Un avión frustra su aterrizaje en Bilbao por culpa del temporal: "Vomitó medio avión"

El avión intentó aterrizar durante 63 minutos sin éxito
El piloto decidió poner rumbo a Barcelona tras la imposibilidad de tomar tierra
Otros cuatros aviones tuvieron que ser desviados a Madrid, Biarritz y Barcelona
Un pasajero relata la odisea del aparato que ayer intentó tomar tierra "durante 63 eternos minutos" en Loiu, Bilbao, hasta que el piloto desistió y puso rumbo a Barcelona.
Iñaki Gorostiza asegura que no tiene miedo a volar. Ni siquiera cuando hay viento. Este ingeniero informático experto en analítica digital viaja muy a menudo. Pero nunca había visto nada como lo que ayer sucedió en el interior del Airbus 321 de Vueling que cubría la ruta Barcelona-Bilbao. El aparato no pudo aterrizar en Loiu por las fuertes rachas de viento, pese a pasarse 63 minutos sobrevolando Bizkaia y su zona costera, entre las cinco y las seis de la tarde, buscando una ventana de buen tiempo para tomar tierra. "Medio avión venía vomitando", recuerda.
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Tras dar ocho vueltas en una hora que se hizo "eterna", el aparato regresó a Barcelona para desesperación de sus ocupantes. "Hubo personas que lo pasaron tan mal que, al llegar a El Prat, decidieron quedarse y no viajar otra vez a Bilbao", aseguran. Finalmente, Iñaki pudo desembarcar en La Paloma en otro vuelo en el que fue recolocado sobre las diez de la noche. "Es la tercera vez en mi vida que me desvían a Barcelona, estoy gafado con este destino", cuenta muy tranquilo y sin hacer un drama de lo sucedido.
Todo comenzó sobre las cuatro de la tarde. El vuelo VY1426 partía de la Ciudad Condal con absoluta normalidad, en dirección a La Paloma. Se sabía que hacía viento, pero sólo una aeronave había frustrado el aterrizaje a lo largo de todo el día. Sin embargo, "en el descenso empezamos a notar que el avión se movía cada vez más y el piloto nos advirtió de que las rachas eran muy violentas a baja altura". Las sacudidas provocaron gritos de angustia, tal y como se puede comprobar en el vídeo que el propio Iñaki grabó y que acompaña este artículo. "Había pasajeros muy nerviosos y pasándolo mal". Otros se abanican, sofocados. "La verdad es que ibas enfilando la aproximación y hasta los que no tenemos nada de fobia a volar, decíamos, con perdón: Hostia... Hostia puta, pero bueno es más la sensación de mareo que el miedo".
Menudo meneo
Lo que más recuerda Iñaki es la cantidad de gente que hizo uso de la bolsa para el mareo. "Por lo menos 30 personas la utilizaron. Yo no he visto cosa igual, y he viajado mucho". Mientras daban vueltas y más vueltas sobre la desembocadura del Abra, el ingeniero informático explica que el Airbus 321 se movía, pero tampoco demasiado. "Notábamos que virábamos una y otra vez, pero fue en los dos intentos de aterrizaje, cuando perdíamos altura, cuando nos metíamos entonces en mitad de las turbulencias y todo se movía violentamente. Nos dimos cuenta de que era imposible aterrizar así. Menudo meneo".
A las seis de la tarde, tras haberlo intentado todo, el comandante desistió y puso rumbo a Barcelona, a donde llegaron sobre las siete, tres horas después de haber despegado desde ese mismo punto. En El Prat aguardaron otras dos horas para abordar un nuevo vuelo en el que habían recolocado a la mayoría, porque hubo un porcentaje bastante apreciable del pasaje que renunció a volar de nuevo en esas condiciones. Algunos se quedaron en la capital catalana por miedo y otros, porque ya no les merecía la pena viajar a Bilbao. Pero Iñaki tenía que volver a casa, así que decidió subirse de nuevo a otro Airbus de Vueling.
"Cuando despegas por segunda vez en el mismo día de Barcelona tienes la incertidumbre de que no sabes si vas a poder desembarcar en Loiu o no. Igual terminas otras vez en la casilla de salida, con el agravante de que se estaba disputando el clásico Barça-Real Madrid y sabes que va a ser difícil que te consigan un hotel porque la ciudad está a tope", explica. Llegando a La Paloma volvieron a percibir las turbulencias y la cizalladura que desespera a los pilotos. "Nos meneamos bastante, pero no tanto como por la tarde. Afortunadamente, pudimos tomar tierra. Por supuesto, hubo aplausos".
No fue el único vuelo que ayer sufrió las consecuencias del fuerte viento. Otros cuatro aparatos tuvieron que ser desviados a Madrid, Biarritz y Barcelona. En este último caso también fue un Airbus 321 de Vueling que dio vueltas durante 40 minutos sobre Bizkaia, con la intención de intentar un aterrizaje que, finalmente, se frustró. Un avión no ha podido aterrizar en Loiu por las fuertes rachas, que hoy alcanzarán los 130 kilómetros.