Hay diez proyectos de vacuna en marcha en España. Tres de ellos, en el CSIC. El de Luis Enjuanes y el de Mariano Esteban, los dos del Centro Nacional de Biotecnología, son los más conocidos. Pero a la vez, aunque en otro centro, trabaja el equipo de Vicente Larraga. Fueron los últimos en sumarse a la carrera, pero si su vacuna llega a buen puerto contaría con algunas ventajas con respecto al resto. La suya, por ejemplo, es la única de momento que se podría fabricar en España.
Larraga es director del Laboratorio de Parasitología Molecular del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas. Y es optimista. Da por hecho que habrá vacuna para hacer frente a este coronavirus (para el SARS anterior no llegó a haber), pero advierte que hay que esperar: para la población en general no llegará antes de 2022. El camino es largo y nada fácil. En esta entrevista nos explica por qué.
Pregunta: ¿En qué consiste su proyecto de vacuna contra el SARS-COV-2? Ha sido la última de la que hemos tenido noticia, y es quizá la menos conocida para el público general.
Respuesta: Nosotros tenemos experiencia desde hace muchos años en vacunas de ADN, que son unas vacunas distintas porque no utilizamos organismos vivos. En nuestro caso, tomamos genes de la proteína de enganche del virus. Utilizamos una molécula sintética de ADN en la que hemos puesto todas las señales que necesita la célula para que se integre en el núcleo y produzca la proteína del virus.
En nuestra vacuna no le introducimos ningún virus a la persona, lo que introducimos es esa molécula. Hace que el gen del virus entre en el organismo y produzca una proteína, que es una proteína extraña, el sistema inmune la reconoce y cuando entra el virus de verdad, ya tiene la memoria y lo bloquea. Esa es la idea, y funciona en otros casos. Ya tenemos una vacuna así contra el parásito de la Leishmaniasis canina, y funciona. En esa estamos ya en fase 4, pendientes sólo del permiso para poder comercializarla.
P: Es decir, que han llegado más tarde a la carrera pero tienen más camino recorrido, más trabajo hecho.
R: Las vacunas tienen una fase científica y otra industrial. Pasar de los resultados del laboratorio a la fase industrial lleva meses, y nosotros eso lo tenemos hecho. Es lo que se llama “el escalado industrial”, el proceso de producirla con una serie de condiciones a gran escala. Tiene mucha dificultad técnica. En nuestro caso, al tener ya lista la otra vacuna, al plásmido le da lo mismo tener el gen que usamos para la Leishmaniasis que tener este, el proceso de pasar de la pequeña a la gran escala está hecho, es el mismo. Esa es la gran ventaja que tenemos, y nos va a ahorrar meses.
P: Pero no es la única…
R: No. Otra ventaja es el tipo de vacuna, que es una vacuna de ADN. Una molécula de ADN es muy resistente, por lo que no necesitaríamos mantener la cadena de frio. En general, una dosis de una vacuna hay que mantenerla a 4 grados, esté donde esté, hasta que llegue al paciente. Pero en nuestro caso no haría falta, la vacuna puede estar a temperatura ambiente sin problema.
El ARN es una molécula muy frágil. El ADN, en cambio, aguanta los cambios de temperatura, de sequedad… Las dosis las pueden enviar a cualquier parte y no se van a estropear. Haya o no haya neveras. Eso, aquí no es tan importante, pero en otros sitios sí lo es.
P: Sabiendo esta ventaja, ¿por qué la mayoría de las vacunas que se están investigando son de ARN?
R: Lo son, en este caso, porque este virus es un virus de ARN. Las vacunas de ADN se han usado más en veterinaria, en general. El problema es que el ARN es una molécula enormemente frágil.
P: Además de todo esto, creo que la suya es la única que se podría fabricar en España. ¿Es así?
R: Sí. Nosotros tenemos un acuerdo con una empresa que es la única que tiene el permiso en España para fabricar vacunas, el grupo Zendal. Tiene permiso para fabricar vacunas veterinarias y está preparada para fabricarlas también en humanos. Ahora están trabajando ya con una vacuna contra la tuberculosis, de un equipo español también. Nosotros tenemos contacto con ellos porque la otra vacuna, la de la Leishmaniasis, ya la hicimos con ellos.
P: De cara a la vacunación de la población española, imagino que sería una ventaja enorme poder producirla aquí, sin tener que esperar…
R: Lo que no puede ser es que hasta las mascarillas las hayamos traído de China. Hay cosas que no se pueden ceder. Hay industrias estratégicas que tienen que estar donde tienen que estar. No podemos depender de las farmacéuticas grandes, a las que los españoles no les resultamos muy importantes, francamente. No estamos en el mapa de las farmacéuticas. Cuando llegue el momento de fabricar la vacuna, diremos: o se gasta usted un dineral o se hace aquí. Y si se puede, se debe hacer aquí. Sin duda.
P: ¿En qué fase se encuentra su vacuna actualmente?
R: Estamos sintetizando. Las moléculas las vamos a tener ya este fin de semana, primero probaremos in vitro y después en ratones. Si funciona en ratones (si se producen anticuerpos y se activa también el sistema inmune celular) y si vemos después que resisten la infección, entonces iremos a la fase 1 de ensayos clínicos con humanos. Si todo fuera bien, podríamos empezar esos ensayos antes de finales de año, y a primeros de 2020 pasar a la fase 2. Luego está la fase 3, que es la más complicada logísticamente.
P: Y si todo el proceso saliese bien, ¿para cuándo podrían tener la vacuna?
R: A lo largo del año que viene podríamos tener una vacuna con las dosis suficientes para poder vacunar a los grupos de riesgo (personal sanitario, ancianos en residencias y sus cuidadores).
P: En todo el mundo, hay más de 100 vacunas en marcha. Cuando hablamos de vacuna contra el SARS-COV-2 hablamos de vacunas, en plural, porque al final lo más probable que haya varias. Pero lo que sí se está dando por hecho es que vacuna habrá. ¿Usted lo cree?
R: Sí. En el anterior SARS, no hubo porque llegó a controlarse la epidemia antes y se paró todo, las vacunas que estaban desarrollándose (Enjuanes, de hecho, tenía una) no pudieron llegar al final porque ya no había financiación para ello. Pero ahora habrá, sí.
Hay que tener en cuenta, eso sí, que de todas las moléculas prometedoras que empiezan, sólo 1 de cada 10.000 llega al final del camino. Y ahí tienen mucho que ver todos los condicionantes económicos e industriales.
Pero en este momento el condicionante económico no existe, todo el mundo está interesado en que haya una vacuna. El que la consiga la va a vender, la ponga al precio que la ponga.
P: Pero antes de un año, o año y medio, parece complicado ¿no? A pesar de que Trump esté presionando mucho, dentro y fuera de su país, para conseguirlo.
R: Antes de eso, lo veo difícil, porque a todos les queda la fase 3. Y los tiempos biológicos son los tiempos biológicos, no los puedes modificar, el proceso de desarrollo de una vacuna tiene sus tiempos. Lo diga Trump, o lo diga quien lo diga.
P: En relación con esa fase 3 -los ensayos en miles de personas- se está viendo ahora que los efectos del confinamiento pueden dificultar que se pueda comprobar la eficacia de la vacuna
R: Va a ser complicado, sí. Los que se vacunen no pueden haber estado en contacto alguno con el virus, y necesitas a miles, eso ya es complicado de por sí. Pero sobre todo, va a ser complicado que se infecten. Habrá que hacerlo en un país, o una zona, donde haya infección activa, me imagino que las que van más avanzadas ya lo tienen pensado. No es nada fácil.
P: Una de las más avanzadas es la del Instituto Jenner, de la Universidad de Oxford. La farmacéutica AstraZeneca ya ha anunciado que en septiembre van a empezar a fabricar mil millones de dosis, sin saber todavía si la vacuna realmente funciona. Admiten incluso que puede que no funcione, pero para tenerla pronto “hay que arriesgar”. ¿Qué le parece?
R: Es bastante arriesgado, y es la primera vez que se hace. Siempre se pasa de fase en fase, el desarrollo de una vacuna es secuencial. En este momento, se están adelantando fases. Si sale bien, la ventaja económica que les da es tremenda. Si no sale bien, tendrás que tirar a la basura todas esas dosis, es una pérdida, pero tampoco les supone tanto. En esto también hay mucho marketing, al anunciarlo. Fíjese lo que pasó con el anuncio de Moderna, que disparó su cotización bursátil.
Lo de las mil millones de dosis, además, no me lo creo, me gustaría verlo. El número total de vacunas al año para todas las enfermedades son 5.000 millones de dosis. Si ellos producen 1.000 millones, eso querría decir que se incrementa la producción mundial de vacunas en un 20%, en tan solo unos meses. Lo veo muy difícil. Y no se puede dejar de fabricar las otras vacunas, porque la gente se te empieza a morir de sarampión.
P: Hay otra cuestión importante: que una vacuna debe proteger a un porcentaje elevado de la población. Pero eso solo se sabe al final del proceso… Lo advertían, hace unos días, las virólogas Isabel Sola y Margarita del Val.
R: Claro. Por ejemplo, la de Moderna, que vimos que tenía una eficacia del 35% en fase 1, si resulta que en la fase 3 también protegiera al 35%, la van a vender muy bien si la sacan en enero y es la primera. Pero si no lo es, con esa eficacia no la venderían. Si protege al 35% reduce la epidemia, pero no acaba con ella. Una vacuna merece la pena si protege al menos al 60% de la población, y ésa hay que hacerla en un tiempo razonable.
Al final, quedarán las más eficaces y las más seguras, pero hay algunos que juegan a otra cosa. Unos juegan a ser los primeros, y otros a hacerlo lo mejor posible.
P: Lo que está claro es que hay que esperar. Pero por ir a un ejemplo práctico, le hago una pregunta que se estará haciendo mucha gente... ¿Cuándo podría estar yo vacunándome? ¿De qué plazo hablamos para la población en general?
R: Alguien joven y sano, que no sea de riesgo, se podrá vacunar en 2022, o a finales de 2021 como muy pronto. Las primeras vacunas van a ir a las poblaciones de riesgo.
P: Llegarán mucho antes los fármacos, entonces. Para la siguiente oleada, no habrá vacuna pero estaremos mejor preparados ¿no es así?
R: Sí, los fármacos antes de fin de año, sin duda. Siempre fallecerá gente pero no como ahora, no veremos otra ola como esta. Esta nos pilló desprevenidos, a la OMS y a todos. Nosotros, además, somos un país turístico y eso influye mucho. Hay un estudio del Instituto de Salud Carlos III, de expertos en Genética -que son los que están siguiendo el trazado de las infecciones- que han constatado que llegó a haber hasta 15 focos al inicio de la pandemia en España. Eso no va a volver a pasar. Muy probablemente habrá otro brote en unos meses, pero ahí ya habrá un protocolo, estaremos preparados.
P: ¿Cree que después de esto cambiará el interés y el apoyo a la ciencia en España o nos olvidaremos de los científicos otra vez? Ahora mismo, ustedes son los protagonistas, algo inédito en este país.
R: Muy inédito. Pero yo no soy muy optimista con esto. Hace unos días, Sánchez ha dicho que hay que fortalecer el sistema sanitario y el de investigación. Al día siguiente, ni un solo medio nombraba al sistema de investigación, hablan del sanitario pero la investigación ni la mencionan. Hay un problema de base, este país no considera que la ciencia sea útil. Ahora mismo sí, pero ¿cuánto durará el susto? No lo sé. Las personas son olvidadizas, cuando la vida sea prácticamente normal, no se acordarán de nosotros.
Le voy a poner un ejemplo que ilustra cómo está la situación. Enjuanes, Esteban y yo. Los tres somos profesores de investigación Ad Honorem, eso quiere decir que los tres tenemos ya una edad, estamos jubilados.
P: Es decir, que las tres vacunas las lideran profesores jubilados ¿No hay relevo?
R: Sólo en el caso de Luis, que tiene a Sonia Zúñiga. Este es un claro ejemplo de que hacen falta más recursos en la ciencia en España. Faltan una o dos generaciones detrás de nosotros. Bueno... no es que falten, es que están fuera.