Alimentos que nunca debes guardar en la nevera


El frigorífico es uno de los mejores instrumentos para alargar la conservación de los alimentos
Sin embargo, no todos los productos toleran bien el frío y se mantienen mejor a temperatura ambiente
Estos son los diez alimentos que se conservarán mejor en tu despensa y te permitirán ahorrar espacio en la nevera
La nevera es una de nuestras mejores aliadas a la hora de facilitar la conservación de los alimentos y alargar su vida útil. Esto se debe a que el frío ralentiza los procesos biológicos naturales de los alimentos que conducen a su degradación.
No obstante, existen unos cuantos productos que no toleran bien el frío. En estos casos, ponerlos en la nevera puede ser contraproducente y afectar tanto a sus propiedades nutricionales como organolépticas.
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Te listamos los diez alimentos que nunca deberías guardar en la nevera para que consigas preservarlos en condiciones óptimas y, de paso, ahorres espacio en el frigorífico.
1. Pan

El frío y la humedad de la nevera harán que el pan se estropee más rápido, se ponga duro o adquiera una textura chiclosa. Lo mejor es que lo mantengas en la despensa en un lugar fresco y seco y lo consumas en unos dos días. Para alargar su conservación hasta tres meses, puedes cortarlo a rebanadas y guardarlo en el congelador.
2. Café

Como tiene propiedades absorbentes, si metes el café en la nevera puede adquirir el aroma del resto de alimentos y echarse a perder. Si lo que quieres es eliminar los malos olores, guardar el café en la nevera puede ser la solución. Por lo contrario, lo mejor es almacenar el café en grano o molido en una zona fresca, seca y oscura de la despensa.
3. Chocolate

El chocolate es un alimento que se conserva mejor a temperatura ambiente, ya que el frío de la nevera puede afectar sus propiedades organolépticas. No obstante, en los meses de calor o en regiones de climas cálidos, quizás la única opción sea la de almacenarlo en la nevera para que no se derrita.
4. Miel

La miel es uno de los productos más naturales que podemos encontrar y forma parte de la lista de alimentos no perecederos. Para mantenerla en condiciones óptimas deberemos guardarla en un ambiente seco, fresco y oscuro. El frío de la nevera provocaría que la miel se solidificara, cristalizara y perdiera intensidad de sabor.
5. Aceite

El frigorífico también puede hacer que el aceite se solidifique o enturbie, lo que afectaría a sus propiedades antioxidantes. Para conservarlo correctamente deberemos almacenarlo a temperatura ambiente.
6. Salsas embotelladas

Las salsas embotelladas como el ketchup, la salsa de soja o las mantecas de frutos secos pueden guardarse perfectamente a temperatura ambiente, incluso una vez abiertas. Por otro lado, las mermeladas pueden aguantar años almacenadas en la despensa, pero una vez abiertas deberán refrigerarse para prevenir la aparición de moho.
7. Patatas, ajos y cebollas

Los ajos y las cebollas tienen que conservarse en un lugar seco, oscuro y bien ventilado, ya que la humedad del frigorífico puede afectar a su sabor y textura.
Asimismo, las patatas también deberían almacenarse fuera del frigorífico (aunque alejadas de las cebollas), ya que las bajas temperaturas pueden afectar a sus propiedades nutricionales, calor y sabor.
8. Frutas tropicales y de verano

Las frutas de verano y de origen tropical se conservan mejor fuera de la nevera. A temperatura ambiente consiguen mantener todas sus propiedades y alcanzar el punto óptimo de maduración. Aunque eso sí, una vez ya estén maduras o se hayan abierto, pueden guardarse bien cubiertas en el frigorífico.
Algunos ejemplos de estas frutas tropicales y de verano son la sandía, el melón, el plátano, el aguacate, el mango, la piña o los melocotones.
9. Algunas hortalizas

Aunque pueda sorprendernos, los tomates, los pepinos, las berenjenas y las calabazas son hortalizas que no toleran bien las condiciones de refrigeración. A temperatura ambiente se potencia su sabor, textura y punto de maduración.
10. Jamón y queso curados

Por último, a pesar de que los embutidos y quesos suelen conservarse mejor refrigerados, los jamones y quesos curados prefieren la temperatura ambiente para mantener su sabor, aroma y textura.