Vuelven a casa después de tres años dando la vuelta al mundo en autocaravana

Nati y Javier dejaron su trabajo, vendieron su casa y se marcharon con sus dos hijos a recorrer el mundo
Han vivido "con la casa a cuestas" por 1.800 euros al mes
"Nos hemos convertido en los profesores de nuestros hijos"
Hace tres años que Javier y Nati se montaron con sus dos hijos en una autocaravana y se fueron a dar la vuelta al mundo. Una aventura que esta familia sevillana llevaba tiempo planeando. Un sueño por cumplir que decidieron hacer realidad. “Era el momento oportuno y había que arriesgarse”, nos cuenta Nati. Lo dejaron todo atrás. Casa, familia, trabajo. Ella, su puesto indefinido como consultora; y él, constructor, cerró su empresa sacudida por la crisis. Les apetecía un cambio de vida y aprovecharon que sus hijos, de siete y nueve años, tenían la edad perfecta para disfrutar de la experiencia.

Lo que viene después son 70 mil kilómetros en carretera, nueve vuelos, seis ferrys, cinco barcos, cuatro continentes y 49 países. Ahora, más de mil días después, vuelven a casa con la maleta cargada de recuerdos. Los cuatro coinciden en que han visto lugares impresionantes pero, al final, lo mejor del camino son las personas con las que hemos coincidido. "Con ellos hemos vivido momentos únicos, ahora tenemos familia repartida por todo el mundo”. En tres años de travesía, también han sufrido algunos contratiempos. Los niños todavía recuerdan cuando de camino a Alaska, en medio de una carretera perdida, sin un alma en un radio de 500 kilómetros, la autocaravana dejó de funcionar. "No paraba de echar humo", se ríen. Una avería que los mantuvo un mes en un pequeño pueblo canadiense. "Al final, fue una experiencia bonita", nos cuentan, "conocimos gente maravillosa". No lo fue tanto el intento de robo que sufrieron en Bolivia, cuando un hombre entró armado en la autocaravana. "Fue muy desagradable, pasamos un susto tremendo". Aunque ahora lo recuerdan como parte de la aventura. Nunca olvidarán tampoco nadar, en mar abierto, con los tiburones ballenas o pasear por el Valle Sagrado de Los Incas, en Perú. Miles de anécdotas, imposibles de resumir en este reportaje, y que han ido plasmando en un blog.
Vivir viajando por 1.800 euros al mes
Para costear el viaje, nos cuentan, hicieron “algo loco”: vender una segunda residencia. “Era el dinero que podríamos haber dejado en herencia a nuestros hijos pero ¿qué mejor herencia que esta experiencia con ellos?", se preguntan estos padres aventureros. Con esos ahorros han podido sufragar el viaje. Aunque la vida sobre ruedas es mucho más barata que la tradicional. Aproximadamente, 1.800 euros al mes es lo que han necesitado para los cuatro. "La gasolina y la comida es lo que más se lleva" y siempre evitando hacer comidas fuera. Para gastos extras como dentista, peluquería o ropa han buscado los países más baratos.

“Nos hemos convertido en los profesores de nuestros hijos”
Era uno de los temas que más les preocupaba antes de iniciar el viaje, pero Carla y Alejandro han podido continuar escolarizados, durante los tres años de la travesía. Ha sido gracias a la plataforma CIDEAD, del Ministerio de Educación. Un sistema reglado, a distancia, para niños con familias itinerantes. Les han proporcionado libros y recursos de apoyo y han ido completando sus evaluaciones mediante exámenes periódicos online. Lo más complicado, nos cuenta Nati, ha sido compatibilizar las etapas del viaje con los exámenes finales, ya que había que realizarlos de forma presencial en las embajadas de los países. Gracias al esfuerzo, los niños han superado las pruebas y ahora podrán incorporarse a 2º de la ESO y 6º de Primaria.

La clave ha estado en ser constantes y seguir un horario. “Hemos cumplido una rutina de lunes a viernes, como en el cole: estudio por la mañana y, como premio, visita al lugar que tocara, por la tarde”. Javier y Nati se han convertido en profesores de sus hijos.
Tras la vuelta al mundo, la vuelta a la rutina
Se fueron buscando un cambio. Querían escapar de la monotonía y, ahora, después de tres años con la casa a cuestas, vuelven con ganas de rutina. "Recuperar nuestra habitación, nuestro baño". Pero, sobre todo, reencontrarse con "lo que más han echado de menos durante esta aventura": su familia. Vuelven a su lugar de origen, el pueblo sevillano de San José de la Rinconada, y aunque han conocido lugares maravillosos, de momento, no tienen pensado cambiar su lugar de residencia. Planean ya, eso sí, la siguiente aventura. Porque, para ellos, el viaje nunca termina.