El reencuentro de Paco y Concha, separados por la covid hace un año: "Estamos perdiendo el tiempo que nos queda"


Hace cinco años que ella está ingresada en una residencia de mayores de Adra. Él iba a verla todos los días, mañana y tarde, hasta que, hace un año, se suspendieron las visitas a estos centros
Desde entonces, solo han podido mantener el contacto por llamadas de teléfono y algún que otro encuentro, a través de un cristal
Desde esta semana, el matrimonio ha podido retomar las visitas aunque bajo estrictas medidas sanitarias
Paco recuerda, como si fuera ayer, la primera vez que vio a Concha. Él tenía 18 años. Ella acababa de cumplir 20. "Estábamos en el cine. Fue un flechazo", cuenta a NIUS. Todavía le parece estar viendo esa melena de pelo rizado que lo cautivó. “Y era muy guapa. Lo sigue siendo”. Desde aquel día, supieron que siempre estarían juntos. Y así ha sido durante más de 70 años. Hasta que la pandemia los ha separado.
Concha tuvo que ingresar en la residencia Ciudad de Adra (Clece Mayores), hace cinco años. Sus dolencias le impiden valerse por sí misma y necesita atención las 24 horas. Desde entonces, Paco ha recorrido, cada día, el kilómetro que separa su casa de este centro. "Por la mañana, paseábamos, charlábamos de nuestras cosas, le daba de comer". Y lo mismo, por la tarde. “Me volvía a casa cuando ya la dejaba acostada”.

Ni un día ha faltado Paco a su cita. Siempre con las mismas ganas de la primera vez. Siempre con un ‘te quiero’ en los labios. Pero desde que en febrero del año pasado se suspendieron las visitas en las residencias de mayores, estos dos eternos enamorados dejaron de verse. “¿Quién nos iba a decir que al final de nuestros días pasaría esto?”, se lamenta Paco. “Está siendo muy duro y muy largo. Siempre hemos estado juntitos y unidos”, señala Concha.
El coronavirus los ha separado y el reloj corre en contra. “Siento que la pandemia nos está robando el tiempo que nos queda”, dice él, emocionado, y tiene claro que, a estas altura de la vida, el amor se ha multiplicado. “Nos queremos más de mayores que de jóvenes porque ahora nos hacemos más falta”, asegura. Ella también lo tiene claro. “Me gusta todo de él. Su ternura, su amor. Lo quiero con locura”.
Durante estos largos meses, las llamadas de teléfono diarias no han sido suficientes para ellos. “No es lo mismo. Yo necesito besarla y abrazarla”, reclama Paco. También un par de encuentros, a distancia, de los que al final les queda el regusto amargo de estar tan cerca y a la vez, tan lejos. “A tres metros y con cristales. Es todo muy frío”, señala.

Los días pasan, la edad pesa y la pandemia se alarga. Pero, este jueves, la vida daba otra oportunidad a esta historia de amor incondicional. La de volver a reencontrarse con los nervios de la primera vez. A las 12 del mediodía, puntual, llegaba Paco a su cita. En las manos, un ramo de rosas rojas y el temblor de la emoción. Al otro lado de la puerta, lo esperaba Concha. No hace falta ver sus sonrisas, tapadas por las mascarillas, para ver la felicidad que los embargo.

“Te echo mucho de menos”, le dice él. “Estaba deseandito verte”, contesta ella. Y el mundo se para a su alrededor. Ni la distancia, ni el tiempo, ni el coronavirus pueden con la fuerza del amor de estos ancianos. Han pasado más de 70 años de ese flechazo, en aquel cine, pero la magia entre ellos sigue siendo la misma. Ahora solo le piden a la vida una tregua para poder seguir disfrutándose un poco más tiempo, mientras se lanzan besos al aire. Maldita pandemia.