“Sobrevivir en Venezuela es peor que el coronavirus”: los últimos venezolanos en llegar a España

La familia Castro dejó Venezuela y llegó a España en plena crisis del coronavirus
Fueron trasladados a un complejo hotelero de lujo para pasar ahí el confinamiento
Han sido de los últimos en poder solicitar asilo, suspendido desde la entrada en vigor del estado de alarma
Cuando hace un mes Juan Pablo, su mujer Mayra y sus dos hijos se montaron en un avión, dirección Madrid, ya sabían que España era uno de los principales focos mundiales del coronavirus. No les importó. Tenían claro que preferían un país tocado por el COVID-19 que uno en el que no veían futuro para sus pequeños; Juan Marcos, de cinco años y Mateo, de dos. La familia Castro dejaba una Venezuela deprimida económicamente y llegaba a una España desconcertada. Solo 72 horas después de aterrizar en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, se suspendían la mayoría de los vuelos y el país entero se paralizaba.
“Sobrevivir en Venezuela es cinco veces peor que el coronavirus. Yo no subestimé la pandemia pero preferí venir aquí con todo el riesgo que supone esta enfermedad antes que seguir allí. Yo viajo, pensé. El virus se puede superar. Conseguir una vida plena y segura en Caracas, no”, explica a NIUS Juan Pablo, de 40 años.
Venir al foco mundial del coronavirus
El día en el que dejaron su país, el 9 de marzo, España ya contaba sus víctimas por decenas, se habían diagnosticado casi 2.000 casos y algunas comunidades autónomas habían decidido cerrar los colegios. En Venezuela, el coronavirus todavía no había llegado. No se había detectado ni un solo positivo.
No íbamos a dejar pasar esta oportunidad por mucho coronavirus que hubiese en España
“Pero llevábamos mucho tiempo ahorrando para poder venir. Y no íbamos a dejarlo pasar. Seis años desde que empezamos a pensarlo. En todo ese tiempo yo he trabajado desde las 06:00 de la mañana hasta la medianoche. Hacía detergente casero y lo vendía. También vendíamos chucherías, tortas, bebidas, legumbres o verduras. He hecho de taxista, de entrenador personal, que es mi profesión, he trabajado en mercadillos, he montado una tienda de ropa... He hecho cosas que nunca pensé que haría. De todo para mantener a mi familia”, relata emocionado Juan Pablo. “Ahora nos llaman desde Venezuela y nos dicen que nos hemos venido donde está peor la cosa. Y yo les digo, por mucho que me duela, que ellos están peor. En esta familia somos unos supervivientes y el coronavirus no va a poder con nosotros”.
Juan Pablo, su mujer y sus dos hijos han solicitado asilo en España. Lo pudieron hacer por los pelos. Ellos lo pidieron el 11 de marzo. El día 15 se suspendieron las peticiones tras entrar en vigor el estado de alarma. “Normalmente se resuelve en seis o siete meses, pero ahora con el coronavirus no sabemos qué pasará o si se alargarán mucho todos los trámites”.
Esperando en un hotel de lujo
Mientras esperan, están en un precioso complejo hotelero de Arganda del Rey, Madrid, gracias a la solidaridad de sus dueños. Es la sorprendente otra cara de esta historia. Tras pasar unos días en los barracones del Centro Temporal de Acogida para Solicitantes de Asilo de Vallecas, la familia Castro y varias más fueron trasladadas a otros lugares para evitar el hacinamiento y minimizar el riesgo de contagio. A ellos y a otras 58 personas les tocó este lugar. Un hotel con cabañas de lujo, algunas de ellas con jacuzzi, que antes de la crisis sanitaria se dedicaba a celebrar bodas y eventos para empresas.


“Aquí vivimos como príncipes. Esto es una maravilla, es inolvidable. Es como terapéutico. Estamos todo el día con los niños. Los cuatro juntos. Las cabañas son preciosas y el entorno también. Nos tratan muy bien, nos preparan de comer y tenemos todo lo que necesitamos. Estamos de lujo”.

La solidaridad de los propietarios
Verónica Martín, portavoz del complejo La Cigüeña, nos cuenta que cuando el Gobierno anunció el cierre de hoteles y alojamientos ellos decidieron ofrecer sus instalaciones al Ayuntamiento de Arganda del Rey y a la Comunidad de Madrid. “Dos días después llegó un autobús con 18 familias solicitantes de asilo, 62 personas en total”.
Pusieron a su disposición las cabañas. También a varios cocineros, que se encargan de prepararles el desayuno, la comida y la cena. En tres turnos diferentes y manteniendo la distancia de seguridad y las normas de higiene recomendadas. “El primer fin de semana que llegaron se tendría que haber celebrado una boda. No pudo ser. Así que aprovechamos el menú para ellos. Chuletón de buey y cóctel de marisco”, explica Martín. “Además de eso, teníamos en cámara muchos alimentos para los eventos que íbamos a realizar. Eso se ha terminado ya. Ahora hemos tenido que comprar. También varias entidades y proveedores nos han cedido bastante comida. Es todo altruista, para ayudar en este momento tan complicado”.
Hasta que todo esto acabe
En principio iban a ser 15 días, pero en el complejo hotelero han decidido mantener a todas las familias aquí “hasta que acabe todo esto”. “Las familias están muy agradecidas y nos dicen que están sorprendidos por tanta solidaridad”, asegura Verónica Martín y remarca Juan Pablo, “es increíble”.
“A mí me costó muchas lágrimas irme de Venezuela. Pero ahora quiero integrarme aquí como uno más. Claro que da miedo el coronavirus pero ver cómo se está comportando la gente en España ante esta situación, ayuda”, explica este solicitante de asilo venezolano.