África, enfermera de Ceuta: "Vine a Madrid a luchar contra el coronavirus y ahora me dejan sin hotel"

Numerosos sanitarios tienen que dejar los hoteles en los que se encontraban desde el inicio de la pandemia
La Comunidad de Madrid asegura que están reorganizando las plazas hoteleras para sanitarios atendiendo a las necesidades actuales
Sábado 9 de mayo. Cinco de la tarde. Habitación 309 del Hotel Room Mate Laura, en Madrid. África Espinosa, de 22 años, está haciendo su equipaje. Las maletas están abiertas, encima de la cama. La joven va colocando la ropa. Y mientras lo hace, siente una sensación de impotencia. Ella, que llegó de Ceuta para ayudar en la pandemia, se queda ahora sin alojamiento. El departamento de Recursos Humanos del hospital en el que trabaja le comunicó hace unos días que debía abandonar el hotel.
“Me siento engañada. Yo me vine desde Ceuta con el compromiso verbal de que iban a proporcionarme un alojamiento el tiempo que estuviera aquí. Si no, posiblemente no hubiese venido”. África está estudiando cuarto de enfermería y cuando estalló la crisis del coronavirus decidió echar una mano en Madrid. La contrataron hasta el 1 de julio en el Hospital Ruber Juan Bravo, del Grupo Quirón. Primero estuvo en el Hotel Ilunion Suites, después la enviaron al Room Mate y hace unos días le comunicaron que debía abandonar el alojamiento el sábado 9.

“Yo aquí no tengo ni familia, ni amigos. El problema es que nadie me va a alquilar nada al tener un contrato temporal que acaba en un mes. Ni siquiera una habitación, porque soy sanitaria y nadie se va a arriesgar a un posible contagio. Tampoco puedo irme a otro hotel o a un hostal porque no están funcionando con normalidad todavía”, se queja la enfermera. “La única opción que me dieron fue rescindir el contrato, pero no quiero. Todavía tengo mucho que aportar aquí”.
Me siento engañada, no pueden tratar así al personal sanitario que se está dejando la piel en la pandemia
África llegó a Madrid a finales de marzo con mucho miedo a contagiarse. Pero no por la enfermedad. Lo que temía era no poder trabajar en la lucha contra la pandemia si caía enferma. Por eso hizo el viaje con guantes, mascarillas, gel hidroalcohólico y hasta bolsas de basura para no tener contacto directo con el asiento del tren. “Empecé el 2 de abril. Y al principio fue durísimo, terrible. Personas que mueren solas, con mucho miedo, sin nadie al lado. Además, no podías pararte con los pacientes porque no nos daba tiempo. Eran muchos. Muchísimos. Ahora la situación ha mejorado. Todo eso me ha curtido y la experiencia profesional y personal en este hospital no la cambio por nada. Pero no pueden tratar así al personal sanitario que se está dejando la piel en la pandemia”.
La reorganización de las plazas para sanitarios
Desde la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid aseguran a NIUS que están reorganizando las plazas hoteleras destinadas a los sanitarios y que lo están haciendo adaptándose a las necesidades de cada momento. Al inicio de la crisis de la COVID-19 había 1.700 plazas. Ahora hay 1.200. Un descenso motivado, según estas fuentes, por la realidad sanitaria actual. Además, destacan desde Sanidad que este plan de alojamiento para sanitarios es temporal, no indefinido.
Las denuncias de otros sanitarios
Para Rafael Rubio, delegado sindical de MATS (Movimiento Asambleario de Trabajadores de Sanidad), “esto es el colmo” de la precariedad laboral. “A los trabajadores les contrataron con un compromiso verbal de alojamiento y ahora les dicen que se tienen que ir de esos hoteles y no les ofrecen más posibilidades. Hay gente de fuera, pero también sanitarios de Madrid que han tenido que regresar a sus casas aunque vivan con personas de riesgo”.

David Crespo es celador del Hospital Universitario de Móstoles. Cuando empezó a ver la dimensión de la pandemia se marchó a un hotel de esa misma localidad junto a otros compañeros. El día 6 de mayo tuvo que abandonarlo. "Yo he tenido que volver a casa con mi padre y mi hermano. Me da miedo, por si acabo contagiándoles, pero no tengo otra opción”.
En ese mismo hospital, hay otras historias muy parecidas. Raúl, enfermero y viudo, tiene tres hijos pequeños. Los niños estaban siendo cuidados por la abuela. Él ha tenido que dejar el hotel y regresar a su casa. Cristina, médico de Toledo. Ahora vive con su tío. Irene, enfermera, ha vuelto con sus padres. Lo mismo ha hecho Lavinia, fisioterapeuta.
Buscando soluciones de urgencia
Isabel Monzón, auxiliar de enfermería, dejó su vida en Cáceres y empezó a trabajar en el Hospital Universitario de Móstoles el 30 de marzo. “Mi contrato es por una baja de una compañera inmunodeprimida, así que supongo que se alargará hasta que acabe todo esto". A ella el aviso de que debía dejar el hotel la cogió por sorpresa. “Me lo dijeron con 48 horas de antelación. Yo tengo familia en Guadarrama, pero en la casa viven personas de alto riesgo y no voy a poner en peligro a mi gente. Al final, un amigo mío, Adrián, cuando se enteró de lo que ocurría, me dijo que me fuera a con él. Y aquí estoy”, explica Isabel.

Una solución parecida encontró África Espinosa, la enfermera ceutí con la que comenzaba este artículo. Jocsan, un amigo de la infancia de su hermana, le ofreció una habitación en su apartamento. A ella le costó aceptarlo. “Cómo iba a decir que sí estando en un hospital ‘sucio’, con el riesgo de contagio que eso conlleva”. Al final llegó a un acuerdo con su empresa. La han cambiado a un hospital “limpio” de COVID-19. “Así me sentía más tranquila para decirle sí al amigo de mi hermana”. Con él vive desde el sábado, cuando se presentó en su casa con las maletas. Cargadas de ropa y desencanto.