"No tengo dónde vivir, he llegado a dormir en el coche", denuncia la propietaria de una casa okupada


Sus 'inquilinos' no le pagan alquiler y le llegan unas facturas muy elevadas de agua y luz
Los ha denunciado por impago y amenazas y lleva meses esperando a que la justicia le dé una solución
La vida de Sonia dio un giro hace unos meses. Tras un divorcio complicado decidió dejar Ourense, la ciudad donde vivía, e irse a Vigo. Puso en alquiler su piso y respondió al anunció una joven de 20 años. “Apareció con una niña pequeña, me dijo que era su hija. Yo tengo una hija de su misma edad y me dio pena. Incluso le rebajé el precio del alquiler”, explica Sonia. “Era un domingo y ya se había hecho tarde, así que me pidió si podía entrar ya en la vivienda para no tener que volver a Ferrol, de donde venía”. Sonia reconoce que pecó de inocente, pero le dijo que sí. Así que firmaron un papel en el que se recogía que la joven le pagaba una fianza de 500 euros y al día siguiente se firmaría el contrato de alquiler. Pero eso no llegó a ocurrir: “Fueron pasando los días y no tenía noticias de ella, me iba dando excusas o no me cogía el teléfono”.
Decidió desplazarse hasta la vivienda para hablar con ella. Cuando le abrieron la puerta se encontró con una decena de personas en el interior. “Se supone que todos eran familiares suyos, aunque ya no sé qué creer”, dice Sonia. Se negaron a marcharse y adujeron que tenían un papel firmado por ella y además había un contrato oral, ya que le había dicho que les alquilaría la vivienda. “Se las saben todas y yo pequé de confiada. Llamé a la policía, pero en vez de echarlos a ellos, me echaron a mi de allí”, se lamenta.
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Impagos y amenazas
Todo esto ocurrió el pasado mes de abril y desde entonces Sonia asegura que no ha visto ni un duro. “Puse varias denuncias, además de por impago del alquiler también por amenazas, porque me mandaron varios audios diciendo que me iban a partir la cara y a deshacerme el piso”, afirma.
Ella dependía de esa renta para poder pagar su alquiler en Vigo. Tuvo que recurrir a sus ahorros porque además de no recibir ni un duro ha tenido que hacerse cargo de los recibos de la comunidad, el agua y la luz: “Yo tenía contratada la potencia más baja y ellos la cambiaron haciéndose pasar por mi. Llegan unos recibos altísimos, no sé qué es lo que hacen”.
Su situación pasó a ser tan desesperada que llegó a dormir en su coche: “Cuando iba a Ourense a ver a mi hija pequeña, que vive con mi exmarido, no tenía donde dormir. Así que pasé varias noches en el coche. Después unos amigos me recogieron en su casa unos días”.
Ahora está viviendo temporalmente en un apartamento que tienen sus padres y está a la espera de que la justicia le dé una solución. “Es desesperante, va todo muy lento. Ellos han pedido un abogado de oficio y ahora todos los trámites están paralizados. Dicen que están en situación vulnerable, porque tienen niños pequeños, así que no se van a ir de mi casa hasta que les concedan un piso”, relata.
Mientras tanto, Sonia ha pedido un crédito para poder pagar el alquiler de un piso en el que vivir.