Las búsquedas que conmocionaron a todo un país

Cada una de ellas, movilizó a cientos de efectivos entre profesionales y voluntarios
A día de hoy, quedan activas 12.330 denuncias por desaparición, de las que 271 se consideran de "alto riesgo"
La de Blanca Fernández Ochoa es la última de una serie de desapariciones que en los últimos años han conmocionado a la sociedad. Desde las niñas de Alcàsser hasta el pequeño Julen, no han sido pocas las búsquedas que han mantenido en vilo a todo un país, que en todas estas ocasiones ha vivido pegado a una radio, a una televisión, a un periódico. Casos que se quedarán para siempre en la memoria de quienes las vivieron con mayor o menor cercanía.
El pequeño Julen
El domingo 13 de enero de 2019, un pequeño de dos años de la barriada de El Palo (Málaga), caía a un pozo de unos cien metros de profundidad y tan sólo 25 de diámetro. Aquel día, sus padres celebraran una comida familiar en un terreno propiedad de un amigo, David Serrano. La mala fortuna y una cadena de negligencias provocaron que el pequeño Julen se precipitara por la oquedad mientras jugaba.
A partir de ese momento se desató una búsqueda que terminó convirtiéndose en una auténtica obra de ingeniería civil. Se intentó, desde el mismo domingo, localizar al niño introduciendo una piqueta con una cámara en el pozo, hasta que se toparon con un tapón de tierra a 71 metros de profundidad. Una bolsa de chucherías fue el único rastro de Julen que se halló en la primera intentona.

El sábado 19 la sociedad española ya vivía pendiente de una búsqueda que atrajo el altruismo de empresas de todo el mundo así como los focos de todos los medios. Aquel día, el operativo de búsqueda liderado por el ingeniero Ángel García Vidal decide emprender una nueva línea de actuación y acometer la excavación de una segunda galería vertical que discurriera paralela al pozo para sortear el tapón de tierra. El lunes 21 se finaliza en un tiempo récord ese túnel, y comienzan las tareas previas de preparación del rescate, como el encamisado de la excavación. Tras una serie de imprevistos y el perfilado del túnel, el 24 de enero los dos primeros miembros de la Brigada Minera de Hunosa de Asturias acceden a la galería en una jaula metálica y comienzan a picar la galería horizontal que conectaría los dos túneles. En paralelo, un juicio mediático y social se desarrolla en torno a la responsabilidad del accidente.
Dos jornadas, cuatro microvoladuras y mucho esfuerzo después, los mineros alcanzan la cavidad donde yacía el cuerpo sin vida del pequeño Julen. Se confirmaba el peor desenlace posible mientras la sociedad se volcaba con muestras de apoyo a los familiares del niño, especialmente a sus padres. El triciclo en el que solía jugar se convirtió en el icono de un rescate que nos introdujo a todos en el pozo de aquel maldito pozo. Fueron 13 días de incansable rescate, y ahora un juez tendrá que determinar el grado de responsabilidad del dueño del terreno en la muerte de Julen.
El ‘pescaíto Gabriel’
La de Gabriel Cruz, de sólo 8 años, fue una búsqueda con un final tan triste como maquiavélico. El 27 de febrero de 2018 el menor desaparece en la localidad almeriense de Las Hortichuelas (Níjar) en torno a las tres de la tarde. Gabriel salió de casa de sus abuelos solo hacia la de sus tíos, pero en tan sólo 100 metros que discurrían entre ambas se le perdió la pista. Tan sólo 5 horas después la Guardia Civil inicia el proceso de búsqueda, apoyada muy pronto por los miembros de la Unidad Central Operativa (UCO).
A las pocas horas de conocerse el suceso, los medios de comunicación comienzan a hacerse eco y la sociedad toma conciencia de la relevancia que va adquiriendo la desaparición. Tanto es así que día tras día cientos de voluntarios llegan a Níjar desde toda España para colaborar de forma altruista en la búsqueda. El operativo de búsqueda organiza batidas de voluntarios para peinar el escarpado paraje de Cabo de Gata. Junto a ellos, bomberos, la Caballería de la Guardia Civil, drones, Policía Local… Más de 300 efectivos dedican cada día horas de esfuerzo para tratar de localizar algún rastro del menor.

Durante esos días, los padres del pequeño se dejan ver en varias ocasiones en los medios de comunicación para agradecer la ayuda y las muestras de cariño, mostrando una entereza que rápidamente cautiva a los espectadores. El símbolo del ‘pescaíto’, fruto del amor que sentía Gabriel por el mar tal y como contaron sus padres, se convierte en el símbolo de una búsqueda que sobrecoge a los hogares españoles. Junto a Ángel, progenitor de Gabriel, se deja ver esos días Ana Julia Quezada, la que por entonces era su pareja y la que terminó por descubrirse como asesina del niño.
El primer hallazgo importante de la búsqueda llega el 3 de marzo, cuando Ana Julia llega al Puesto de Mando Avanzado que se improvisa en la biblioteca de Las Negras (Níjar) portando una camiseta blanca que pertenecía a Gabriel. La prenda estaba seca, lo que enseguida levantó las sospechas de los investigadores dadas las condiciones de lluvia y viento que se estaban dando aquellos días en el paraje. La mujer dijo que la había encontrado ella misma y que era la camiseta con la que vistió al menor esa misma mañana.
Ocho días después, el 11 de marzo, la Guardia Civil localiza el cadáver del pequeño Gabriel en el maletero del vehículo que conducía Ana Julia en el momento en el que los agentes la detienen. Le habían estado siguiendo la pista, con escuchas incluidas. Posteriormente, la autopsia determinaría que Gabriel fue asesinado por asfixia y que fue enterrado. Un multitudinario entierro en la Catedral de Almería puso fin a un episodio crudo que marcó a quienes lo siguieron día tras día y que aún no ha llegado a su fin: a partir del lunes que viene comienza el juicio a su asesina confesa: Ana Julia Quezada.
Diana Quer, la chica que se cruzó en el camino de ‘El Chicle’
El 22 de agosto de 2016, Diana Quer, una joven gallega de 18 años, no llega a casa tras salir una noche de fiesta. Su madre, Diana, le escribió un Whatsapp aquella noche en torno a la una de la madrugada preguntándole si quería que la recogiera, pero la joven dijo que no. El último rastro que deja Diana es otro whatsapp enviado a un amigo sobre las 2:30h de aquella noche.
Al día siguiente, tras formalizarse la denuncia, comienza su búsqueda, llevada a cabo por efectivos de Policía Local, protección civil, familiares y amigos. Las batidas se centran en A Pobra, Porto do Son, Boiro y Ribeira durante varios días consecutivos. Las jornadas pasan y no hay rastro de Diana, mientras la Policía pide colaboración ciudadana y descarta pronto las hipótesis de una fuga voluntaria y un secuestro.

Hasta el 6 de septiembre no llegan novedades al caso. Aquel día, se conoce que los investigadores han conseguido determinar gracias al posicionamiento móvil que Diana se movió en coche antes de las cuatro de la madrugada; después el móvil se apaga. Pero no será hasta el 27 de octubre cuando el caso da un nuevo vuelco con el hallazgo, por parte de un mariscador, del móvil de Diana, un iPhone 6 de color blanco que fue encontrado bajo el puente de la autovía de O Barbanza, en Boiro.
La Policía ya tiene por entonces un sospechoso claro, aunque el juez archiva la causa el 19 de abril del 2017 por la falta de indicios para incriminarle. Se trata de Enrique Abuín, alias ‘El Chicle, a quien detienen el 29 de diciembre de 2017 por otro intento de rapto a otra chica que abre una nueva vía de resolución del caso. Este depredador sexual cayó en su propia trampa. Sólo dos días después se conocía la noticia que heló de nuevo a toda España: la Guardia Civil localizaba el cadáver de Diana Quer después de que ‘El Chicle’ confesara el presunto crimen. El 1 de enero la jueza de guardia considera a Enrique Abuín sospechoso de la detención ilegal y homicidio doloso de la joven, por lo que le envía a prisión comunicada y sin fianza. El próximo 29 de octubre dará comienzo el juicio a ‘El Chicle’.
Marta del Castillo, un misterio por resolver
El 24 de enero de este curso se cumplieron diez años de la desaparición de Marta del Castillo. Ese mismo día, allá por el 2009, la joven no regresó a casa, donde le esperaban a las once de la noche. Había quedado con su novio, Miguel Carcaño, y unos amigos, entre ellos Francisco Javier ‘El Cuco’. Pronto cundió la preocupación y se inició la búsqueda de esta joven de 17 años, cuyo caso forma parte ya de una sociedad, la sevillana, marcada por este suceso.
Tras 21 días de infructuosa búsqueda, Miguel Carcaño, que se convierte ya en el principal sospechoso de la desaparición pues aquella noche estuvo con ella, es detenido el 13 de febrero de 2009. Tan sólo un día después confiesa haber asesinado a la joven golpeándole la cabeza con un cenicero tras una discusión. En aquella declaración, Carcaño confesaría haber arrojado su cadáver al Río Guadalquivir, una versión que llegaría a cambiar a lo largo del proceso hasta seis veces más.

A partir de entonces, comienza un rosario de búsquedas, contradicciones y versiones ambiguas. Pasan las semanas, los meses y los años y sigue sin haber huella que conduzca al cuerpo de la niña. En 2011, ‘El Cuco’ es absuelto en enero, mientras que en octubre comienza el juicio a Miguel Carcaño, quien finalmente es condenado a veinte años de prisión el 13 de enero de 2012; el resto de implicados quedan absueltos.
Se suceden en los años venideros las búsquedas, tantas como versiones distintas ofrece Carcaño. El Guadalquivir, la escombrera de Camas, el vertedero de Alcalá de Guadaíra… Todas ellas sin resultado. En paralelo, los familiares siguen reclamando la repetición de un justo en el que, entienden, se han cometido varias negligencias. El 18 de febrero de 2017 tiene lugar la última búsqueda del cuerpo de Marta del Castillo, de nuevo en la dársena del Río Guadalquivir ubicada entre los puentes de la Barqueta y del Alamillo. De nuevo sin resultados.
Desde entonces, el caso sigue descansando en un silencio siempre incómodo que rompe la familia cada cierto tiempo para reclamar ese juicio justo que no llega.