Secuestra a su hermana en un maletero delante de su hijo antes de atrincherarse en Murcia


Ocurrió el 22 de diciembre: un negociador habló 36 horas con el agresor, hasta que fue reducido por un perro de la Policía Nacional
Eduardo de 46 años se había construido un búnker con armas de fuego, munición, bombonas de gas butano y escudos balísticos
El hombre se encuentra ingresado en el departamento psiquiátrico del hospital de la Arrixaca y cuando reciba el alta ingresará en la prisión de Fontcalent
Un hombre introduce por la fuerza a una mujer en el maletero de un coche tras intimidarle con una pistola. Ella grita y trata de agarrarse con las manos al portón para evitarlo. Varios viandantes presencian la escena, en una calle de Molina de Segura (Murcia). También está delante el hijo de la víctima, de ocho años. Una profesora de judo del niño observa lo que ocurre y trata de ayudarla pero el agresor casi le arrolla al darse a la fuga en su Golf gris. La alarma de un coche suena incesante. Un testigo graba la escena con su teléfono móvil. El vídeo circula desde el jueves a través de las redes sociales, aunque ocurrió el 22 de diciembre a las seis de la tarde.
Eduardo se atrincheró durante 36 horas en una finca que tenía alquilada en la pedanía de Cañada Hermosa, tomando como rehén a su hermana y madre del pequeño. A la mujer la encerró en el sótano y amenaza con matarla. "Ha sido el caso más complejo en el que he mediado", relataba Marcos Castro, el inspector jefe de la Policía Nacional que hizo de negociador, en una entrevista concedida a Nius. Estuvo enviando mensajes de WhatsApp al teléfono del secuestrador sin obtener respuesta hasta que logró contactar con él. Suelen ser agresivos al principio porque no quieren hablar: "Soy policía, ¿estás bien?, te quiero ayudar a solventar la situación sin daños para nadie", es como suelen empezar estas conversaciones.
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El hombre de 46 años se había construido un búnker. Llevaba puesto un casco. Había acumulado armas de fuego, munición, bombonas de gas butano y se había confeccionado escudos balísticos para proteger su cuerpo. Durante cuatro años el hombre preparó el plan, mezclando sus delirios paranoides con la adicción a la cocaína y el consumo de pastillas. Recibió con tiros a los agentes. Uno de ellos resultó herido de un perdigonazo.
Pusieron en marcha un gran dispositivo, en el que participaron un centenar de agentes de los Grupos Operativos Especiales de Seguridad (GOES) de Valencia, del Grupo Especial de Operaciones (GEO), Policía Científica, la Policía Judicial, unidades de Seguridad Ciudadana, UPR (Unidad de Prevención y Reacción) y los Tédax. Consiguieron reducirle gracias a Elko, un perro adiestrado para reducir a delincuentes peligrosos.
"Él es un esquizofrénico paranoide. Cree que a su hijo lo tenemos secuestrado los policías, pero ni siquiera es su hijo, es su sobrino. Él cree que hay una conspiración entre la madre, los policías y los jueces. Dice que quiere salvar a su hijo. Quería que se lo llevase. Pero yo le dije que no desde el principio porque había repelido con disparos a la Policía", señalaba Castro.
Finalmente la mujer consiguió liberarse y salir por su propio pie. Una ambulancia le trasladó hasta un hospital para realizarle una exploración. "Le propuse una prueba de paternidad. Él quería que fuera allí un médico. Le dije que no podía y que tenía que salir él. Decía que no se fiaba. Le dije que eligiera él laboratorio". Así pusieron punto y final a esta operación.
El juez de juzgado de Instrucción número 8 de Murcia decretó el ingreso en prisión provisional para Eduardo, por secuestro, tentativa de homicidio, lesiones, daños en la vivienda y en vehículos, entre otros delitos. Tenía en vigor una prohibición de tener armas, que había quebrantado. Permanece interno en un departamento de la unidad psiquiátrica del hospital de la Arrixaca hasta que los médicos consideren que ha superado el brote y reciba el alta médica. Entonces será trasladado al centro psiquiátrico penitenciario de Fontcalent (Alicante), el único con el de Sevilla especializado para personas privadas de libertad con trastornos diagnosticados que han cometido delitos, pero que resultan inimputables por enfermedad mental previa o sobrevenida.