Graba su primer disco a los 82 años: “Aún tengo la voz clara como el cristal”

Una cantaora flamenca de Montefrío (Granada) cumple su sueño de grabar en un disco algunas de sus letras y las de su hermano, ya fallecido
Nunca es tarde para soñar. Que se lo digan a María Jiménez. A sus 82 años, esta cantaora flamenca de Montefrío (Granada) ha cumplido el sueño de su vida. Grabar un disco. “Nunca imaginé que sería posible a mi edad”, reconoce a NIUS. Pero cuando la escucharon en la casa discográfica, no lo dudaron. “Me dijeron que tenía la voz clara como el cristal”, nos cuenta orgullosa y se arranca con uno de sus temas, en plena entrevista. Está claro que los años no han pasado factura a un torrente de voz que derrocha fuerza y vitalidad.
“Me voy a hacer famosa a la vejez”, exclama, divertida, esta mujer a la que no le falta sentido del humor y una sonrisa perenne en el rostro. Dice que como “buena artista” ha asignado, a cada miembro de la familia, una función. “Mi sobrino Manolo es mi representante; mi hijo Antonio, mi manager; y tengo hasta chófer, que es mi hijo Paco”, explica con guasa.
Su disco incluye nueve temas. Muchos de ellos, escritos de su puño y letra. “Se me ocurren, en el silencio de la noche, y cuando me levanto los escribo en la libreta, antes de que se me olviden”, explica. La memoria no le falla y el talento no entiende de años. Otras de las letras pertenecen a su hermano, el cantaor Paco de Montefrío.
María se pone seria y las lágrimas borran, por primera vez, su sonrisa. “Este disco es un homenaje a él”, nos explica. Su hermano murió en un accidente de tráfico cuando se encontraba en la cúspide de su carrera artística. Tenía 42 años y cuatro discos. En el coche fallecieron también su mujer, su hija y una hermana. María es la última cantaora en activo de una saga de artistas, marcados por esta tragedia.
Ella acompañaba a su hermano mayor a muchas de sus actuaciones. “Fue el primero que me dijo que cantaba bien, que servía para esto y yo estaba en deuda con él”, se emociona. Ahora, con este disco, ‘Cumpliendo un encargo’, salda la cuenta pendiente y, de paso, demuestra al mundo que la edad no es un límite. Porque nunca es tarde para soñar.