Vivir en una habitación por 500 euros al mes: los expulsados del mercado del alquiler

El precio del alquiler en el centro de Barcelona se ha multiplicado por tres en los últimos 10 años
La burbuja de los precios de alquiler en Barcelona ha hecho que compartir piso deje de ser sólo cosa de jóvenes o estudiantes. ¡Quién le iba a decir a Pau que a los 50 se vería obligado a alquilar una simple habitación en un piso compartido!Este pintor (de cuadros, no de brocha gorda) es un vecino del barrio de Sant Antoni de los de toda la vida.

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Pau Nubiola llevaba 28 años viviendo en el número 1 de la calle Parlament, cerca de la Avenida Paral·lel. Cuando firmó su alquiler, en el año 89, pagaba 13.000 pesetas, unos 80 euros. Sólo le pusieron una única condición: “el propietario del inmueble me pidió que me ocupara de las 3 ancianas de 90 años que vivían en la finca: la Mari, la Asunción y la Pepita. Les ayudaba a subir la compra, la botella de butano…”. El problema llegó hace unos años, cuando la especulación inmobiliaria alcanzó los alquileres: “en los últimos 10 años me han multiplicado por 3 el precio del alquiler: he pasado de pagar 333 euros en 2006 a pagar 1.000 euros en 2017”, explica Pau indignado.
“En los últimos 10 años me han multiplicado por 3 el precio del alquiler: he pasado de pagar 333 euros en 2006 a pagar 1.000 euros en 2017”
En 2017, ELIX, un fondo buitre especializado en rehabilitar edificios para luego revenderlos, compró toda la finca y expulsó a los vecinos. Ha reformado los pisos y ahora los alquila por 1.500 euros. El último superviviente ha sido Pau. A sus 50 años, ha tenido que marcharse de la que ha sido su casa durante casi 30 años: ir a las afueras de la ciudad y conformarse con una habitación en un piso que comparte con otras personas y por la que paga 500 euros. “He pasado por una fuerte depresión y muchos momentos de ansiedad intentando encontrar un alquiler que pudiera pagar”, explica el pintor. Finalmente, harto de buscar un alquiler asequible, se rindió a compartir piso.
Expulsado después de 28 años de contrato de alquiler, Pau se ha visto obligado a alquilar una habitación en un piso compartido por la que paga 500 euros.
La batalla contra ELIX: 3 familias ocupan los pisos vacíos del fondo buitre
Los vecinos del barrio están indignados y se han organizado en un sindicato para denunciar la especulación de los precios de los alquileres propiciada por este tipo de grupos inversores que ya se ha hecho con al menos 3 bloques de la misma zona.

Organizados bajo el paraguas del Sindicato de Barrio del Poble Sec y Fem Sant Antoni, los vecinos han decidido tomar la justicia por su cuenta y ocupar 3 pisos del que fue el bloque de Pau. Hace 3 semanas, desde el 26 de mayo, que en ellos viven 3 familias sin recursos que no tienen miedo a dar la cara para denunciar su situación.
Los vecinos de Sant Antoni se toman la justicia por su cuenta y ocupan 3 pisos propiedad del fondo buitre
“No queremos vivir gratis, sólo queremos un alquiler social, un precio que podamos pagar” dice Maribel nada más empezar a hablar con ella. Esta ecuatoriana, madre de una niña de 15 años, lleva años deambulando de habitación en habitación en pisos compartidos. Cobra 500 euros como empleada de hogar y no le da para pagar un alquiler completo. Maribel explica que la situación con una niña pequeña (y luego adolescente) en una habitación de 10 metros cuadrados era insostenible: “mi hija me preguntaba por qué tenía que compartir cama conmigo, me pedía ser una niña normal, con una habitación donde hacer sus deberes”.

Maribel estaba a punto de tirar la toalla cuando hace unas semanas se puso en contacto con el Sindicato del Poble Sec. Ellos le han ayudado a ocupar uno de los pisos del principal de la finca propiedad de ELIX en la calle Parlament, un par de plantas más abajo de donde vivía Pau.
“No queremos vivir gratis, sólo queremos un alquiler social, un precio que podamos pagar”
Lo primero que ha hecho Maribel es ceder la mejor habitación y la única cama del piso a su hija. “A mi no me importa dormir en el suelo con tal de cumplir el sueño de mi hija: tener su propia cama”, dice Maribel. Tanto ella como las otras dos familias que han ocupado otros pisos del mismo bloque aseguran que lucharán con uñas y dientes para quedarse aquí. Tienen el apoyo de los antiguos inquilinos que como Pau fueron expulsados de sus casas: “yo no ocuparía, pero me parece bien devolverles lo que nos han hecho pasar a nosotros” sentencia Pau.