanto más se reenvía y se repite un contenido, mayor es la sensación de "veracidad". Nos resulta familiar y, por tanto, más creíble.
Por eso los bulos no solo “cuelan” entre gente desinformada ni dependen del nivel intelectual. En mayor o menor medida, todos estamos expuestos. ¿Por qué, si no, gente inteligente llega a creer firmemente -y difundir- informaciones falsas?
Gordon Pennycook, investigador en psicología de la desinformación de la Universidad de Regina, en Canadá, ha hecho un estudio en el que planteó a los participantes una combinación de titulares verdaderos y falsos sobre el coronavirus. El 25% creyeron que las noticias falsas eran ciertas. Cuando se les pregunta sólo por el titular, el porcentaje sube al 35%.
El periodista científico y escritor británico David Robson, autor de “The Inteligence Trap”, lo explica así. “Quizá sus cerebros se dedican a preguntarse si una información obtendría me gusta y retuits en lugar de considerar su precisión. Ya se trate de promesas de un remedio casero o de reclamos sobre algún tipo de encubrimiento oscuro del gobierno, la promesa de obtener una respuesta fuerte en sus seguidores distrae a las personas de la pregunta obvia. Esta pregunta debería ser: ¿es verdad?”.
Pero es que hay algo que los expertos tienen claro. Pennycook lo resume así: "Las redes sociales no incentivan la verdad".
Los bulos, mejor con foto o testimonio personal
Y en las redes sociales, no todos los bulos funcionan igual. Los expertos señalan que una información falsa funciona mejor cuando va acompañada de una foto, un entrecomillado de alguien conocido, una historia personal potente… Y eso es algo que conocen bien en "Maldita.es", que cuenta con una sección dedicada a los bulos. Estas semanas, han abierto otra dedicada únicamente al coronavirus. Porque “los bulos sobre el coronavirus son otra epidemia”, aseguran, y hasta le ponen nombre:” infodemia”.
Laura del Río, coordinadora de la sección de Bulos, advierte de que “durante esta crisis, estamos viendo cómo se difunden muchísimo audios o vídeos supuestamente contados en primera persona, y hay que tener cuidado con ellos porque no sabemos quién lo ha grabado realmente (muchas veces ni siquiera dicen su nombre) y el contenido puede ser un bulo. Ha pasado por ejemplo con un supuesto camionero que enseñaba cajas con supuesto material sanitario que no se estaba enviando a España porque el Gobierno no pagaba, pero resulta que eran cajas de folios”.
Los métodos no son nuevos, pero ahora, con las redes sociales, sus efectos se amplifican. “Muchos de los bulos comienzan a difundirse por whatsapp y luego saltan a otras redes sociales, como Facebook o Twitter”, advierte Del Río. El mismo mensaje falso se difunde y redifunde por varias vías. Eso indica que es mucha la gente, más inteligente o menos, que lo comparte.
Poner la información en cuarentena
El hecho es que, durante esta pandemia, compartimos “información” más que nunca, y basta con que el contenido sea impactante para que llegue a millones de personas. Por eso, cuando se encuentre con una información dudosa, extremadamente alarmista o que le genere poca confianza, los consejos son muy claros.
- Lo primero: no reenviar
“Lo principal es que no reenviemos contenidos que nos generan dudas o de los que no estamos seguros. Pongámoslos en cuarentena, intentemos buscar qué es lo que dicen las fuentes oficiales o si ha sido comprobado por algún medio verificador, y no nos quedemos sólo en los titulares”, explica Laura del Río.
Relacionado con esto, Pennycook sugiere otra idea. Que las propias redes sociales proporcionaran un recordatorio automático para pensar dos veces antes de compartir.
- Lo segundo, pero igual de importante: pararse y razonar
“Que la gente piense y se informe adecuadamente. La opinión de un youtuber es la misma que la de un señor en la barra de un bar", advierte Prieto. Y como científico, insiste en la importancia de parar y razonar. “Busca información veraz y razona. Cuando se difunde lo de que el coronavirus fue creado en un laboratorio chino, o estadounidense... ¿Qué interés podrían tener China o EEUU en crear un virus que está matando a su propia población? Hay que razonar y buscar información fiable”.
Porque además, advierten, la vida de los bulos es larga. “Soltar un bulo cuesta un minuto, desmontarlo puede costar horas, días, años… El problema es que cuando pase esta pandemia, muchos de los bulos que están circulando van a seguir ahí”.