92 años para la meningitis, 42 para la varicela y uno para la covid: el tiempo que ha tardado cada vacuna


En la mayoría de enfermedades el tiempo para encontrar una vacuna definitiva ha supuesto más de 25 años
En algunas dolencias como la malaria, el dengue, el zika, el ébola, la infección por citomegalovirus o el sida no se dispone a día de hoy de una vacuna definitiva
La vacuna contra el SARS-CoV-2 ha pulverizado todos los récords. Solo ha pasado un año desde que se identificó por primera vez este nuevo coronavirus en un grupo de personas enfermas con un tipo de neumonía desconocida en Wuhan, capital de la provincia china de Hubei. Comenzaba entonces una carrera sin precedentes para encontrar una vacuna. Doce meses después, tras detectarse 74 millones de casos y más de 1,6 millones de muertos, el pasado 8 de diciembre se vacunaba de forma oficial a la primera persona en Occidente con la vacuna fabricada por Pfizer y BioNtech, una mujer de 90 años de Reino Unido.
Nunca antes había ocurrido nada igual. El proceso de crear vacunas para la mayoría de enfermedades ha supuesto décadas de investigación, como así lo demuestra un estudio de la Universidad de Oxford, dado a conocer por la BBC. En el informe se ha analizado 16 enfermedades: desde que se identificó el virus que lo causaba hasta el año que se aprobó la vacuna para combatirlo en Estados Unidos, el país donde la mayoría de las vacunas se autorizan por primera vez.
Para la tuberculosis, por ejemplo, tuvieron que pasar 45 años para tener una vacuna, en 1927. La enfermedad había sido detectada por primera vez en una persona en 1882. Mucho más tiempo transcurrió, en cambio, para encontrar una vacuna para la fiebre tifoidea, 133 años (de 1884 a 2017). Para la meningitis se tardó casi 100 años en poner la primera dosis (de 1889 a 1981); 42 años para la tos convulsa y 47 años para la polio (de 1908 a 1955).
En cuanto a la varicela, tuvieron que pasar 42 años (de 1953 a 1995) para encontrar una vacuna, y una década para al sarampión (de 1953 a 1963). La vacuna para el virus del papiloma humano se consiguió en 25 años (de 1981 a 2006); 16 años para la hepatitis B (de 1965 a 1981) y para la del rotavirus, 33 años (de 1973 a 2006).
En otras enfermedades no ha sido posible encontrar hasta ahora una vacuna. Hace 140 años que se descubrió la malaria en relación con el parásito Plasmodium, pero aún no hay una vacuna definitiva. En 2015, la Agencia Europea de Medicamentos aprobó el uso de la vacuna RTS,S para combatir la infección en niños en África, pero su uso todavía se limita a proyectos piloto en algunos países. "El caso de la malaria es complicado. El ciclo de vida del Plasmodium dificulta encontrar un blanco específico para la vacuna", ha explicado a BBC Mundo la investigadora Samantha Vanderslott, una de las autoras del estudio de Oxford. Esto se debe a que el parásito infecta los glóbulos rojos de la sangre humana y eso lo hace menos detectable para el sistema inmunitario.
Además de la malaria, otras enfermedades como el dengue, el zika, el ébola, la infección por citomegalovirus o el sida tampoco disponen de una vacuna definitiva. Las razones son muchas y variadas. "Salvo el citomegalovirus o el sida, la mayoría de estas enfermedades son trasmitidas por insectos, y afectan principalmente a los países más pobres, lo que supone que para su erradicación se requieren además medidas sanitarias", ha señalado a BBC Mundo Cristina Bonorino, profesora de la Universidad Federal de Ciencias de la Salud de Porto Alegre y miembro de la Sociedad Brasileña de Inmunología.
Por otra parte, la vacuna es un producto hecho por empresas farmacéuticas, cuyo desarrollo es caro y, muchas veces, poco rentable. "Si los países que más necesitan las vacunas no pueden invertir recursos, la decisión de producirlas o no termina siendo de las propias empresas. Por eso, muchas de esas enfermedades no tienen prioridad, aunque la tecnología para combatirlas ya exista", asegura Bonino, que va más allá: "El VIH, por ejemplo, es un virus complejo pero sabemos cómo crear inmunidad. No tenemos una vacuna porque las empresas tienen productos que controlan el problema y que se venden muy bien, como son los antiretrovirales. ¿Por qué van a invertir en una vacuna que cuesta cientos de millones de dólares?", se pregunta.