Sentencia del crimen de la Guardia Urbana de Barcelona: 25 años para Rosa Peral, 20 para Albert López

El jurado les declaró culpables de la muerte del también agente y pareja sentimental de ella Pedro Rodríguez, el 2 de mayo de 2017
Los exagentes de la Guardia Urbana de Barcelona Rosa Peral y Albert López han sido condenados a 25 años y 20 años de cárcel, respectivamente, por el asesinato el 2 de mayo de 2017 de la pareja de ella, Pedro Rodríguez, también policía local. El crimen ocurrió en la vivienda que los novios entonces compartían en Cubelles (Barcelona). El magistrado Enrique Rovira establece también 10 años de libertad vigilada una vez cumplan la condena de asesinato con alevosía, con el agravante de parentesco en el caso de Peral. El jurado popular ya les consideró culpables del delito el pasado 23 de marzo.
El magistrado impone a ambos acusados el pago de las costas procesales, una indemnización total de 885.000 euros (450.000 euros al hijo del fallecido, 225.000 euros a su padre, 100.000 euros a cada uno de sus hermanos, y de 10.000 euros a su antigua compañera sentimental y madre de su hijo).
El magistrado asegura que tanto Peral como López actuaron conjuntamente, y que lo hicieron con "una específica intencionalidad directa, preordenada y finalista de matar".
Enrique Rovira lo justifica en varios puntos: planificaron el crimen, se aprovecharon de que la víctima estaba en su casa y confiaba en su pareja y, además, después de matarlo quemaron el cadáver en un coche, ocultaron las pruebas e intentaron inculpar a otras personas.
El texto destaca "el planeamiento previo efectuado por ambos acusados, que ambos actuaron conjuntamente en causar la muerte violenta", por lo que aplica a Peral la pena máxima de 25 años y a López de 20, con agravante de parentesco para ella, lo que las defensas pueden recurrir durante los próximos 10 días.
La investigación policial y el juicio no han esclarecido algunos detalles del crimen, que ambos acusados intentaron esconder, como la causa de la muerte, si bien el magistrado infiere de los hechos probados que fue, "en un alto grado de probabilidad, con algún objeto o instrumento contundente", aunque también contempla la posibilidad de que lo estrangularan antes de golpearlo.
También lo sustenta en los restos de sangre que había en la habitación donde supuestamente mataron a Pedro R., "aunque se ignore el objeto o instrumento con el que se verificó, al no haber sido hallado, ni una certeza del lugar del cuerpo afectado directamente, salvo que sí lo fue al menos en la cabeza", según declaró López durante el juicio.
La sentencia sí recoge que "conjuntamente, o al menos uno de ellos con la anuencia y colaboración activa del otro" agredieron y mataron de forma violenta a Pedro Rodríguez, y sustenta la tesis de que actuaron juntos en las valoraciones de los psicólogos forenses durante el juicio, que certificaron que los dos acusados sabían lo hacían y querían hacer lo que hacían.
Siguiendo lo que el jurado consideró probado tras 26 sesiones de juicio, la sentencia recoge que Peral y López, que eran amantes al margen de la relación de ella con la víctima, planificaron el asesinato porque consideraban que Pedro Rodríguez "por diversas razones, obstaculizaba su relación", a pesar de que los dos han mantenido acusaciones cruzadas desde que fueron detenidos.
Lo hicieron la madrugada del 1 al 2 de mayo de 2017, después de unos días sin cruzar llamadas ni mensajes que el juez califica como un periodo de seguridad, y esa noche "se drogó o medicó a la víctima con el objetivo de anular sus capacidades físicas" para que no pudiera defenderse al agredirle en la planta baja de la casa que compartía con Peral.
La madrugada siguiente, "en hora indeterminada", llevaron el cuerpo en el maletero de la víctima hasta una pista forestal junto al pantano de Foix y lo quemaron, lo que impidió después esclarecer la causa de la muerte en la autopsia.
El vecino de Peral declaró que la madrugada del día 2 había escuchado una motosierra, y el juez señala que el cuadro del sofá donde supuestamente se cometió el crimen era madera, por lo que considera que "puede de todo ello inferirse en pura lógica racional que se destrozó el tresillo" y se lanzó a la basura.