La vida del duque de Edimburgo: del niño desgraciado al marido infiel y leal a Isabel II


Repasamos los 99 años del príncipe consorte y gran amor de la reina de Inglaterra, fallecido este viernes
Su parentesco con la reina Sofía, su 'flechazo' por Isabel II con su segundo padre de "celestino"...
Grecia, 1967. Agitación en las calles de Atenas. El golpe de los coroneles está en marcha. Una anciana monja ortodoxa pide ayuda para su pequeño convento. No para de fumar. Nadie la toma muy en serio hasta que se enteran de que es la madre del rey consorte del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Felipe de Edimburgo, marido de la reina Isabel II desde 1947 y fallecido a los 99 años.
La escena, recreada en la exitosa serie The Crown, desvela una figura muy vista en público, pero también muy desconocida más allá del Canal de la Mancha y de los seguidores en todo el mundo de la complicada trayectoria de la familia Windsor.
Ni los biógrafos de la casa real británica ni los guionistas de la serie de Netflix terminan de determinar qué hubo realmente en el matrimonio del príncipe Felipe y la reina Isabel II. Nadie pone en duda que fue un marido leal a su mujer y al Estado, muy respetado para los británicos. Pero, ¿fue lo suyo un amor "verdadero" o un amor "real"? ¿Se enamoró de la reina o encontró en ella la familia que nunca tuvo, los lujos de la monarquía para los que estaba destinado y la forma de sobrevivir a su trágica infancia?
Repasamos los momentos definitorios de los 99 años del consorte de la reina Isabel II.
Su parentesco con la reina Sofía
Felipe de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg nació el 10 de junio de 1921 en la isla helena de Corfu en la que veraneaba la familia real griega a la que pertenecía su sobrina, nuestra Reina Sofía, entonces princesa de Grecia. No hay que olvidar que el padre de nuestra reina emérita, Pablo de Grecia, era primo hermano de Felipe de Edimburgo. Bajo estas líneas, la reina Sofía junto al duque de Edimburgo en una cena en el palacio de Windsor (2002).

El marido de Isabel II fue el quinto hijo y único varón del príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca y de la princesa Alicia de Battenberg, lo que le situaba como el quinto en la sucesión al trono.
Su abuelo era el rey Jorge I de Grecia, que instauró la dinastía Glücksburg en el trono heleno, y de la gran duquesa Olga de Rusia, reina consorte de Grecia.
Infancia dura y tragedias familiares
Cuando Turquía invadió Grecia, el padre del duque de Edimburgo (que luchaba en la guerra, 1919-1922) fue acusado de traición y tuvo que huir a París con su familia, los Glücksburg. El pequeño Felipe, con solo un año, lo hizo escondido en una caja de fruta en un barco.
Era el principio de una infancia especialmente dura. En Francia, el padre de Felipe (Andrés de Grecia) se dio a la mala vida, el juego, y coqueteos con mujeres. Empezaban los problemas en su matrimonio con la princesa Alicia, a la que fue diagnosticada esquizofrenia en 1930. Andrés de Grecia terminó marchándose de casa con una amante, lo que provocó fuertes carencias familiares en Felipe.
A los 10 años, el duque de Edimburgo se mudó con su abuela materna, la princesa Victoria de Hesse-Darmstadt, y su tío a Escocia. Fue en este último, Lord Mounbatten, más conocido como su 'tío Dickie', donde Felipe encontró al padre que nunca tuvo.

En Escocia pasó 5 años en un internado y comenzó un periplo por varios países. Pasó temporadas en los palacios de Kensington y los palacios reales de Bucarest y Peles, donde vivió con su primo Miguel de Rumanía. También vivió en Alemania. Allí estudió en el Schloss Salem, el mismo colegio al que fue su sobrina Sofía, futura reina de España.
A los 23 perdió a su padre, encontrado muerto en un hotel de Monte-Carlo, y cuando tenía 48 le dejaba su madre, en el palacio de Kensington, habiendo dedicado gran parte su vida a obras de caridad después de hacerse monja. Dos de sus hermanas, la princesa Cecilia y la princesa Teodora, habían fallecido antes, la primera en accidente de avión.
El duque tenía otras dos hermanas, Margarita y Teodora. Todas tuvieron vidas desgraciadas. Se casaron con príncipes alemanes, lo que las enfrentó a su familia en la II Guerra Mundial.
Vocación frustrada en la Marina
Felipe Glücksburg entró en la Marina Real de Reino Unido, donde llegó a ser teniente, cadete en el Britannia Royal Naval College y subcomandante más joven de la Armada, con solo 21 años. Luchó en la II Guerra Mundial en el bando aliado, enfrentándose a sus cuñados alemanes nazis. Encontró en la Marina su gran vocación, a la que tuvo que renunciar cuando su mujer, Isabel II, subió al trono.

Uno de los comandantes de la Marina Real dijo que, si no se hubiera casado, él habría podido acabar ocupando ese puesto.
Su flechazo con Isabel II con su tío de 'Celestino'
Dicen que fue su tío Dickie quien movió los hilos para que su sobrino conociera a su futura mujer, la princesa Isabel.
Se conocieron en 1934, cuando ella tenía solo 13 años y él 19, durante una visita oficial. Se reencontraron en 1937. A ella le gustó desde el principio, sobre todo por su sentido del humor, ya que siempre fue un bromista. Pero fue en su tercera cita, en 1939, en pleno estallido de la II Guerra Mundial, cuando surgió el flechazo.
La entonces heredera al trono británico esperó hasta el final de la contienda para formalizar la relación. Él se declaró en 1946 y en julio de 1947 se anunció el compromiso, obligándole a él a renunciar a su fe ortodoxa, además de sus títulos griegos y daneses.
Una boda por todo lo alto y 'toque de color' para Churchill
El rey Jorge VI se opuso al principio al matrimonio de su hija con Felipe, porque no cumplía los requisitos: no era rico, inglés ni pertenecía a la Iglesia de Inglaterra. Pero finalmente aceptó al ver que su hija estaba enamorada y porque, al fin y al cabo, su yerno le caía bien.
Se casaron el 20 de noviembre de 1947 en la Abadía de Westminster, en una boda por todo lo alto calificada por el primer ministro Winston Churchill como "un toque de color en el duro camino que debemos recorrer".

Felipe de Mountbatten pasó a ser Su Alteza Real el Duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón Greenwich, títulos que le otorgó su suegro, el rey Jorge VI.
Primeros años felices de matrimonio
En los primeros años pudieron llevar la vida feliz de un matrimonio normal, como 'los Edimburgo'. Él aún podía compaginar su pasión, el Ejército, con los actos oficiales junto a su esposa. Aquí, en una imagen de 1953:

Con la muerte del Rey Jorge VI, en 1952, y el precipitado ascenso al trono de Isabel II, la vida empezó a "ir en serio" para los Edimburgo. Ella ya era su Majestad la Reina Isabel II de Reino Unido y él, su marido en la sombra, pasando a ser el Príncipe de Reino Unido, ya que ella nunca quiso otorgarle el título de Rey.
Tuvieron 4 hijos. El príncipe Carlos, nacido en 1948, la princesa Ana (1950), el príncipe Andrés (1960) y el príncipe Eduardo (1964). Bajo estas líneas, el matrimonio con sus hijos Carlos y Ana, en 1951:

Un marido infiel pero leal a Isabel II
73 años de matrimonio en el que él no fue un marido fiel, pero sí leal, a su mujer y al Estado, como Isabel siempre le pidió. La Reina ha reconocido que siempre vio en él su gran apoyo. Por ello le perdonó sus meteduras de pata y las infidelidades con jóvenes aristócratas, la última Lady Penny Brabourne, de quien dicen pudo ser su gran amor, con la que mantuvo la amistad. Antes, se le relacionó con la escritora Daphne du Maurier, la actriz Pat Kirkwood, la empresaria Hèléne Cordet, su prima política Alexandra de Kent o la bailarina Patricia Kluge.

Ya antes de comprometerse con Isabel II, Felipe de Edimburgo se obsesionó con una actriz estadounidense, al igual que le ocurrió a su nieto, el Príncipe Harry, con Meghan Markle, aunque con finales diferentes. Así lo cuenta Philip Eade, experto en realeza y autor de una biografía de los años de juventud del Duque. En 1938, con 17 años, Felipe conoció en Venecia a Cobina Wright, una modelo, cantante, actriz estadounidense y estrella de la Fox. Tuvieron un apasionado 'affair' pero ella regresó a EE.UU. dejándole desolado.
La muerte de su ‘segundo padre’
El tío Dickie tuvo una trágica muerte con 80 años, víctima de un atentado del IRA en el verano de 1979, cuando se encontraba pescando en Mullaghmore, Irlanda.
Una salud de hierro hasta el final
La salud siempre acompañó al duque de Edimburgo, uno de los monarcas más longevos de la historia. Con 99 años nunca quiso jubilarse. En los últimos años seguía conduciendo, participando en actos oficiales y viajando por el extranjero, una de sus grandes pasiones adquiridas en la Marina Real. Se retiró de las actividades públicas en 2017, tras haber participado en más de 22.000 actos oficiales. Era aficionado al polo, navegar, pintar y escribir. Fue autor de 14 libros, especialmente sobre medio ambiente.