Primera salida en seis meses de los residentes de un centro de discapacidad: "Gracias a la vacuna"

Las residencias para personas con discapacidad intelectual llevaban blindadas desde agosto
La Xunta permite desde esta semana que los residentes vacunados retomen las salidas
Lucen ese tipo de sonrisa que se ve incluso con mascarilla. Victoria, Eloy, Manuel y Marcos pasean frente al castillo de Santa Cruz, en Oleiros (A Coruña). La brisa marina acaricia sus rostros. Llevaban desde julio sin salir de la residencia para personas con discapacidad intelectual en la que conviven. Ahora, ya inmunizados, estrenan la apertura que desde esta semana la Xunta permite para instituciones como la suya.
Victoria y Eloy caminan de la mano. No se sueltan. Es su primera salida desde que son novios. Ella no conocía el castillo de Santa Cruz, le "encanta". Ha tenido que esperar seis meses para conocerlo a pesar de vivir a cinco minutos en coche, imperativos de la pandemia. Habla poco, al menos en comparación con Eloy, el bromista del grupo. "Por fin salimos del trullo", ríe tras la mascarilla. Confiesa que ha aprovechado la salida para pedir "un café, café"; en el centro solo lo toma descafeinado, pero hoy es un día especial.

Los cuatro recibieron la segunda dosis de la vacuna el día 2 de febrero. Son inmunes, por tanto, desde el 12. Pero han tenido que esperar a que la situación epidemiológica permitiese un respiro para poder disfrutar del exterior. Las residencias permanecían blindadas desde el 7 de agosto. Recibieron la noticia en el salón de la residencia. "Se retoman las salidas", les dijo Jésica Yubero, una de las cuidadoras. Lo que pasó a continuación solo puede compararse con un gol que da la victoria en el minuto 95.
Manuel, el más veterano, lleva la voz cantante de la excursión, literalmente. Sale de la residencia con los brazos abiertos entonando una copla de Antonio Molina. Antes de subirse al autobús que los lleva hasta la playa ya ha puesto a todos sus compañeros a dar palmas. Agradece la salida, pero no se conforma. Su objetivo es volver "a tomar el café" con los vecinos de una urbanización situada enfrente de la residencia y "hacer recados en el supermercado" donde todos los empleados lo conocen.
Los cambios introducidos por el gobierno autonómico esta semana no solo afectan a las salidas de los residentes. La Xunta también abre la mano en cuanto a las visitas. Las personas de referencia pasan de una a dos y la frecuencia de los encuentros con seres queridos aumentan de una hora a la semana a tres. Además, las salidas al domicilio familiar ya no están limitadas. En Navidad, la última ocasión en la que muchos internos pudieron salir, se exigía que la estancia fuera del centro fuese de al menos siete días, hacer una PCR antes de regresar y, una vez en el centro, realizar una cuarentena.

Marcos es el benjamín de la escapada. Aplaude con ganas a Manuel, que ahora se arranca con una de Los Tamara. Confiesa que esta mañana se despertó "contento y nervioso" por volver a pisar la calle. Ahora que "tenemos la vacuna" lo que quiere es ver más a menudo a su hermana. Bebe su café para llevar mientras charla animado con Antonio Conchado, el cuidador que les acompaña. "Ha sido duro, pero se han portado como campeones, con una enorme responsabilidad", presume el trabajador. Y es que la pandemia ha golpeado a los residentes de Aspronaga. En marzo sufrieron uno de los primeros brotes comunitarios. 26 personas se contagiaron y una perdió la vida. En julio, se detectaron varios positivos más.

El grupo apura su paseo. Se sacan una foto para el recuerdo cruzando los dedos para que la estampa pueda repetirse con frecuencia. Regresan a la residencia con el chute de esperanza que supone palpar las cosas que añoraban en los peores momentos de la pandemia.