Quién ha pagado las vacunas de la covid: por cada euro de las farmacéuticas, los gobiernos han puesto cinco

La mayoría de candidatas tienen una importante financiación pública o proveniente de donaciones
El precio de las dosis varía: AstraZeneca, con una vacuna más sencilla, se sitúa en los 3 euros; la novedosa tecnología de Moderna dispara el precio hasta los 30 euros
La ventana para la rentabilidad económica es pequeña: hay más de 50 proyectos en ensayos clínicos
Tras diez meses desde el estallido de la pandemia del coronavirus, hay cerca de una decena candidatas a la cabeza de la carrera por la vacuna. Algunas como la de la multinacional Pfizer o la Sputnik rusa ya se están inoculando a la población civil. Otras como la de AstraZeneca continúan en fase de ensayo.
Según las predicciones de los analistas financieros, las de las estadounidenses Pfizer y Moderna son las que tienen más posibilidades de transformar sus inyecciones en millones, por su efectividad (95%) y su tecnología puntera de ARN mensajero. Sin embargo, no está claro cuánta "caja" harán las compañías involucradas. Para ello, es interesante conocer cómo se han financiado las principales vacunas, cuál es la demanda de cada candidata y los precios fijados por las compañías.
¿Quiénes son los inversores?
A diferencia del desarrollo de otros medicamentos, un proceso que puede alargarse durante décadas, la urgencia de la pandemia ha empujado un flujo inusual de donaciones. Entre otras, la fundación de Bill y Melinda Gates han contribuido más de 680 millones de dólares (558,5 millones de euros) en lo que va de pandemia, para impulsar la investigación y distribución de vacunas y otras terapias contra la COVID-19. Incluso personajes públicos a título personal han aportado su "granito de arena"; como la estrella del country Dolly Parton, que donó un millón de dólares (unos 820.000 euros) para el proyecto de Moderna.
Asimismo, el dinero público de diferentes administraciones ha supuesto una porción importante de la financiación. Por ejemplo, el gobierno de Reino Unido ha invertido 65,5 millones de libras (72,6 millones de euros) en la vacuna de Pfizer en colaboración con la Universidad de Oxford. La Administración estadounidense por su parte donó unos 2.500 millones de dólares (2.053 millones de euros) a la vacuna de Moderna, según el diario The New York Times.

De acuerdo con los datos de Airfinity, recogidos por la cadena BBC, en donaciones se han recaudado 1.500 millones de libras (1.885 millones de euros). Por su parte, los diferentes gobiernos, ansiosos por atajar la pandemia y sus efectos, habrían invertido 6.500 millones de libras (7.984 millones de euros). Las compañías solo habrían aportado 2.600 millones de libras (2.883 millones de euros) de su propio bolsillo.
¿Por qué prima la fundación externa?
Por lo tanto, para muchos de los proyectos la financiación ha sido en su mayoría de origen externo. Pero, ¿por qué las compañías no apostaron por invertir en la vacuna? La historia ha demostrado que este tipo de medicina no es muy rentable.
Para empezar, el proceso de investigación es costoso y de resultados inciertos. Además, normalmente solo se necesitan una o dos dosis de una vacuna para obtener inmunidad de por vida, por lo que su rentabilidad no es muy duradera. De hecho, al comienzo de la pandemia, las compañías se interesaron por la vacuna solo tras las promesas de financiación de los gobiernos y otras instituciones.
El impacto de la pandemia a nivel mundial ha impulsado la financiación pública y las donaciones
También ocurre que, si es una vacuna es de carácter universal, los países más pobres pueden necesitar muchas inyecciones… y no se les puede poner un precio extremadamente alto. Las verdaderas "minas de oro" son los medicamentos de uso diario (pastillas para el corazón, antidepresivos, etc.), que son más demandados en países más ricos.
Una de las excepciones es el mercado de la vacuna para la gripe, que factura billones de euros al año, al tratarse de una afección estacional y cuyas cepas varían de año a año. Si la COVID-19 también se vuelve una enfermedad recurrente, aquellas farmacéuticas que den con la fórmula más efectiva o el producto más rentable podrían aumentar notablemente sus ingresos.
¿Cuál es el precio de la vacuna en el mercado?
El precio que pagaran los gobiernos por las vacunas no se ha ofrecido en todos los casos con transparencia y puede diferir según los contratos de cada país. AstraZeneca ha asegurado que venderá cada dosis a precio de coste, unas 3 libras (3,3 euros), mientras dure la pandemia. Es una de las candidatas con la tecnología y forma de conservación más simple, de ahí también su bajo coste.
La ministra belga de Presupuestos en un arranque de sinceridad intencionado o no ha filtrado durante unos minutos en las redes sociales lo que pagará la Unión Europea por las diferentes vacunas. Las más caras son las de Pfizer y Moderna, 12 y 18 euros por dosis respectivamente. Ambas requieren inocular dos dosis a lo largo de tres o cuatro semanas y ambas plantean más problemas logísticos y de conservación que el resto porque utilizan la novedosa técnica del ARN mensajero y debe mantenerse a temperaturas muy bajas. La de Johnson & Johnson que aún no se ha aprobado es más sencilla de conservar y sólo se debe poner una dosis. Su precio estará por debajo de los ocho euros por dosis
El precio base de las dosis varía desde los 3 a los 30 euros
Por lo tanto, el precio depende de numerosos factores: la tecnología utilizada, los costes de transporte y conservación, las dosis necesarias, la efectividad, etc. Además, los precios no son fijos para todos los compradores. Normalmente las compañías cobran diferentes precios en cada país, dependiendo del poder adquisitivo de cada gobierno.
En este momento, los países más ricos están dispuestos a pagar precios altos, con tal de tener en sus manos cualquier cosa que ayude a poner fin a la pandemia. A medida que se pongan en marcha nuevos proyectos y aumente la competencia, es probable que los precios comiencen a bajar.
¿Qué demanda tiene cada empresa?
Muchos gobiernos ya se han comprometido a comprar miles de millones de dosis. Según lo recogido por Airfinity, la candidata que más pedidos acumula es la de AstraZeneca, con 3.290 millones de dosis. A pesar de no ser la que más efectividad ha demostrado (70%), es una de las opciones más baratas y más sencillas en términos de distribución. Precisamente, España anunció en octubre la compra de 31 millones de dosis de la vacuna desarrollada con la Universidad de Oxford.

Pfizer, Novavax, Johnson & Johnson o Sanofi deberán producir, al menos, unos 1.200 millones de dosis de sus vacunas. Otras como las vacunas de Moderna (780 millones) o Sinovac (260 millones) están por debajo del billón de pedidos.
¿Deberían las compañías no buscar el beneficio?
Debido a la magnitud del impacto de la pandemia, desde la opinión pública se ha sugerido que no es momento de "hacer negocios como de costumbre". Por ejemplo, algunas voces de la comunidad científica han pedido que se compartan los conocimientos técnicos detrás de las vacunas, para que otras empresas puedan crear dosis para su mercado -especialmente, para países en vías de desarrollo-. Sobre todo, en el caso de las farmaceúticas que han recibido dinero público.
En esta línea, desde Organización Mundial del Comercio (OMC), se ha lanzado una petición, promovida por India y Sudáfrica, para suprimir las patentes de las vacunas mientras dure la pandemia. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) creó en mayo la Plataforma de Acceso a la Tecnología (C-TAP), para promover el acceso equitativo a una vacuna y otras medicinas en todo el mundo.
En cambio, otra corriente argumenta que algunas de las empresas a la cabeza de la carrera por la vacuna asumieron un riesgo significativo al invertir en estos proyectos. Así, señalan que se debe recompensar a estos pioneros, para que sigan logrando avances médicos en el futuro.
Entonces, ¿cuáles serán las ganancias de las empresas?
En los próximos meses, las empresas estarán ocupadas cumpliendo los pedidos que ya han emitido la mayoría de gobiernos y organizaciones. Pero, una vez cumplidos esos primeros contratos, es más difícil predecir cómo se desarrollará el mercado. Dependerá de muchas cosas: cuánto dura la inmunidad en la práctica, cuántas vacunas llegan al público, la facilidad para la producción y distribución de las mismas, etc.
Sin embargo, la ventana para obtener beneficios directos se antoja muy temporal. Incluso si los pioneros no comparten su propiedad intelectual, la OMS ya recoge más de 50 vacunas en ensayos clínicos en todo el mundo. En un par de años podría haber decenas de candidatas en el mercado.
Según los expertos, a largo plazo, el impacto económico tendrá que ver más con la reputación que alcance cada compañía. Un proyecto exitoso podría atraer más financiación pública para otros medicamentos. También puede tener un efecto positivo en toda la industria, si la pandemia de la COVID impulsa a gobiernos y otras instituciones a invertir en nuevas tecnologías médicas de forma preventiva.