La escultura contra la soledad de los mayores en Bilbao y la mujer que la inspiró, juntas

Mercedes, una bilbaína de 88 años, es la mujer que ha servido de inspiración para esta campaña
Rubén Orozco, un escultor hiperrealista mexicano, es el autor de la pieza
La soledad no deseada en mayores de 65 años afecta a más de 2 millones de españoles
Existe de verdad. Es de carne y hueso. Tiene pulso y respira. La solitaria señora que pasaba horas y horas inmóvil en un banco de un parque de Bilbao es real como la vida misma. Estos días, al pasear por ese parque, muchos se percataban de que, sentada sola en un banco, había una señora, con la mirada perdida y un reloj en la mano.
Pensaban que estaba en apuros, pero, al acercarse, se daban cuenta de que se trataba de una escultura, que estaba allí para denunciar la soledad de los mayores y para hacer reflexionar al paseante sobre este drama que afecta a millones de personas de más de 65 años en nuestro país. Pero ya se ha descubierto que esa escultura está inspirada en una mujer de verdad y que todo forma parte de un experimento social. Se desvela, así, el misterio, el enigma que, desde hace días, ha tenido en vilo a los habitantes de la capital vizcaína y, también a muchos turistas.
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Tras días de incertidumbre, por fin, se ha podido ver al original y la copia. Pero, pese a saber que todo era un “experimento”, lo que sigue siendo real es el drama que hay detrás. Charlar con la modelo que ha servido de inspiración para esta curiosa campaña, nos confirma que esta terrible situación la vive incluso la protagonista.
Mercedes, la modelo solitaria
Mercedes Amann es la mujer de 88 años que ha prestado su rostro, sus ojos y su pena para la escultura. Vive en situación de soledad. Es soltera y no tiene hijos. Solo tres sobrinos, hijos de los 7 hermanos que tuvo y que ya fallecieron. “Mis sobrinos me vienen a visitar, pero trabajan, tienen hijos, su casa. No pueden venir todo lo que quisieran”, asegura.
Ella siente que la soledad "es una muerte en vida". “Son muchas las horas que paso sola y no hablo nada de la mañana a la noche. No me sale ni la voz de no hablar”.
Su única compañía es la radio por la mañana y la televisión por las tardes. “Las personas mayores sin la tv no podríamos estar”, comenta resignada.
Le apena ver cómo sólo nos llevamos las manos a la cabeza cuando aparece una persona fallecida en soledad, y no ponemos el foco en todo el tiempo previo que pasan solas hasta que un familiar se da cuenta de su ausencia. “Las familias ya no existen. Antes las familias eran todos. Ahora solo son los padres y los hijos, y cuando los hijos se casan los padres se quedan solos. Y si uno de los dos falta, el otro se queda más solo”, dice con cierta pena, por aquellos momentos en los que las familias eran numerosas y todos se preocupaban por los demás: tíos, primos, nietos. “Todos estaban alrededor”.
Espera que, tras esta iniciativa, se genere un debate social y una reflexión generalizada sobre la problemática de la soledad de los mayores, que se centre en esos millones de personas que viven en esta terrible situación. “Aunque soy muy independiente el cariño de la gente no sobra nunca”, asegura.

Varios días seguirá esta pieza, creada por Rubén Orozco, un escultor mexicano reconocido internacionalmente por su hiperrealismo, en el banco del parque bilbaíno. No se va a quedar ahí para siempre. Su función es llamar la atención esta semana por este problema de la soledad cada vez más presente en nuestra sociedad y al que no le hacemos mucho caso.
Detrás de esta iniciativa está la Fundación BBK que lo que han querido es generar un debate sobre este invisible asunto que puede afectar a más de dos millones de mayores de 65 años.