El rudimentario ‘ascensor’ de Luz para repartir sus mascarillas solidarias

Tiene 74 años y no dudó en poner su vieja máquina de coser a funcionar para confeccionar mascarillas de tela cuando empezó la crisis sanitaria
Forma parte del grupo de mayor riesgo ante la enfermedad y, por eso, ha ideado un ingenioso método para entregar el material sin salir de casa
A través de una cesta atada a una tela, hace descender las mascarillas. En la acera, la persona encargada de distribuirlas recoge la donación.
Cortando telas, enhebrando hilo y cosiendo a toda velocidad mientras escucha el que ya es el himno del confinamiento, el “Resistiré” del Dúo Dinámico. Así se pasa las horas Luz, una vecina de A Coruña que no dudó ni un momento en poner en marcha su máquina de coser para ayudar a los demás. “Quería aportar mi pequeño granito de arena en estos tiempos difíciles”, cuenta Luz a NIUS.
La costura es algo que siempre se le ha dado bien. Estudió patronaje industrial y colabora dos veces por semana en un taller donde hace bordados y calceta para fines solidarios. Esa generosidad que le caracteriza fue la que le movió a confeccionar desde su casa las mascarillas de tela que tanto escasean. Cogió telas y sábanas que tenía guardadas y se puso a coser con la máquina que sus padres le regalaron cuando tenía quince años. “Tiene casi sesenta y ahí está, sigue funcionando”, asegura.
Luz es un eslabón más de una cadena solidaria que ha surgido en esta ciudad gallega. En esta red de colaboración hay costureras, donantes de material y también taxistas, que colaboran para que esas mascarillas lleguen a quien las necesita. “Me avisó mi hija y quise apuntarme. Cada uno tiene su papel. Yo soy solo una más”, cuenta Luz. Se organizan a través de Telegram, donde intercambian consejos e ideas sobre los diseños y la forma de distribuir el material. Es precisamente ahí, en el reparto, donde a Luz le surgen los problemas.

La solución: cesta desde un segundo piso para evitar contagios
Lleva 18 días cosiendo en sus ratos libres. Lleva más de cien mascarillas hechas. “Se me pasan las horas volando. Ayer estuve cosiendo ocho horas o, incluso, algo más”, confiesa.
Pero su contratiempo es que no puede bajar a la calle. No puede tener contacto con nadie. Forma parte, por su edad, de uno de los grupos considerados de mayor riesgo. Por eso, ha tenido que echarle imaginación e ingeniar un sistema que le permita entregar su material manteniendo las distancias. “Me acordé de algo que vi, hace ya muchos años, en unas vacaciones en Peñíscola”, asegura.
Pero non queda aí a cousa! 🙂
— GAM_Coruna (@CorunaGam) March 27, 2020
Luz non pode baixar á rúa, por atoparse entre os colectivos de maior risco (ten 74 anos), e por iso ideou ela mesma un método para evitar o contacto en todo momento.
Atención, que paga a pena! 👀 pic.twitter.com/TtuyALao8s
Habla de un método rudimentario pero no, por ello, menos eficaz: el de descolgar desde la ventana una cesta sujeta a una larga tela. Una cesta que, cada vez que tiene que entregar material, hace descender desde su segundo piso poquito a poco, para evitar que pueda caer sobre algún transeúnte. En su interior, dentro de una bolsa, todas las mascarillas que ha cosido. “Vienen taxistas que colaboran con esta bonita iniciativa a recogerlas”, explica. Personas que, como Luz, trabajan de manera desinteresada.
