Qué es el Movimiento Imperial Ruso, la 'escuela' para ultras europeos detrás de las cartas bomba en España


El Movimiento Imperial Ruso ha venido actuando como una escuela paramilitar para fascistas occidentales, a los que ha dado formación en dos campamentos situados cerca de San Petersburgo
Se trata de la primera organización supremacista blanca considerada terrorista por Estados Unidos
'The New York Times' asegura que ha actuado al servicio del espionaje ruso en el caso de las cartas bomba de España
Hace tiempo que Estados Unidos puso a España sobre aviso de las actividades del Movimiento Imperial Ruso en nuestro país, al que ahora se acusa de estar detrás del envío de cartas bomba relacionadas con el apoyo español a Ucrania. Lo hizo a cuenta de uno de los líderes de este movimiento de extrema derecha, que acudió el 22 de noviembre de 2019 a un acto internacional del partido Democracia Nacional, una especie de cumbre neonazi europea que tuvo lugar en Madrid.
Era Stanislav Anatolevich Sevchuk, nacido en Ucrania en 1974, y que también ha dejado algún rastro de estancias en Barcelona. Washington avisó a la policía española de que debían embargarse sus bienes, ya que tanto a él como a su organización los considera terroristas.
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Estados Unidos vincula a este personaje con el entrenamiento de los ultras suecos que pusieron bombas en dos centros de refugiados. Ahora los servicios de inteligencia estadounidenses, también relacionan a este grupo con las cartas bomba enviadas en España, entre otros destinatarios, contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
El Movimiento Imperial Ruso ha venido actuando como una escuela paramilitar para fascistas occidentales, a los que ha dado formación en dos campamentos situados cerca de San Petersburgo. La organización fue fundada en 2002, defiende un retorno al zarismo y un nacionalismo étnico de dominación de la raza blanca. Una de sus primeras aventuras internacionales fue el apoyo a los separatistas ucranianos en 2014. En los últimos años cuando ha asumido como un objetivo principal formar una alianza con ultranacionalistas de Europa y Estados Unidos.
The New York Times ha informado sobre las sospechas de este grupo en el caso de las cartas bomba y asegura que los investigadores españoles tienen identificados a varios sospechosos.
Ultras rusos al servicio del espionaje de Moscú
En abril de 2020, el aviso que recibió el Ministerio del Interior por parte de Washington ya advertía de que el Movimiento Imperial Ruso estaba llevando a cabo contactos con grupos de ultraderecha de España y otros países para incitar a que se cometieran sabotajes. Pero según The New York Times, en este caso quien coordinaba la estrategia eran los servicios de inteligencia de Moscú, que estaban utilizando para la ocasión a la organización supremacista.
Se trataría de un matrimonio de conveniencia, en el cual la inteligencia rusa actúa mediante la Unidad 29155 de los servicios de espionaje militares, conocidos por las siglas GRU. Esta unidad aparece implicada en el intento de asesinato del exagente Sergei Skripal en 2018, del golpe de estado fallido en Montenegro en 2016 o de los intentos de asesinato contra el comerciante de armas búlgaro Emilian Gebrev. Nótese que fueron todo intentos fallidos, sin más éxito en el resultado que la desestabilización mayor o menor, según el caso, de las circunstancias internas de cada país. Ése mismo habría sido su objetivo en España.
El diario estadounidense afirma que en el caso español ha estado implicado el 161 Centro de Entrenamiento de Especialistas, ubicado en las dependencias de Moscú de la Unidad 29155. Al frente de esta unidad está el general Andrei Averyanov, condecorado con la medalla de Héroe de Rusia en 2015.
Las cartas bomba utilizadas en España eran de fabricación casera, con un material insuficiente para causar una explosión. En lugar de eso, estaban diseñados para originar una llamarada. Los objetivos habían sido seleccionados con un criterio claro y cierto conocimiento de los centros neurálgicos del apoyo español a Ucrania: la empresa de Zaragoza, fabricante de lanzagranadas enviados al Ejército ucraniano, las embajadas de Ucrania y Estados Unidos, el Ministerio de Defensa y La Moncloa.