"El suicidio sigue siendo un tema tabú"

"La mejor forma de abordarlo es hablar con la familia. Hay que normalizarlo, no esconderlo", explica
"Es necesario hablar del suicidio en los medios, pero siempre de manera profesional, sin sensacionalismo"
Juan Carlos Díaz del Valle lleva más de treinta años trabajando como psiquiatra. Actualmente lo hace en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña. Ofrece orientación, diagnóstico y terapia a personas que sufren trastornos mentales y del comportamiento. Y eso incluye a personas que tienen conductas suicidas.
Pregunta: ¿El suicidio sigue siendo un tema tabú?
Respuesta: Por desgracia, sí lo sigue siendo. Es verdad que cada vez menos, pero todavía sigue habiendo familias que intentan no hablar de ello, como si fuera algo estigmatizante cuando el suicidio no es más que la consecuencia de otras enfermedades mentales. Enfermedades que provocan un sufrimiento que es tan intenso, que las personas que las sufren no encuentran otra salida.
P: ¿Es bueno hablar del suicidio?
R: Cuando una persona tiene ideas de suicidio, la mejor forma de abordarlo es que las pueda hablar con la familia. Y la familia debe normalizarlo, no se debe de esconder lo que ocurre. Los familiares tienen que ofrecer ayuda, el paciente tiene que saber que están ahí para arroparle. Y, evidentemente, de forma inmediata hay ponerse siempre en manos de un profesional. Pero el hablar de ello con el entorno, ayuda.
P: ¿Y en los medios de comunicación?
R: Es cierto que hay estudios que demuestran que existe un ‘efecto contagio’: que personas que escuchaban hablar de suicidio en los medios, por imitación, podían generar algún tipo de tentativa de quitarse la vida. Sin embargo, yo sí creo que es necesario que se hable del suicidio en los medios, aunque siempre haciéndolo de manera profesional, de forma que se disminuya el sensacionalismo de la noticia. Se puede comentar que una persona ha fallecido de esta forma, pero evitando comentar los detalles de la situación, del escenario... Se debe informar de que es algo que se puede prevenir, de los tratamientos, informar en positivo.
P: ¿Todavía hay quien relaciona el suicidio con el fracaso o con un desprestigio para la familia?
R: En absoluto es un fracaso personal. Y en absoluto es un fracaso de la familia. El suicidio es una consecuencia de una sintomatología que se da fundamentalmente en personas que tienen trastornos mentales y de comportamiento. Dentro de ellos, el que se asocia a una tasa de suicidios mayor, es la depresión. Personas que sufren una tristeza inmensa, con sentimientos de culpa, desesperanza, un dolor emocional y afectivo tan intenso… que el suicidio es la única salida posible para las personas que lo sufren. Hay también suicidios en personas que no tenían ningún tipo de patología previa pero que han sido objeto de situaciones muy estresantes, como por ejemplo un problema financiero. Y con mucha frecuencia ocurre que el suicidio es altruista. Ellos lo hacen para no ser una carga para la familia, para que no estén preocupados por ellos.
P: ¿Es posible prevenirlo?
R: Siempre es prevenible. De hecho, desde que se establecen planes de prevención, se ha logrado disminuir el número de suicidios consumados. Cuando se detectan cambios en la conducta de una persona porque ha sufrido una ruptura de pareja, una pérdida del puesto de trabajo o porque es una persona vulnerable, ya diagnosticada de depresión o patología similar… Primero lo que es importante es que la familia arrope, ayude a esa persona, sin juzgar, sin reñir y sin ordenar. Y, después, en la mayor brevedad posible hay que ponerse en contacto con los centros de salud para hacer una valoración y evitar una situación fatal.
P: ¿Qué señales de aviso existen?
R: Sobre todo, la señal la encontramos cuando detectamos que una persona cambia su forma de vivir: por ejemplo, una persona que solía hablar con todo el mundo y ahora es más introvertida, duerme peor de noche, hace comentarios de que "la vida no tiene sentido", de que "es mejor dejar de vivir"… Todos aquellos síntomas que provoquen un cambio en la persona nos pueden hacer ver que existe un riesgo.
P: ¿Cómo debe afrontarlo el entorno?
Cada vez que se produce el suicidio de un familiar, a menudo suelen aparecer sentimientos de culpa. Suele pasar que piensan “como no me di cuenta antes” o “pude haber hecho algo más”. Pero en esas situaciones lo que hay que decir es que el suicidio es la consecuencia de una enfermedad, igual que la metástasis es la consecuencia de un cáncer y ningún familiar tiene la culpa de ello. Es cierto que los familiares necesitan apoyo psicológico para superarlo porque es un trauma, al igual que lo es la muerte de un ser querido en un accidente de tráfico o en un catástrofe. Hay que establecer protocolos para ayudar a las familias una vez que se ha producido ese evento traumático y, también, protocolos para disminuir el número de suicidios.
P: ¿Existe un algún plan nacional para prevenir el suicidio?
R: A nivel estatal no. Cada autonomía desarrolla el suyo. Aquí hemos puesto en marcha un plan experimental en la provincia de Ourense que ha dado muy buenos resultados y que queremos extender a toda Galicia. Este plan tiene como base que exista una coordinación y un protocolo de actuación en el ámbito social, de la justicia, sanitario, con las fuerzas y cuerpos de seguridad, con medios de comunicación… ante este tipo de conductas. También incluye campañas para sensibilizar, concienciar y disminuir el estigma social asociado a esta conducta suicida. Por otra parte, es muy importante que no existan demoras en la atención sanitaria, así como limitar el acceso de personas vulnerables a medios letales, a determinados fármacos o tóxicos.
P: ¿Se puede hablar de un perfil?
R: Los datos que manejamos en Galicia es que la edad media se sitúa en torno a los 65 años. Hablamos de personas viudas, que viven solas y el método de intoxicación más frecuente es el de utilizar hipnóticos (en un 66%). Hay más tentativas en las mujeres pero, sin embargo, fallecen más hombres porque los hombres suelen utilizar métodos más violentos como arma de fuego o el ahorcamiento.