Primer día de visitas en un geriátrico tras las vacunas: “Por fin mi padre está inmunizado”

La Residencia de Mayores de Silleda (Pontevedra) ha abierto sus puertas a las familias tras obtener la ansiada inmunidad
Han sido encuentros sin besos, sin abrazos y manteniendo todas las medidas de seguridad: mascarilla, gel y distancia
Jesús, uno de los residentes, se ha reencontrado con sus nietos después de dos meses: “Lo necesitábamos, lo echábamos mucho de menos”
Cuando a Iria le propusieron ir a ver a su padre, no se lo pensó: “Me avisaron y salí corriendo, disparada del trabajo, para poder estar con él”, cuenta a NIUS. Era la primera vez en mucho tiempo que tenía la posibilidad de ir a visitarlo. El geriátrico en el que vive desde hace año y medio, a raíz de padecer un ictus, llevaba semanas cerrado a cal y canto. La ‘explosión’ de casos de la tercera ola había obligado a restringir las visitas.
Pero la vacuna ha obrado el milagro. “Por fin mi padre está inmunizado”, cuenta Iria Taboada a NIUS. Su padre, Jesús, y sus otros 58 compañeros de la Residencia de Mayores de Silleda (Pontevedra) recibieron la segunda dosis de la vacuna el pasado 29 de enero. Ahora, tras haber superado los diez días de rigor para la inmunización, han podido reunirse con sus familiares.
En el caso de Jesús, el encuentro ha sido de lo más emocionante. Ha podido reunirse no sólo con su hija, sino también con su mujer, Josefa, y con sus dos nietos, Roque y Telmo, de 11 y 8 años. “Llevábamos sin verlo desde Navidad. Hemos notado que se ha quedado un poco impactado al vernos a todos, pero después se ha emocionado", comenta Iria. El ictus restringió su movilidad. Pero, nada más ver a sus nietos, ha levantado los brazos para saludarlos. “Llevábamos mucho tiempo sin verlo y ya lo necesitábamos. Lo echábamos mucho de menos”, cuenta Roque, el mayor.

Encuentros con distancias y sin abrazos
Ha sido una cita con mascarillas, con distancias y sin abrazos ni besos. Pero algo muy necesario para Jesús. No hay más que ver la cara de felicidad que se le ha puesto al ver a su familia. “No ha habido un día en el que no nos preguntase por ellos”, comenta Paula, la directora. “Es que nosotros éramos de los que íbamos a verlo todos los días. No fallábamos nunca. Hasta que apareció el coronavirus y las visitas se tuvieron que limitar. Teníamos que turnarnos entre mi madre y yo para ir”, cuenta Iria.
No todos los residentes de este geriátrico han podido tener su ansiado encuentro. Solo aquellos que tienen familia residiendo dentro del mismo ayuntamiento. “La vacuna nos ha permitido abrir, pero los cierres perimetrales siguen ahí e impiden que puedan venir todas las familias”, cuenta Paula, la directora del centro.
Ese es el motivo que ha impedido que Carmen, otra de las residentes, pueda reunirse con sus familiares más directos. Pero se ha llevado una buena alegría al ver entrar por la puerta a Leonor, su prima. “Llevaba dos meses sin verla. Al menos ahora, gracias a la vacuna, podré venir a visitarla”, comenta Leonor, quien, para entrar, se ha tomado la temperatura y se ha puesto gel hidroalcohólico en las manos.

Además de Carmen y Jesús también ha recibido su visita Antonio. En su caso, la de su hermano, quien se ha quedado mucho más tranquilo al ver que se encuentra perfectamente. “Esto era muy necesario para las familias, pero también para los residentes. Necesitamos el día a día de antes. Los mayores necesitan el cariño de sus seres queridos. Es algo muy importante, es necesario para que todo fluya”, concluye Paula.