Ana María, 20 años de estafas de la falsa nieta de Franco e hija ilegítima del rey emérito


Utilizaba falsos nombres como Mercedes de Lanas Chivite y Borbón
Captaba sobretodo a ancianos, a los que engañaba para que le entregasen grandes sumas de dinero en efectivo
Llevaba un alto tren de vida y contrataba a personas para cuidarla, a las que nunca pagaba
Ana María Bea Jiménez es su verdadero nombre, pero utiliza otros para engañar a sus víctimas, entre ellos Mercedes de Lanas Chivite y Borbón. Nacida en Tudela (Navarra) hace 50 años, va en una silla de ruedas porque padece una minusvalía física. También tiene dificultades para hablar: "A trompicones casi inentendible", cuentan quienes la conocen.
Se hace pasar por nieta de Franco, hija ilegítima del rey emérito y asegura ser la heredera de una fortuna millonaria. Lleva 20 años estafando y arruinando a familias de toda España. Elige como objetivos sobre todo a personas mayores. "Les promete de todo, poco a poco, hasta que les presenta unos impresos para rellenar de notario y cuando obtiene el dinero se esfuma", relatan algunas de sus víctimas.
Les convence para que inviertan supuestamente en bienes inmuebles y le entreguen grandes sumas de dinero en efectivo. Coinciden al señalar que "tiene una enorme capacidad de convicción". Al ser una persona dependiente se gana el aprecio y la compasión de sus amigos y conocidos. Después se queda con todos los beneficios, que destina a otras propiedades, joyas o tecnología.
Comenzó sus andanzas en 1997 de mutuo acuerdo con su tío, Ángel Pina Chiviteu, un militar retirado y mutilado de guerra que entonces tenía 82 años. Se calcula que ha podido estafar a más de un centenar de personas. Para ello había ido tejiendo una organización fuertemente jerarquizada: Ana María a la cabeza y una decena de miembros a su alrededor.
En 1998 fue detenida y juzgada y pasó un tiempo en prisión. Al salir continuó con sus artimañas. En el 2000 fue denunciada por varios vecinos de Castro Urdiales (Cantabria), que habían sido empleados suyos pero no les pagaba y les debía 23 millones de pesetas. Volvieron a detenerla y al salir de prisión siguió con sus engaños.
Sus víctimas han intentado pararle los pies advirtiendolo en las redes sociales y difundiendo algunas de sus fotografías.
@guardiacivil busquen a esta estafadores ella es profesional lo a acaba de hacer en Gerona ya lo hizo en Navarra hace 20 años su nombre es Ana María Bea Jiménez huyo de Gerona el lunes busquemos para no vuelvan hacerlo a dejado en ruina a una familia y sacado dinero a mucha gente pic.twitter.com/IATMgUXHNl
— Lolo (@Lolin20161073) January 31, 2018
La Guardia Civil la detuvo el 21 de diciembre en Alicante, acusada de apropiación indebida, blanqueo de capitales, falsedad documental, y pertenencia a organización criminal. Ingresó provisionalmente en el centro penitenciario de Foncalent, donde permanece en el módulo de enfermería junto a otras tres reclusas. Tiene asignada una interna de apoyo las 24 horas, sale al patio por la mañana y por las tardes suele quedarse en su celda.
Los inicios
Ana María comenzó a estafar junto a su tío, un anciano con el ojo derecho atrófico, sordera y apoyado en una muleta, que aseguraba disponer de información privilegiada de la Bolsa por ser militar retirado. Se sentó en el banquillo por primera vez cuando tenía 27 años, tras estafar a decenas de vecinos de las localidades navarras de Tudela, Cintruénigo, Corella o Zaragoza. Habían montado una oficina en Corella, en un local que les cedieron por "razones humanitarias".
Ana María captaba a sus víctimas convenciendoles de que pertenencía a una familia adinerada y tenía conocimiento de los negocios bursátiles. Le entregaban dinero supuestamente para adquirir acciones de conocidas empresas y les prometía que en un mes de plazo quintuplicaría esa cifra.
En el juicio la estafadora reconoció ser autora de este engaño y declaró que la idea había salido de un novio suyo que se llamaba Francisco. Manifestó que la había estafado a ella antes y la había dejado después de robarle todo su dinero.
Modus operandi
Ana María ha recorrido en los diez últimos años al menos Cantabria, Lleida, Navarra, Guipuzcoa, Madrid, Zaragoza, Huelva, Lugo, Valladolid, Granada y Alicante. Cuando se establece en un sitio se hace pasar por una persona acaudalada y contrata alquileres de casas, chóferes y personal de servicio para aparentar un alto nivel adquisitivo, acorde con su relato.
En 2010 en el Rocío (Huelva) contrató a un chofer y a una asistenta y pidió dinero a varias personas. Luego desapareció, dejando una deuda de miles de euros. Dos años después fue denunciada en Guitiriz (Lugo) donde había contratado a cuatro personas para cuidarla. En 2013 hizo lo mismo en Simancas (Valladolid).
En 2018 en Darro (Granada) recorrió varias congregaciones religiosas contando que era propietaria de muchas fincas pero tenía problemas con hacienda y que quería venderlas. Aseguraba que no podría hacerlo hasta que no pagase los impuestos. Ofreció a los feligreses las propiedades a un precio muy bajo si le adelantaban el importe. Cuando consiguió el botín se fue sin dejar rastro.
En 2020 se mudó a Alicante y utilizó un bufete de abogados en Guardamar del Segura:"Novus Legis Abogados”. Se ofrecía como intermediaria para comprar propiedades de fondos buitre procedentes de embargos, por precios muy inferiores a los del mercado. En el despacho trabajaban algunos letrados profesionales, aunque en realidad era una tapadera para gestionar los beneficios de sus estafas.
Prometía firmar en poco tiempo las escrituras de compraventa pero pasaba el tiempo y los afectados empezaron a denunciar porque no sabían nada de ella. Se calcula que a través de este este entramado ha conseguido blanquear casi un millón y medio de euros en apenas ocho meses, que ha destinado a la adquisición de piezas de alta joyería y objetos de lujo.
Alto tren de vida
Ana María llevaba ocho meses asentada en Alicante, donde había establecido su base de operaciones. Le constaban órdenes de detención de juzgados de Logroño, Madrid, Gerona Valladolid y Almería. Llevaba un alto tren de vida y había contratado a más de 15 empleados, que desempeñaban todo tipo de servicios personales para ella y a los que nunca pagaba, alegando que tenía algunos retrasos.
En sus viviendas tenía instalado un importante sistema de seguridad y vigilancia, incluso perros de guarda de razas potencialmente peligrosas. Sabía que tarde o temprano volverían a detenerla.