El desconfinamiento de los 123 habitantes de Villalbarba: "Parecían las fiestas del pueblo"

El confinamiento pilló al alcalde en Valladolid en casa de su madre y se tuvo que quedar allí
Operarios municipales desinfectan a diario las calles de Villalbarba
Estos días de encierro las altas en líneas de internet han subido un 62% en los pueblos pequeños de Castilla y León, aunque en este pequeño pueblo prefieren otros entretenimientos
Una tremenda alegría invadió a los vecinos de Villalbarba, en Valladolid, el pasado sábado cuando llegó la apertura de la fase 0, la que les da derecho a poder salir a dar un paseo y hacer algo de deporte al aire libre. "Se armó un gran revuelo. Solo recordamos el pueblo de esa forma en fiestas", cuenta Henar, una de las pocas chicas jóvenes que quedan en el municipio.
"Todos querían saber cómo estaba su vecino, su familiar, su amigo de siempre. Fue un momento muy emocionante". Y es que en esta localidad de la España vaciada de tan solo 123 habitantes censados, la comunidad lo es todo. "Si uno se pone enfermo, nos ponemos enfermos todos. Esto no es como una gran ciudad; aquí nos conocemos, nos apoyamos, nos ayudamos unos a otros cuando nos falta algo. Somos una familia".
Por eso, más que salir a respirar aire puro y ver la luz del sol, la gran mayoría de vecinos aprovechó el arranque de la desescalada para salir a interesarse por el estado de salud del resto.

Casi dos meses después había llegado la hora de los reencuentros, aunque tuvieran que ser a distancia y guardando todas las medidas de seguridad. El pueblo fantasma que suele ser todo el año pasó a convertirse en una fiesta en cuestión de minutos. "Las calles estaban repletas, los caminos de las afueras a rebosar y una sensación de alegría que pocas veces había visto aquí".

En la calle coincide Jairo (11 meses) con Flora (90 años). El bebé da sus primeros pasos junto a su madre mientras la anciana pasea relajadamente con un pañuelo y una mascarilla para protegerse. Aquí no hay riesgo de aglomeración. Es uno de los 7.000 municipios de toda España en los que está permitido salir a pasear sin restricción de horario por edad. Tampoco hay peligro de contagio: es una de las pocas poblaciones que puede presumir de no contar con un solo infectado. "Somos tan pocos que podríamos seguir celebrando misas y viéndonos en el bar. Podemos mantener la distancia de seguridad sin ningún problema".

Ese sería el deseo de Ramona, la teniente de alcalde, que asegura que tras la euforia inicial ahora la situación se ha normalizado. "No te encuentras a más de 4 personas a la vez en la calle. No tienes ni que llamarles la atención porque ya saben lo que hay que hacer: caminar en solitario o en pareja y guardando las distancias. Todo el mundo está siendo muy responsable", explica.
Estos últimos 50 días han sido duros para ellos. Al miedo al contagio se ha sumado la soledad y el tedio de una población en su mayoría muy envejecida en la que Netflix y las redes sociales apenas tienen usuarios.
Durante el confinamiento, las altas en líneas de internet han subido un 62% en los pueblos pequeños de Castilla y León pero sus vecinos siguen prefiriendo los entretenimientos de antaño.

Alfonso no renuncia a su paseo diario a la panadería y Guillermo, de 85 años, recorre 9 kilómetros al día acompañado de sus dos perros. "Estos días de confinamiento ya andaba algo en mi finca pero desde la nueva normativa puedo caminar mucho más y por donde yo quiera".

En las calles, desinfectadas a diario por operarios municipales y tractores, todavía se echa en falta al alcalde. El decreto del estado de alarma le pilló en Valladolid en casa de su madre y allí decidió pasar el confinamiento. No obstante, sigue pendiente de sus vecinos a través de un grupo de whatsapp que ha creado. "No es momento de pensar en cuándo podré volver. Ahora hay que ser responsable y seguir manteniendo la buena dinámica que lleva el pueblo", cuenta.
Todos sueñan ya con la llegada de la nueva fase, la que les permitirá volver a sentarse en la terraza del santo y seña de Villalbarba, su bar.